Actualmente vemos en todo el mundo una escalada de violencia en todos los ámbitos. Esta incluye acciones como el maltrato, la intolerancia, las discusiones subidas de tono y, en general, una gran falta de respeto. Una de las principales causas es la falta de límites que puede conducir a una persona a todo lo anterior.


Los seres humanos necesitamos tener límites, los cuales no nos limitan como muchos creen. Un límite es una frontera invisible o línea imaginaria que nos separa unos de otros. Y, cuando son establecidos claramente, nos brindan protección y seguridad. También la posibilidad de ser autónomos y conocer bien la diferencia entre quién es uno y quién es el otro. 


¿Sabías que los leones, cuando van a tener sus crías, con la vista determinan "su territorio"? De esta manera, no le permiten el acceso a otros animales que podrían venir a dañarlos. De igual forma, las personas fijamos límites, y esto lo llevamos a cabo de acuerdo a nuestra crianza y a la posición que tenemos en la familia.


Te invito a considerar los tipos de límites que todos deberíamos exhibir ante los demás: 


a. Físicos

La piel es nuestra primera barrera que mantiene el cuerpo físico en buen estado, incluso cuando envejecemos y esta se estira. Aquel que traspasa este límite está cometiendo un abuso. Por ejemplo, cuando alguien toca el cuerpo de una persona en la forma de un beso o un abrazo generándole incomodidad. Todos tenemos derecho a permitir o negar que avancen sobre nuestro cuerpo. 


b. Emocionales

El hecho de que decidan por nosotros sin consultarnos, o en oposición a nuestros deseos, es una invasión emocional. También cuando intentan manipularnos, controlarnos o entrometerse en nuestra privacidad. Como adulto, soy yo mismo quien debe marcar los límites frente a los demás y nadie debería tratar de imponerme nada que sea en contra de mi voluntad.

 c. Jerárquicos

La jerarquía en el lugar de trabajo o en el lugar de estudio siempre debe ser respetada. Un jefe no puede ser tratado como un par o un amigo. Y, si los padres son citados para informarles de la mala conducta de su hijo o hija, los adultos no pueden hacer alianza con el menor y faltarle el respeto al docente. Quien tiene la costumbre de respetar a sus autoridades siempre funciona bien en la sociedad y disfruta de relaciones interpersonales más fluidas. Somos iguales en nuestra condición de humanos, pero no en nuestros roles.


Recordá que, además de los límites que nos conectan con el mundo afuera, vos y yo tenemos nuestro propio límite. El gran desafío para nosotros es superar esa línea. Esto implica trabajar para modificar lo que haga falta, mejorar, crecer y avanzar en nuestro camino. Cuando nos animamos a superar ese límite interno, atraemos lo mejor a nuestra vida. 


Y lo más importante, nos volvemos capaces de ponerles límites a los demás y a pedir y ofrecer el respeto que todos nos merecemos. 



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