Desde hace unos años los paseros, mosteros y bodegueros dedicados a la exportación ya no tienen que enviar sus productos a otras provincias para realizar los análisis exigidos por los países de destino porque San Juan cuenta con el primer Laboratorio de Análisis de Productos Regionales de Ingeniería Química (LAPRIQ). Pero a esto se suma algo fundamental que es la llegada por estos días de la certificación del Organismo Argentino de Acreditación (OAA), en el marco de la norma ISO 17025 (competencia técnica), que lo convierte en el único laboratorio de control de calidad acreditado en el país para análisis de micotoxinas en vinos, pasas y, mostos. Como si esto fuera poco, ampliaron el servicio a ciruelas, frutos secos, agua y a otras determinaciones analíticas.
Este tipo de trabajo es fundamental, sobre todo para pasas y mostos porque es un requisito obligatorio para ingresar a Estados Unidos, España, Alemania, China, Chile, entre otros países, debido a que son sustancias cancerígenas y nefrotóxicas (afectan a los riñones). Contradictoriamente no son obligatorias para el mercado argentino.
En el caso del vino es "raramente" requerido por algunos países compradores, ya que está demostrado que el 99 por ciento de los caldos "no tienen niveles ni remotamente cercanos a lo que indica la legislación vigente, lo que no quiere decir que no lo puedan tener. Nunca ha surgido un problema de devolución por eso afortunadamente", dice Humberto Manzano del Laboratorio central del INV, entidad que no realiza estos análisis sino que deben ser enviados a laboratorios especializados.
"Para nuestra empresa ha sido de suma utilidad porque antes debíamos enviar las muestras de mosto a un laboratorio de Río Negro y eso ocasionaba muchas demoras. Ahora es más rápido y seguro, lo que significa una verdadera solución. En nuestro caso esto forma parte de la rutina de control de calidad sea para exportación o no. Acá cumplimos estrictamente con todas las normas al punto que hay un grupo de auditores de la misma empresa que corroboran cada uno de los detalles exigidos", dice Jorge Rives de Mosto Mat, uno de los clientes más importantes del laboratorio.
Además si se tiene en cuenta que San Juan produce el 94 por ciento de las pasas del país, y de ese total cerca del 80 por ciento va a países donde el análisis de micotoxinas es obligatorio, la acreditación de este laboratorio es de vital importancia. "Para nuestra empresa ha sido fundamental contar con el Instituto de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería, ya que de esta manera contamos en la provincia con el apoyo de profesionales altamente capacitados en micotoxinas, logrando con esto el asesoramiento e investigación en forma continua y enfocado a minimizar rechazos por detección de estas sustancias", indica Ernesto Meló, director del departamento de Calidad de 3 MG S.A, uno de los principales clientes paseros del LAPRIQ.
Debido a que existen pocos institutos en Argentina para detectar Ocratoxina A en pasas de uva, ésta y otras paseras debían enviar sus muestras a Córdoba o Buenos Aires, con todo lo que eso significa en pérdidas de tiempo y dinero.
"El análisis lo exigen principalmente los países de la Unión Europea, pero nuestra empresa al estar certificada con Normas Internacionales de Calidad e Inocuidad, como la ISO 22.000/2005, HACCP, lo controla para todos los mercados que envía sus productos. En el país las empresas también empiezan a exigirlo, cada vez es más común encontrarlo dentro de las especificaciones de compra de pasas de uva", explica Meló.
El camino
Este laboratorio se gestó gracias a la necesidad que planteó el sector pasero que promovió la firma de un acta intención entre la Universidad Nacional de San Juan y la cámara que los agrupa con la finalidad de adquirir equipamiento y montar un laboratorio para ese fin . "Son muchos los países de destino que exigen los análisis de toxinas y los paseros debían enviar las muestras a otro lugares, ni siquiera había algo a nivel regional y esto les complicaba la exportación de pasas. Así fue como el rectorado buscó la unidad académica más pertinente que fue ingeniería química. Se apeló a créditos de la agencia de formación científica y tecnológica (Fontar) a través de la formulación de un proyecto con lo cual se pudo incorporar el equipamiento básico", relató Cristina Deiana del Instituto de Ingeniería Química de la UNSJ.
Luego se inició el proceso de calidad para acreditar el laboratorio por las normas ISO 17025 y la IRAM 302, y luego el proceso de acreditación que llevó un tiempo considerable. Ahora está en pleno funcionamiento, coordinado por su directora, la ingeniera Nora Martínez, con un equipo de 15 profesionales del Instituto de Ingeniería Química (ingenieros, licenciados y doctores en Química, y Licenciados en Alimentos), quienes tienen a cargo diferentes áreas y actividades.
"Somos muy estrictos, las muestras deben llegar en las condiciones exigidas ya que el muestreo siempre lo hace el cliente. El procedimiento es muy riguroso y los resultados se entregan en formularios especiales con total confidencialidad", explica Nora.
En general los que solicitan el análisis de micotoxinas (Aflatoxinas y Acrotoxinas) son empresas exportadores y en una mínima medida aquellos que "toman conciencia de la necesidad de hacerlo. No hay que olvidar que estas sustancias son generadas por hongos y pueden dañar el organismo. Las micotoxinas son esencialmente cancerígenas, nefrotóxicas, teratogénicas, por eso otros países piden ese análisis, no así a nivel interno", explica la directora.