Sin haberlo siquiera soñado -a diferencia de lo que le ocurre a la mayoría de los escritores- Aída Elisa González llegó a la 35ta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se desarrolló en el corazón de la capital porteña y que cerró sus puertas la semana pasada. Su casual desembarco en el máximo evento literario del país fue gracias al "Breve diccionario argentino de la vid y el vino. Estudio etnográfico lingüístico", un libro que había terminado de escribir en el 2006 pero que nunca llegó a presentar en sociedad al menos en San Juan. Si en cambio, la publicación había sido expuesta en congresos de especialistas en la materia vitivinícola y lingüística en España y Chile.

Es más, la investigadora y actual directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas "Manuel Alvar" (de la UNSJ) se convirtió en la figura que San Juan mostró en la Feria del Libro, no sólo porque hizo su presentación en el día dedicado a la provincia sino además porque la acompañó y le dedicó unas palabras a su trabajo el mismísimo vicepresidente de la Academia Argentina de Letras, Jorge Cruz (en representación de la máxima autoridad de este ente porque estaba de viaje). Todo un privilegio y a la vez un nuevo aval a la investigación que ya había sido publicada en su totalidad en el boletín que saca el organismo. De hecho, González fue la primer investigadora del instituto la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes en aparecer ahí.

"Tenía todo armado con el Instituto de Vitivinicultura para presentar el libro en el 2006, cuando salió. Pero por esos días se enfermaron mis dos grandes impulsores de este trabajo: mi madre y mi maestro, César Quiroga Salcedo (NDR: el anterior director del INILFI). Entonces yo no tuve ánimo para celebrar la aparición de este libro, mucho menos después que ambos fallecieron. El tiempo fue pasando y hace unos días el destino me llevó a encontrarme con las máximas autoridades de Cultura en la Casa de Gobierno. Yo llevaba el libro. Lo mostré y de inmediato me invitaron a presentarlo a lo grande. Fue una alegría enorme saber que era parte de San Juan, entre sabores y palabras, tal como se llamó al evento de la provincia", cuenta la autora que antes de llegar a la Feria del Libro, ya se había lucido con su publicación en el "Congreso Internacional sobre la lengua de la vid y el vino" realizado en La Rioja, España y en el "Seminario sobre Vitivinicultura y Ciencias Sociales" que tuvo lugar en Chile. En junio próximo el trabajo iba a ser presentado en México, pero por la pandemia de gripe porcina quedará pendiente el compromiso, ya que a partir de este libro, la investigadora fue convocada a participar en el Comité Académico para armar la enciclopedia iberoamericana de la vid.

Por estos hechos, es que González cree en el destino. Y brinda por él. No podía ser de otra forma, tratándose de vinos y palabras.

Un estudio de pura cepa

Su interés por la uva y el vino trascendió el tener un papá albardonero y una parra en el fondo de la casa, un hermano bodeguero y un parentesco lejano con los Montilla (conocidos productores de vinos locales). A Aída González, el mundo de los tintos y los blancos, la fue cautivando a partir de la investigación que compartió junto a otros colegas para armar el Atlas Lingüístico y Etnográfico del Nuevo Cuyo. Por este trabajo, recorrieron kilómetros y kilómetros de San Juan, Mendoza, San Luis y La Rioja para llegar a los pueblos más recónditos y entrevistar a un centenar de personas que les contaron anécdotas, les dieron información y les repitieron pronunciaciones de palabras vinculadas al vino, el agua y el carneo, los campos semánticos de interés para la investigación madre. Así ella descubrió un aspecto nuevo de la uva y su principal producto, bastante alejado de entonces su ignorancia en el tema y por qué no decirlo, hasta de su abstemia.

"De a poco el vino me fue interesando. Tanto que ahora hasta disfruto de tomar vino tinto y sin soda en las comidas -dice riéndose de sí misma y agrega-. Me fue apasionando todo este mundo porque el vino no sólo es una bebida que convoca, que genera afecto y cultura, sino porque es un ritual, guarda en sí mismo, más allá de una moda, todos los usos y costumbres que, en definitiva, hablan de quienes somos los sanjuaninos", asegura.

Así el libro que logró no sólo es producto de varias investigaciones anteriores sino que además es el resultado de recurrir a innumerables fuentes de consulta. De hecho, en las páginas aparecen léxicos "pedidos prestados" de las encuestas que encaró el Consejo Nacional de Educación en 1921 y 1945, de varios libros (como Recuerdos de Provincia de Domingo Faustino Sarmiento, La raíz en la roca de Leónidas Escudero, Sabores de la memoria de Hebe Almeida de Gargiulo), de los escritos del doctor Antonio Aguilar (también conocido como Pica-Pica), publicaciones periodísticas de los diarios La Unión (de 1886-1889) y DIARIO DE CUYO, de la Biblia, artículos históricos, de la experiencia con sus alumnos de la Escuela de Enología, de relatos orales, entre otros.

Vale decir que no es un diccionario común y corriente donde aparece el significado de un término, tampoco es un libro técnico, sino que compila todo tipo de palabras vinculadas al vino y a la uva, incorpora acotaciones lingüísticas (como ser fonética o gramática de la palabra en cuestión), folclóricas, otras de carácter histórico, mitológico, literario. Es más, la autora hasta se dio permiso para citar frases de canciones, refranes, historias y recetas culinarias, donde por supuesto, aparecen estos términos que dan vida a su libro.

Próximamente saldrá una nueva edición -la primera fue de 500 ejemplares- y entonces dejará de ser un "breve diccionario" porque incorporará 50 palabras nuevas a las 600 que ya se explican, se ejemplifican e inclusive se indica hasta cómo se pronuncian. Aída sabe que mientras haya trabajo de viñas y en las bodegas, ella tendrá nuevos léxicos para incorporar.