Cuando se habla de dietas o planes alimentarios en realidad siempre parecen estar más ligados a las mujeres que a los varones, sin embargo, éstos últimos no sólo se cuidan cada vez más si no que también consultan a profesionales de la salud para evitar o combatir enfermedades típicas de la adultez.
Los problemas más comunes están vinculados a la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia, que demandan una vida saludable y sobre todo una alimentación adecuada.
Silvina Rodríguez, licenciada en nutrición, explica que "las enfermedades crónicas degenerativas en la edad adulta son multifactoriales, es decir, tienden a estar asociadas a un conjunto de causas que se conocen como factores de riesgo. Entre éstos se encuentran los factores, genéticos, ambientales, de estilo de vida y sociales, así como sus respectivas interacciones. En muchos casos, una enfermedad intensifica el riesgo de otra. Por ejemplo, la obesidad contribuye al desarrollo de otras complicaciones como resistencia a la insulina, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia aumentando de esta manera el riesgo cardiovascular".
La especialista indica que muchos de los desarreglos de la salud están directamente vinculados con qué, cuánto y cómo come una persona, por lo que muchas veces se requiere un cambio de comportamiento y actitud.
En este sentido los aspectos dietéticos merecen especial atención en esta etapa de la vida. Aquí se detallan algunas consideraciones a tener en cuenta:
* Combinar los hábitos alimentarios saludables con otros también propicios para la vida como la práctica regular de ejercicio físico y reducción de tóxicos como el alcohol o el tabaco.
* Consumir alimentos ricos en sustancias antioxidantes. Los alimentos vegetales, especialmente las frutas, las verduras y las hortalizas, proporcionan abundantes sustancias con acción antioxidante que neutralizan la acción nociva de los radicales libres. Con los años, los radicales libres pueden producir una alteración genética sobre ciertas células, aumentando así el riesgo de padecer cáncer, y reducir la funcionalidad de otras, característica del envejecimiento.
* Cuidar la calidad de la grasa de los alimentos. Conviene reducir la grasa de origen animal (lácteos enteros, carnes grasas, embutidos, fiambres, etc. La grasa que abunda en estos alimentos es grasa saturada, que tiene la capacidad de aumentar los niveles de colesterol en sangre y de acumularse en las paredes de las arterias dificultando el paso de la sangre por ellas y aumentando el riesgo de cardiopatías. La reducción de la grasa no significa nada de grasa ya que la proveniente de ácidos grasos poliinsaturados y monoinsatuirados como el pescado, frutas secas y aceites vegetales deben estar presentes en la dieta.
* Comer diariamente frutas y verduras de todo tipo y color: las frutas y verduras aportan diversas vitaminas, minerales, fibra y agua y tienen bajo contenido en grasas. Una buena recomendación es ingerir cinco porciones de frutas y vegetales por día.
* Comer una amplia variedad de carnes rojas y blancas, retirando la grasa visible: las carnes complementan el resto de los alimentos y no deberían ser consideradas como plato único.
* Preparar las comidas con aceite preferentemente crudo y evitar la grasa para cocinar.
* Disminuir el consumo de azúcar y sal, ya que la reducción de esta última previene la hipertensión arterial. Cocinar con poca sal y realzar el sabor de las comidas con especias y hierbas. Evitar llevar el salero a la mesa.
* Tomar abundante cantidad de agua durante todo el día.
* Aprovechar los momentos de las comidas para el encuentro y el diálogo con otras personas. Comer es mucho más que alimentarse. Para el ser humano es también una forma de relacionarse consigo mismo y con su entorno.
* Seguir un plan regular de ejercicios. La falta de tiempo, de ganas o de un espacio físico son, generalmente, buenas excusas para quedarse quietos. Realmente, el ritmo de vida (trabajo, casa, pareja, hijos, etc.), deja poco espacio para cuidarse, pero dedicarle al cuerpo 30 minutos diarios al menos 5 días a la semana puede generar grandes cambios en la salud. Siempre existe una alternativa para ganarle tiempo a la rutina y destinarlo a cuidar la salud a través del ejercicio.
* Es aconsejable mantener los horarios de comidas de un día para otro y no saltear ninguna. Realizar comidas irregulares y dejar pasar demasiado tiempo entre ellas produce que en la próxima comida se consuman mayor cantidad de alimentos por lo cual no se alcanza a distinguir la diferencia entre apetito y hambre.
* Se recomienda distribuir la alimentación diaria en 4 comidas principales y valorar el consumo de colaciones.
* Comer despacio, de manera relajada y dedicar como mínimo 30 minutos a esta parte tan importante del día. En caso de estar preocupado, ansioso o enojado, es mejor buscar en un lugar tranquilo, cerrar los ojos, respirar profundamente y relajarse; y después, cuando uno ya está repuesto, dedicarse a comer.
