Sin partituras. Con la melodía en la cabeza y resonando en los oídos.
Sin un ayudamemoria de las letras. Con la poesía en la garganta y a flor de piel.
Esas son las esencias del dúo que acaban de sellar la cantante Graciela María y el pianista Charles Robins y que se presentará en sociedad con un flamante CD (el que ya empezaron a armar) y un show artístico basado en tangos, de ayer, de hoy y de siempre pero con un estilo -dado por los arreglos- moderno.
La casualidad los llevó a actuar en el mismo escenario en la década del "80. Treinta años más tarde, volvieron a encontrarse con la música de una fiesta privada de por medio. Eso fue suficiente para que estos "dos experimentados” decidieran hacer algo juntos.
Él es Carlos, más conocido con su nombre artístico y la marca de su negocio de instrumentos, Charles Robins. Llegó a tener en los "80 siete sucursales de su casa de música -distribuidas entre San Juan, San Luis, Mendoza, Buenos Aires y Córdoba-, de la que se desprendieron en todos los casos, academias para el aprendizaje e interpretación musical. La mayoría de ellas cerraron y él se desvinculó al rótulo comercial que mantiene su nombre como sello. De todos modos, esto no implicó que se haya alejado de la música.
Charles empezó a estudiar piano con 6 años y se recibió de profesor en la Academia Santa Cecilia, en Córdoba. Viviendo en Buenos Aires tuvo grandes oportunidades de trabajar con el don de hacer música en cuánto boliche, guitarreada, restaurante y parrillada lo convocaban. Por cuestiones familiares, con sus padres se trasladó a San Juan y aquí se unió a Fonzi Velazco y a Ricardo "Negro” Ochoa. Juntos le pusieron música al recordado "El horcón”, la parrilla de Avenida Circunvalación y Libertador, también a "La parada del sol” y los entonces hoteles Nogaró (hoy gran provincial) y Capayán, según recuerda Robins.
En uno de esos escenarios, le puso melodía a las letras de tangos, de boleros y de canciones melódicas y folclóricas que interpretaba Graciela María, quien en realidad es María Graciela Sánchez -con los nombres invertidos y sin el apellido es como se la conoce artísticamente-. Ella no recuerda domingo de su infancia en donde faltaran las canciones. Es que los almuerzos tenían lugar en la casa del abuelo materno, Benedicto Cobas, un amante de la guitarra y el canto.
Nunca pasó por un conservatorio ni tuvo un profesor que le diera el ABC del canto. Lo suyo era "doméstico”, tal como define la mujer que se hizo sola en el campo artístico, abriéndose camino entre la crianza de 4 hijos sin un compañero al lado. No le fue sencillo.
"Cantar fue cumplir el sueño de toda la vida”, dice categórica, esta esteticista -de hecho este es su medio de vida- que subió por primera vez a un escenario en 1985 para la Fiesta de la Tradición en Jáchal y ante 18.000 personas. Ese fue el puntapié inicial de una carrera que la llevó por distintos puntos de la provincia, de país e inclusive del exterior (cantó en Chile y en Estados Unidos).
Con sus historias a cuesta, Graciela y Charles, decidieron unir sus talentos hace 3 meses, desde que empezaron a ensayar el espectáculo que tendrá como protagonista a Como dos extraños, Garganta con arena, Tarde, Uno, Que tango hay que cantar, entre otros.

