El obsesivo es aquel que tiene un exceso de meticulosidad. Hay muchas personas que son detallistas. Son muy trabajadoras y eficaces porque siempre están haciendo algo y no pueden detenerse. Pero cuando arrancan una actividad, van abriendo ventanas.

Por ejemplo, un papá dice: “Voy a pintar la habitación del nene”. Entonces mueve los muebles, los cubre y empieza a pintar. Mientras va pintando, mira a su alrededor y dice: “Acá sería lindo dibujar unos barquitos”. Así que sale a comprar la pintura para los barquitos. Mientras los está pintando, observa el techo y dice: “Sería bueno cambiar la lámpara”. Va a comprar la lámpara, pide siete modelos distintos y elige uno. Cuando coloca la lámpara, dice: “Esta columna necesita tener un marco” ¡tarda siete meses y medio para pintar la habitación del nene!

¿Qué le sucede al obsesivo? No cierra temas, sino que va abriendo ventanas. Es decir, que hace un trabajo y en el transcurso del mismo descubre que puede hacer esto y aquello. Todo lo que ve es correcto, lo hace demasiado bien, pero no termina de cerrar lo que comienza. Como resultado, es lento. Mientras una persona va y pinta cien habitaciones, el obsesivo pinta diez solamente. Disfruta del proceso pero no disfruta del cierre del suceso. Disfruta más de las cosas que va haciendo que de decir “terminé” y, a veces cuando termina, se deprime un poco.

¿Cómo es una persona sin obsesión a diferencia de una persona obsesiva (no me refiero al trastorno de la personalidad sino a alguien con obsesión)?

Una persona normal sueña cosas grandes y se mueve para alcanzar esos sueños. Un obsesivo tiene sueños grandes pero nunca los alcanza porque siempre le agrega elementos nuevos antes de llegar a la meta.

Cuando se equivoca, una persona normal corrige el error, aprende de este y sigue adelante. Un obsesivo, cuando ve o le muestran un error, siente bronca y le molesta. Si se lo muestran ante los demás, se siente peor porque no se dio cuenta él mismo. Y mientras lo va corrigiendo, descubre otro error y otro error y otro error y nunca termina de llegar a la meta.

¿Cuál es el lema de una persona con buena estima? “Yo puedo”. En cambio, el lema de un obsesivo es: “Se puede mejorar”.

El obsesivo no sabe (ni quiere) delegar, ni armar equipos, porque piensa: “Como yo, nadie lo va a hacer”. Si delega, supervisa todo el tiempo y termina agotando la paciencia del supervisado. Es un mal supervisor porque se pierde en el detalle: ve el árbol pero no ve el bosque.

El problema de la obsesión es que nos hace ver el detalle pero no el cuadro completo. Cuando perdemos de vista adónde queremos llegar, cuál es nuestro objetivo, nos perdemos en el árbol (los detalles) y nos quedamos ahí, dando vueltas. Esto ocurre porque no tenemos en claro adónde va dirigida nuestra vida.

En este año que está comenzando, ¿tenés en claro cuál es tu visión, tu meta hacia donde te vas a dirigir?

 

Bernardo Stamateas: es un psicólogo argentino, nacido en el barrio porteño de Floresta y de ascendencia griega. Luego de cursar la secundaria en los colegios Larroque y Mariano Moreno estudió Licenciatura en Psicología en la Universidad Kennedy.

Es un destacado escritor y conferencista a nivel nacional e internacional. Sus libros hoy son leídos por todos los sectores de la sociedad. Varios de sus libros se convirtieron rápidamente en best sellers del mercado argentino.