Por un par de segundos, el skate gira sobre sí mismo en el aire, mientras su conductor también parece estar suspendido en el espacio, pero a unos 30 ó 40 centímetros más arriba de la tabla. Ambos, objeto y sujeto, vuelven a tomar contacto un par de metros después. La escena de acrobacia es una de las tantas que pueden verse todos los días en la plaza Laprida. Ese es el principal epicentro de la movida skater en San Juan, que en los últimos años creció de forma meteórica en todo el mundo, dice Giuliano Tinto. El chico de 18 años es uno de los cultores de esta actividad, además está al frente de la organización del torneo "Skate en Pañales", que se hace por primera vez en ese paseo, con el fin de ayudar al Hospital de Niños (ver aparte).

Si bien no hay cifras oficiales sobre la cantidad de chicos que practican el skate en la provincia, el movimiento se nota cada vez más. En la plaza Laprida hasta hace un par de años se contaban alrededor de 20 y desde entonces hasta la actualidad, se estima en un centenar, según los "viejos" skaters.

Los chicos comentan que uno de los principales atractivos que tiene el skate es que se trata de un deporte extremo urbano. Es decir, que no hace falta internarse en el campo con muchos equipos y víveres para pasar al menos un día de adrenalina pura y mucha diversión.

Entre algunos de los skaters locales, además de Giuliano, están Emanuel Sánchez (18), su hermano Agustín(15) y la única chica de los skaters de esa plaza, Sarai Victoria Atencio, de 17 años, que se tomaron un rato para practicar.

La forma en que llegaron los chicos a la plaza son diversas: por ejemplo en el caso de Emanuel y Agustín, cada día que iban a la escuela, el colectivo pasaba por una calle lateral al paseo. Entonces veían como practicaban algunos adolescentes, por eso se contagiaron y se sumaron hace más de un año a la movida.

La única mujer del grupo, se terminó de convencer que ese era el deporte que prefería, luego de ver distintos torneos en Buenos Aires a principio de este año. Ahora está en plena etapa de aprendizaje. "Lo bueno que los skaters son todos solidarios. Te ayudan y nadie se ríe si te caés. Al contrario, te alientan a levantarte para intentarlo otra vez. Con entrenamiento se pueden hacer las mismas acrobacias que los chicos, por eso me encantaría que se sumaran más chicas al skate", dice Sarai.

Giuliano comenzó a ir cuando lo invitaron unos amigos hace más de dos años.

Precisamente la Plaza Laprida es el ícono del skate en San Juan. Algunos de los pibes memoriosos dicen que hace unos 10 años que los adolescentes de esa época comenzaron a reunirse en ese lugar. Fue elegido al no tener tanto flujo de público, de esa forma no corrían riesgos de accidentes. Además es un sitio tranquilo y céntrico. Pero claro, no era nada fácil practicar, porque siempre había persecución por parte de la Policía. Los veían como bichos raros, cuenta Giuliano.

El chico que desde hace un par de años tomó esa actividad con pasión, relata que con el tiempo los skaters iban y venían. No era un grupo compacto, sino que algunos llegaban a la plaza para juntarse a pasar el momento y nada más. Pero a partir de una masiva difusión del deporte en Estados Unidos y Europa, desde hace un par de años suelen ir al paseo alrededor de un centenar de jóvenes, en su mayoría de 13 a 22 años. "Claro que no van todos a la vez, sino a lo largo de la semana. Cuando se junta un buen número es entre viernes y domingo de 16 a 21", cuenta Emanuel.

Los skaters de la plaza Laprida reconocen además que esa difusión global también tiene que ver con el interés comercial de vender productos para practicar el deporte. De todos modos para ellos es un estilo de vida y no una moda pasajera. También rechazan la calificación que algunos le dan de "tribu urbana". Los skaters se consideran chicos comunes y corrientes que sólo quieren divertirse haciendo acrobacias con las tablas. Además, como esto requiere un esfuerzo físico, hacen vida sana. La mayoría estudia en escuelas secundarias y algunos en la universidad.

Por la plaza van y vienen chicos con tablas. Algunos se quedan una hora o más, depende de las actividades que tengan que hacer. Otros pasan varias horas practicando piruetas. También están los que van un rato, como para aprender algunas acrobacias.

Para los skaters locales la indumentaria es lo de menos. Unas buenas zapatillas con suela de goma que se adhieran bien a la tabla, sumados a pantalones de jean o joggings anchos, más remera o canguros en las estaciones otoño-invierno, con eso está todo bien.

Es que en San Juan no se practica el skate a nivel deportivo y profesional como en algunas de las principales ciudades argentinas o de otros países. La razón es muy sencilla, no tienen un terreno donde construir rampas, que en algunos casos suelen tener hasta dos metros de altura y sirven para hacer distintas clases de pruebas. Por lo general suelen usarse en estas competencias, cascos, coderas y rodilleras.

En San Juan, a los skaters no sólo se los puede ver en la plaza Laprida, sino también en paseos de distintos barrios de Capital, Rivadavia, Rawson y Santa Lucía.

Con este impulso mediático de promoción mundial, los pibes no pierden las esperanzas de recibir ayuda como para lograr el sueño de tener un lugar donde reunir a todos los skaters sanjuaninos. El motivo: divertirse, estar contenidos y mostrar sus habilidades sobre las tablas voladoras.