Si hay algo que mucha gente espera es el viaje de vacaciones de verano porque se supone que será relajante, placentero, que servirá para llenarse de energías para la nueva temporada, entre otras expectativas. Por supuesto que esto es lo ideal y lo necesario para que el período de receso laboral sea fructífero, pero algunas veces no resulta ser tan perfecto y hasta se vuelve estresante debido a la cantidad de exigencias personales y familiares.

Muchos no logran desenchufarse del trabajo o la rutina diaria, esperan más cosas que las que realmente se pueden lograr y hasta se exigen decenas de actividades que no pudieron hacer en el año, como salidas, circuitos, deportes, caminatas y terminan con una agenda tanto o más completa que la del resto del año.

Alicia Calderón Schmal, psicóloga con orientación gestáltica, explica que "el ser humano es un todo y como tal estamos enganchados en un torbellino de actividades cotidianas y esperamos las vacaciones con ansias, pero seguimos con la misma tónica. Es decir que empezamos a preocuparnos por cómo dejamos la casa debido a la inseguridad; dónde dejamos las mascotas, las plantas; en qué condiciones nos vamos porque aspiramos a lo mejor de lo mejor y a veces no se puede; cuánto dinero llevamos, en definitiva seguimos cargados de exigencias personales y familiares. También se suman las preocupaciones del cuerpo para estar lo mejor posible, entre muchas más. Todo esto causa estrés, y si bien éste no para nunca porque es inevitable, hay niveles óptimos y otros que no lo son".

A los preparativos se suma el viaje y la estadía en sí ya que no hay que olvidar que la familia pasa a estar junta mucho más tiempo. Durante el año, los miembros de una casa suelen reunirse al terminar el día cuando cada uno retorna después de su jornada, tanto hijos como pareja. En ese tiempo comparten las cosas del día, cenan, se bañan, charlan, juegan un rato y se van a dormir. Todo este encuentro puede ser de 3 horas aproximadamente contra una gran cantidad de horas más que comparten en las vacaciones.

"A esto se suma todo lo que la gente quiere hacer en vacaciones que no siempre coincide con lo que el otro quiere; hay otros que se llevan la computadora personal, los teléfonos, esperan y buscan que haya wi fi y todas las opciones para estar comunicado. No se desenchufan de la rutina del año. Así el estrés sigue en su grado máximo y cuando llegamos de nuevo al trabajo nos damos cuenta que no descansamos y no fue lo esperado", explica Alicia Calderón.

A nivel nacional, Hémera, Centro de estudios del estrés y la ansiedad emitió un informe en el que explica qué suele suceder que el período de vacaciones este idealizado para muchas personas, y se proyecta en este periodo la ilusión de satisfacer todos los sueños. Es importante poder disfrutar de este momento, en familia, con amigos, pero teniendo en cuenta que son sólo vacaciones, un momento destinado a descansar y disfrutar, pero que puede haber contratiempos, desilusiones. "El tiempo perfecto no existe. Cuanto más idealizamos un momento más solemos frustrarnos porque la realidad nunca es tal como la soñamos, entonces es importante no crear castillos que luego no podamos alcanzar. Pensar en las vacaciones en términos de posibles, no de ideales", dice el estudio.

Otra situación que se repite es que cada uno ansia realizar determinadas actividades o tiempos de descanso que no siempre coinciden con la planificación que el otro tiene de este tiempo a compartir.


Es posible prevenir

Tanto los preparativos como los días que se comparten en familia suelen ocasionar discusiones entre la pareja o con los hijos debido a la diferencia de necesidades y expectativas. Para evitar este tipo de inconvenientes, Alicia Calderón recomienda "hacer un parate interno y pensar qué es lo que quiero, cual es la mejor manera de llevar el descanso. Eso requiere de un planteo interno para planificar las vacaciones, no siempre es necesario hacerlas en enero, pueden ser en otra época del año; bajar los niveles de exigencia; estar bien antes de irse de vacaciones para que las cosas salgan mejor, como por ejemplo tener un lugar en la casa para disfrutar de pequeñas cosas; charlar en familia lo que cada uno quiere de las vacaciones; debe haber dialogo, comunicación que son cosas que no te da ni el dinero ni un destino exótico".

Dar flexibilidad y espacio a cada miembro de la familia para que el poder estar juntos sea una opción y no una obligación, es otra de las claves.

Respetar los momentos individuales, planificarlos, dar lugar a los sueños que tiene cada uno, es otro de los factores para disfrutar y pasarla bien.

La idea es que mientras mejor se vaya la familia en su conjunto, mejor será el descanso, de lo contrario las cosas no cambiarán de un día para otro.