Entre las muchas enseñanzas que dejó la cuarentena, el compartir las tareas de la casa fue una de ellas. Es que tanto tiempo, toda la familia, entre las mismas paredes, obligó a grandes y chicos a ocuparse de las obligaciones domésticas y a repartir las labores. Justamente en ese reparto es que entre rezongos y necesidades apareció, con más frecuencia que antes y como conducta cotidiana, el ofrecimiento de dinero por parte de los adultos hacia los chicos, a cambio de la realización de cuál o tal tareas. ¿Está bien o mal esa recompensa? ¿Qué enseñanzas deja el colaborar? Esas son algunas de las inquietudes que invita a reflexionar la psicóloga Susana Donoso.


¿Es válido compensar a los chicos por colaborar con las tareas del hogar? 


En primer lugar considero que las tareas del hogar son responsabilidad de todos quienes integran la familia, padres e hijos. Por supuesto se deben tener en cuenta las edades de los chicos. Pero enseñarles desde pequeños el valor de "colaborar", de que todos somos parte de este sistema familiar, es fundamental para acompañarlos en la construcción de valores. La motivación tanto para los padres como para los hijos, debe ser la de saber que estamos enseñando y ellos aprendiendo de qué se tratan la empatía, la solidaridad, la responsabilidad, temas no menores que hacen a la educación emocional y a las habilidades socioemocionales.


¿Qué le genera a los chicos esa recompensa? ¿De qué otro modo o con qué otros incentivos o mecanismos se podría abordar este tema en los hogares?


Una recompensa es un refuerzo positivo hacia alguna conducta o actitud. Es decir que si utilizamos una recompensa lo más esperable es que esa conducta se repita. Lo que sucede es que hay distintos tipos de recompensas: están las materiales y las sociales. Los padres muchas veces recurren a las recompensas materiales como dinero, golosinas, juegos electrónicos, etc, por la inmediatez de la respuesta de los niños frente a una determinada "orden" o "pedido" por parte de los padres si está eso a cambio. "Si vos ordenás tu habitación, te ganás tanto dinero", "si vos hacés todas las tareas de la escuela tendrás la play que querés". Quizás esto funcione al principio, pero al poco tiempo se necesitarán "recompensas" cada vez mayores. Por eso es que lo óptimo son los refuerzos sociales: una palabra de aliento, un "me encanta lo que hiciste" hasta un paseo en bicicleta son refuerzos positivos hacia la autoestima del niño o niña. Creo que uno de los aspectos que nos está dejando como enseñanza esta pandemia y estos tiempos de cuarentena es que el tiempo compartido con otros es valiosísimo y es el mejor estímulo para una persona y si es tiempo compartido con mi hijos es algo único e irrepetible porque somos con otros. En conversaciones con muchos niños y niñas sus palabras son "deseo que mamá o papá estén más tiempo conmigo". Eso también puede ser una recompensa.


¿Cómo los ayudamos a entender que todos pueden hacerse cargo de las tareas de la casa?


Creo que al compartir tiempos y rutinas se da la posibilidad del "ejemplo". Puede parecer reiterativo, lo hemos escuchado innumerables veces " se predica con el ejemplo". Los padres-adultos somos modelos de identificación para nuestros hijos. De nosotros irán tomando partes, las cuáles van a ir incorporando a su identidad. Si contamos con habilidades socioemocionales suficientemente desarrolladas podremos transmitirlas, y si tenemos que fortalecerlas lo podemos hacer junto a nuestros hijos. ¿Qué sucede si les leemos un cuento que tenga que ver, por ejemplo, con la empatía, es decir con esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, y luego charlamos con ellos y escuchamos lo que tienen para decir? Habilitar la palabra es la mejor forma de ayudarlos a entender lo que uno espera como padre y como adulto. 


¿A partir de qué edad y con qué responsabilidad debería comenzar un niño a ayudar en las tareas hogareñas? Qué aprendizajes deja involucrarse en estas tareas cotidianas?


Esto puede hacerse desde que los niños son pequeños, alrededor de los 2 años o un poco antes inclusive ya podemos alentar conductas de colaboración y de paso estamos estimulando diversas áreas del desarrollo como el lenguaje comprensivo y expresivo, la motricidad, funciones cognitivas como la atención, la memoria, la organización, la planificación, adquisición de habilidades de la vida diaria, etc. Podemos decirle "a guardar tus juguetes", "yo te ayudo" modelando la acción, o "pásame tus zapatillas", "¿me ayudas a ponerte las medias?". Primero con cosas que son más cercanas y propias para luego generalizarlas a otras actividades de la vida cotidiana familiar. Puede ser utilizando canciones o juegos. 



¿Es válida la compensación en dinero cuando se trata de las tareas escolares?


El manejo del dinero es algo que hay que enseñarles a los niños. Es muy importante que entiendan que se gana dinero con el esfuerzo. Cada familia en este tema tendrá sus prioridades. Los hijos verán cómo es el manejo del dinero por parte de sus padres y así irán incorporando el valor del dinero. Y por consiguiente esto puede llevar a otros temas: el del ahorro, el de diferenciar la necesidad del deseo. También aquí debemos considerar la edad del niño. Un niño en etapa preescolar ya puede entender que las cosas se consiguen con esfuerzo y si tiene una rabieta porque quiere algo determinado podemos hacerle ver si esto que quiere es necesario o es algo que sabemos que desea pero que ahora no puede tenerlo. Un niño ya en escolaridad primaria puede entenderlo y además agregar el concepto del "ahorro". Yo no aconsejaría la compensación en dinero para realizar las tareas escolares. La motivación, las ganas para aprender debe ser en sí mismo el aprendizaje. La curiosidad hay que estimularla si es poca o no está, pero no con dinero. Porque la satisfacción de los niños cuando descubren algo nuevo y que aprendieron sobre eso es increíble. Y en esto tenemos cierta parte de responsabilidad los adultos. Los padres por un lado, desde casa y los docentes proponiendo actividades y experiencias desafiantes. Siempre encontraremos algo que al niño le interese, una lectura, un dibujo, un programa de televisión. Ese es el reto, de transformar ese interés en un hecho educativo, significativo para su vida. 

La especialista


Susana Donoso se recibió de Licenciada en Psicología en la Universidad Católica de Cuyo, en el año 1994. Trabajó durante casi 10 años en una institución para personas con autismo y también en consultorio donde se atiende a niños hasta la fecha. Actualmente, es parte del Equipo de Orientación y Apoyo Escolar del Colegio El Seibo y de la Escuela Profesora Mercedes Gallardo Valdez. Es docente de las materias "Estrategias de Abordaje III" y "Teoría del encuadre", en la Tecnicatura de Acompañamiento Terapéutico en la UCCuyo.