Cuando los medios europeos debaten en estos días sobre la vida del rey emérito de España Juan Carlos I, ante la aparición de sus memorias, “Reconciliación”, todavía no presentadas en España, vienen a mi memoria momentos extremos en la vida del monarca que conocí cuando cubrí dos veranos, en la década del ’90, las vacaciones de la familia real española en Palma de Mallorca. Pero miremos un poco más atrás.
Como “estila” a un auténtico borbón, según la historia íntima de esta larga dinastía, el rey Juan Carlos había comenzado a tener flirteos apenas comenzar a vivir en Madrid, en el hogar que el entonces dictador Francisco Franco le preparó a la pareja: el palacio de la Zarzuela.
A Juan Carlos le gustaba “escaparse” de esa residencia en las tardes para andar en moto como uno más por las calles de Madrid, enfundado en un jean, camiseta y casco reglamentario. ¿Quién lo iba a reconocer así vestido?
Esas salidas, al parecer, no eran siempre familiares o por amistades. Mucho tiempo despues, ya casado con Sofía, la princesa griega convertida en reina consorte española, recuerdo perfectamente que en uno de sus veraneos familiares en Palma de Mallorca (España), a la custodia del rey “se le perdió Su Majestad”. Hasta nos preguntaron a los periodistas que viajamos allí a cubrir el mes de vacaciones de la familia real, si lo habíamos visto. “Desapareció” en moto.
Visitas furtivas
Entre cuchicheos se decía que tenía una amiga mallorquina a la que visitaba furtivamente. Todo iba en voz baja, hasta que un año despues la revista española “Época” rompió el secreto publicando en toda su portada una foto de la señora en cuestión, con este epígrafe: “La amiga del Rey”.
Decir amante ya hubiera ocasionado problemas algo mayores en España. Todavía se cuidaba mucho desde la prensa la imagen de la familia real. Pero esta publicación, así tan explosiva tapa, llegó a manos de la reina Sofía allí mismo en la isla cuando todavía estaban de vacaciones.
La imperturbable reina montó en cólera a su modo. Cauta pero contundente, más aún cuando a la sazón su relación con el rey ya no era ni por cerca normal, esperó reunirse con su esposo en su residencia veraniega del Palacio de Marivent y le hizo “mil preguntas” sobre la señora de la revista. Y si bien esta vez Sofía tuvo la evidencia de la furtiva de Juan Carlos, sabía que no era la primera vez que había salido con otras mujeres más que amigas, y por ello la relación conyugal del matrimonio que reinó en España entre 1975 y 2014 llevaba varias décadas de crisis.
Crisis matrimonial
Terminadas las vacaciones, la falta de diálogo de tan augusto matrimonio se manifestaba en el interior del palacio de la Zarzuela (sede la Jefatura del Estado y de la familia real española), donde no comían juntos ni se dirigían la palabra, pero no sucedía lo mismo en actos públicos o salidas por agenda, ya que, decía la reina que había que “preservar la monarquía por encima de todo”.
El espíritu griego de la reina Sofía está impregnado también de sangres alemana, rusa e inglesa que corren por sus venas. Y a su imagen y semejanza crió y educó a su único hijo varón, Felipe VI, actual rey de España.
De todas maneras, las crisis en los matrimonios reales no son nuevas. Y la de Juan Carlos I y de su esposa, Sofía, no fue una historia de amor, según los especialistas en matrimonios reales europeos con los que hablé mientras estuve acreditado periodísticamente en la Casa Real.
Seguro hubo alguna química en sus años de noviazgo y sus primeros de matrimonio, pero nada más. Fue una de las últimas parejas reales que se formaron sobre la base de puntuales estrategias de los antiguos reyes europeos. Y desde aquella situación vivida en Mallorca, la prensa española dejó de “cuidar” la imagen de la vida privada de los reyes y sus hijos como personajes públicos por definición que son.
Ahora, el libro con las memorias de Juan Carlos estará a la venta en pocos días en todo el mundo, ya que acaba de presentarse por primera vez en Paris.
* Periodista. Autor de “Vida de Reyes, cómo y porque sobreviven las monarquías europeas”, Emporio Ed. Córdoba.
