Nada se pierde, todo se transforma, una sentencia universal que comprende a muchas cosas, pero en estos tiempos recobra valor cuando se trata de recuperar todo aquello cuyo destino final parecía ser la "bolsa de residuos". Y si esa transformación va de la mano de la creatividad, del arte, del bienestar, mucho mejor. La clave, dice Carolina Velasco, "es la mirada", es poder ver ese mueble, ese papel, esa cerámica, ese cuadro, en un lugar determinado, e imaginar como puede ser su transformación. Es, precisamente, esa mirada la que le permitió a Carolina dedicarse a crear "Objetos Unicos", durante la larga pandemia. Actualmente los comercializa entre amigos, o entre aquellas personas que se enteran por las redes sociales -@velasco caro-, de sus collages realizados en papel, sus cerámicas, sus muebles y objetos antiguos que ella convierte en piezas únicas.


Caro es abogada de profesión, pero sus raíces, sus amores, pudieron más. Creció viendo a su mamá, Luisa Cano, directora de una escuela de arte, pintora y decoradora, inmersa en un mundo en el que todo estaba vinculado a lo artístico. Lo cotidiano era ver como su mamá ubicaba cada objeto, como ella misma lo hacía con cosas que tenía a mano, las técnicas que utilizaba en cada caso, entre tantos secretos que supo atesorar. Así, sin querer, lo incorporó como quien aprende el idioma materno.

Ya recibida de abogada, profesión que ejerce con pasión, cada vez que alguien iba a tirar algo porque no "servía más ", ella lo recuperaba para algún día transformalo. Tal es el caso de un caballito que tiene alrededor de 100 años y fue restaurado por completo. "Perteneció al papá de mi suegro y logré rescatarlo cuando estaba a punto de ir a la basura. Durante años lo guardé en la casa de mi mamá en San Rafael, luego ella falleció y lo recuperé. Así empecé con su restauración y posteriormente he realizado pátinas dándole color", cuenta Carolina.


En revistas de decoración se puede ver que a nivel internacional un objeto similar está cotizado a unos 3.900 dólares, un monto que se animan a pagar los coleccionistas de este tipo de antigüedades (Ver foto con caballito).

Ni hablar de un camastro que estaba a punto de tener un destino similar y se encargó de recuperarlo de principio a fin porque no sólo lavó y acondicionó la madera, si no que también confeccionó los almohadones y cada detalle con los que recuperó funcionalidad y estética (ver foto).


"Mi mamá era pintora y decoradora, trabajaba mucho la madera, la tallaba, así es que mi casa siempre estuvo vinculada al arte, y aunque elegí otra profesión, me pasé la vida haciendo cosas con ella. Luego de grande cada vez que podía pintaba o hacía algo, pero en la pandemia tuve más tiempo y aproveché para ponerme con cosas que demandan más trabajo como reciclar muebles antiguos. También me puse a producir cerámica que hago desde hace tiempo, y empecé con una serie de collages en papel", cuenta Carolina.

Además de lo que aprendió en casa con una mamá artista y docente del arte, tomó cursos, talleres de cerámica y manejo de papel, entre otros de su interés para seguir engordando sus conocimientos y técnicas a aplicar en cada obra.


El interés siempre estuvo, pero eran los fines de semana, las vacaciones o ratos libres los momentos ideales para despuntar el vicio, sin embargo la cuarentena consolidó esta tarea que en principio fue solo un hobby.

Entre tantas cosas que hace quizá lo más novedoso sean sus collages trabajados con papeles de revista, otros teñidos, y hasta algunos con textura de algodón que compra a Cielo Alto. "También busco papeles raros, viejos, y todo lo que me van dando. Primero selecciono colores, armo texturas, formas y paisajes con pedacitos de papel, con un boceto previo de lo que más o menos quiero hacer y así armó una composición. Algunos son cortados con cutter, otros van superpuestos, todo depende de lo que quiero lograr. Es raro, pero a la gente le gusta mucho", cuenta Caro. 

Estas obras tienen dimensiones que no superan los 40 x 60 centímetros para conservar las sutilezas de los detalles, ya que para cuadros de mayores dimensiones reserva el uso y la técnica con acrílico sobre bastidores.


Los muebles llegaron por su gusto por recuperar cosas que aparentemente han cumplido su ciclo. "Primero restauré algunos para mi casa, camastros, mesitas de luz, y así llegaron las primeras amigas que me pidieron cosas. Es más, tenemos un proyecto para dedicarnos a crear objetos únicos", agrega. 


Por ese motivo es que en la actualidad se encuentra en la tarea de buscar objetos y muebles en casas de antigüedades, chacaritas, lugares de remate, para llegar a tener una oferta abierta al público.

"De repente hice un sillón con patas de bañera para colocar en un living. Todo se trata de buscarle la vuelta para que sean objetos de decoración únicos. Siempre visualizo como van a quedar las cosas una vez trabajadas, donde se pueden colocar, creo que esa mirada es la que permite reciclar cosas a través del arte", asegura mientras acentúa sus capacidades como decorada, un talento también heredado de su mamá.


Para este tipo de objetos trabaja con técnicas de lavado de madera, algunos se patinan y avejentan. 


Reconoce que es un momento difícil para pensar en decorar la casa, pero también asegura que con poco dinero se le puede cambiar la cara a las cosas, simplemente con una patina, con telas con batick, o con detalles de decoración.

Sus cuadros presentan un estilo moderno y abstracto, lo que permite su adaptación a lugares descontracturados, o bien al buen gusto de quien los adquiere.


Caro busca que cada una de sus obras tenga sello propio para que quien la adquiera- por ahora amigos y cercanos-, se lleve un objeto único.


Por Myriam Pérez
Fotos: Gentileza Carolina Velasco