Daniel está en condiciones de decir que es maestro de pulido, tallado y lapidado de piedras. El título se lo dio su propia experiencia, sus investigaciones y el talento natural que se necesita para dedicarse a esto y recibirse de artesano.

En sus tiempos de aprendiz -por los años 80-, incursionó en al arcilla, después de cuatro o cinco años comenzó a modelar cerámica y al tiempo se compró el torno alfarero para fabricar macetas.

Sabía que solo la reinvención permanente le permitiría vivir de lo que sabe hacer.

A los 10 años se sumó José Luis, su hermano, y a la par ambos iniciaron un camino por la cerámica de proyección y rescate aplicando el diseño indígena argentino del noroeste y cuyo. Básicamente tomaron como referencia las culturas Ansilta, Santa Mariana y Aguada.

La necesidad de buscar nuevas formas de expresarse los llevaron a trabajar la piedra, aunque también exigidos por la necesidad de sobrevivir.

Actualmente vuelcan su experiencia en talleres que son solventados por la Nación a través de la Subsecretaría de Minería, que tienen como meta enseñar a utilizar los materiales de la región.

"El objetivo es que se aplique la roca para realizar artesanías. Hemos logrado trabajos muy interesantes con travertino y algunas rocas del Pie de Palo", cuenta.

Los hermanos Sarmiento son autodidactas, investigadores natos y así lo demuestra su carrera. Daniel recuerda que el primer torno lo fabricó el mismo en un banco para carneo, lo adaptó, le puso un volante de una bomba vieja de bodega y un eje que le permitía patear el torno.

Luego llegó a sus manos el primer libro de Fernández Chiti, recomendado por una profesora de arte de la escuela secundaria, que le permitió tomar contacto con aspectos más científicos como las proporciones dentro de las pastas, la temperatura, esmaltes, entre otros aspectos.

"El trabajo del artesano es lindo, placentero, aunque a veces se torna un poco difícil por la comercialización de los productos. Pasamos como todos los argentinos por etapas críticas, y eso nos llevó a tener que cambiar de materiales para poder subsistir. Así pasamos de las macetas a las esculturas, por citar un ejemplo, todo para tener variables que se adapten a la comercialización".

En Buenos Aires vendieron sus artesanías durante más de 10 años en Galería de Arte Huayra, lo que les permitió cierta tranquilidad por el movimiento con el que contaba en tres locales ubicados en puntos estratégicos de la Capital Federal.

Ahora es internet la que les permite movilizar las obras, sin ir más lejos gracias a la red vendieron dos partidas a Alemania.

Otro aspecto en el que ambos hacen hincapié es en la transmisión de conocimientos. Así es que ahora junto con René Braco y Gladys Correa están completando un padrón en la Municipalidad de la Capital para conocer la cantidad de artesanos de esta zona para llevar un registro y colaborar en el perfeccionamiento de las técnicas utilizadas.

"Hay que tratar de que todos los artesanos tengan la oportunidad de crecer, evolucionar, sobre todo los que no han alcanzado ciertos niveles. Esta tarea demanda proyectos de investigación e inversión para poder avanzar. En nuestro caso estamos haciendo el taller de piedras que sale una fortuna y es sólo un tinglado. Si no vendiéramos afuera no podríamos llevarlo a cabo", explica Daniel .

Actualmente la piedra es el fuerte de los Sarmiento porque cuenta con gran demanda local, sobre todo de mesas con diseños muy creativos y un fuerte sello de las culturas aborígenes hasta esculturas o instalaciones para hoteles.