Aunque explícitamente no se lo relaciona, la figura del salteño General Martín Miguel de Güemes, tuvo relación directa con la declaración de nuestra independencia. Hay que recordar el contexto americano en que tuvo lugar aquel suceso liminar de nuestra historia.

En 1816 el escenario de América del Sur fue aciago, ya que la mayor parte de su territorio se encontraba en poder de los españoles, consecuencia de la derrota sufrida por Simón Bolívar. No es erróneo afirmar que en esos momentos nuestra tierra se sostenía gracias al denodado esfuerzo de Güemes, quien junto a sus tropas -verdaderos centauros- frenaban el avance realista. Este gaucho pertenecía a una familia de la alcurnia salteña, aunque empobrecida, quien luego de estar en Buenos Aires destacándose en varias patriadas y sucesos cumbres, regresó a su provincia junto con los refuerzos del General José de San Martín.

A partir de 1814 comenzó a destacarse, empleando particulares estrategias de combate -guerra de guerrillas-, que se basaban en acciones fulminantes de partidas a caballo, para luego retirase precipitadamente, empleando solamente lanzas y carabinas. Esta táctica que les obstruía el paso a los españoles hacia el sur, ganó el apoyo del gobierno porteño y el de su propio pueblo. Al hacerse cargo el Libertador de la jefatura máxima del ejército en reemplazo de Manuel Belgrano, le encomendó a Güemes la conducción de sus gauchos, cuya misión era hostilizar y detener el avance enemigo. Tan convencido estaba San Martín en el accionar de Güemes, que en una carta a su amigo Tomás Guido, en junio de 1816, le expresaba: "’Mucho dificulto que Pezuela avance a Jujuy, y si lo hace sale mal, o por lo menos hará una marcha infructuosa. Para hacer intransitables aquellos países no se necesita un solo soldado: sobra con la gauchada para que se mueran de hambre…”.

Para el año 1816 Güemes fue elegido gobernador por el cabildo salteño, gestión que tuvo que soportar la resistencia de las elites provincianas, ya que impuso el pago de impuestos para solventar su campaña militar. La independencia finalmente se declaró, pese a la delicada situación del naciente Estado, con conflictos internos como las desavenencias que se suscitaron con Rondeau. Luego de la declaración, el 6 de agosto de 1816, Güemes daba a conocer una proclama colmada de gloria, en la cual hacia referencia "’al momento feliz de ver decretada y sancionada nuestra suspirada Independencia (…) esa Soberana Corporación (el Congreso) que nos preside y que ha arrancado de raíz esa horrorosa anarquía que nos desolaba y ha sido origen de nuestros infortunios…”.

(*) Magister en Historia.