Estamos en la era del consumismo y solo deseamos tener eso o aquello y más en el mundo de la moda. El alcanzar el calificativo de "buen gusto" al vestir no trata de relacionarse con el poder adquisitivo. Algunos expertos dicen que el buen gusto es algo innato y es el reflejo de la personalidad y la forma de ser de cada uno; son un conjunto de características a nivel externo e interno; cómo habla, cómo se mueve, cómo se viste una persona determinan su encanto y magnetismo social, opina Maruxa Carvallo, creadora del blog SexyInTheCity.es.
Pero el alcance es mayor por esto se puede decir que tanto el buen gusto, como la belleza o la elegancia, es un concepto subjetivo, aunque todos acabamos reconociendo cuando algo es de buen gusto porque va ligado a la naturalidad, al comportamiento exquisito, al respeto y la cortesía. Y, luego eso se traduce en todos los ámbitos: en vestir en función de la oportunidad (según tu forma de ser, tu identidad, el acto al que asistes, etc.), en decorar acorde a lo que quieres transmitir, o en cuidar a tus invitados con una mesa bien presentada.


El debate es un planteamiento que en el siglo actual se deja llevar por otros parámetros, marcados por las tendencias.


Francisco Zito, diseñador de moda sanjuanino fue consultado para dirimir este cuestionamiento y así opina:


"Antes que nada, debo aclarar que para hablar de gusto debo acotarme a occidente y la llamada cultura occidental y de ahí, partir de la base que indica que el buen gusto parece ser la facultad de aceptar lo bello y rechazar lo feo.
Para algunos es lo que nos lleva a juzgar qué es lo mejor en todas las actividades; en el vestido, en las modas, en el arte, en las comidas, bebidas, etc.

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En el siglo XVIII, Hume, entre otros postula el buen gusto como patrón universal para medir el progreso de la cultura. En todas las épocas la reflexión en torno del gusto ha constituido una constante. En estos casos el término buen gusto se relacionó con las sociedades altas, capaces de sentir o apreciar la belleza y tener la sensibilidad para tal fin.

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Kant dice, "el juicio del gusto, no es un juicio de conocimiento. No hace falta conocer el objeto de la representación para hacer un juicio estético si el único fin es obtener placer de la contemplación. Lo que importa es la satisfacción obtenida". Pero no todos tenemos el mismo juicio sobre el gusto, cada quien lo tiene desarrollado de diferente manera, según su educación. Para tener una visión más amplia y clara sobre el tema, en el siglo XVIII se asocia el buen gusto con el placer y la sensibilidad.


En la actualidad, el gusto puede ser influido por lo que sucede en su entorno. Pues se ve claramente en la sociedad de consumo cuando algo se pone de moda y se extiende como una especie de contagio. ¿A esto podemos llamarle buen gusto? ¿O es solamente una manera de pertenecer?

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Desde luego, ahora no podemos hablar de buen gusto sin tener en cuenta que es la combinación de un deseo estético y la búsqueda de satisfacerlo. Más bien hay que pensar que no podremos acceder a ciertos parámetros o consideraciones sobre gusto sin el conocimiento que ello exige. Por ejemplo, en vestimenta, tenemos que saber cuál es la calidad de los materiales, la precisión del corte, el ensamblaje de las piezas. También, tener en cuenta que hablamos de actos de creación, por lo tanto tienen un valor altamente simbólico y como ya sabemos el capital simbólico cuenta con lenguaje, con convenciones, con estilos. Quien ignore este lenguaje, se priva de comprender sus significaciones en el mundo de la moda y por lo tanto su alcance; por esto cualquier juicio de gusto se hace casi imposible si se ignoran las condiciones de existencia de las piezas creadas en el mundo de la moda".