Por Orlando Navarro – Periodista

con las designaciones de Manuel Adorni y Diego Santilli, dio la impresión que el gobierno daba por terminada la feroz contienda desatada entre sus colaboradores más íntimos. Impensadamente fue Mauricio Macri quien volvió a agitar las aguas, y los rumores, alrededor de la Presidencia. Como se sabe, el ex presidente salió con el rostro descompuesto de la reunión aquella en Olivos y en sendos tuits de alto voltaje emitidos posteriormente, deslizó que Milei no lo había escuchado, se molestó con la salida de Guillermo Francos y que Adorni, el nuevo Jefe de Gabinete, ‘no tenía experiencia‘ para esas funciones.

Luego declaró que no estaba enojado sino decepcionado, y más tarde, en un seminario, expresó que no le gustaban los líderes ‘narcisistas’’, sin empatía, y con cierta inclinación al populismo. con inocultable malicia agregó ‘y sin familia‘. Estaba hablando del mundo, pero la referencia a Milei era indisimulable. Sin embargo se encargó de decir que el ‘rumbo esencial del gobierno es el correcto’’.

¿Qué le quiso decir con ‘narcisista’?

En la mitología griega, Narciso fue famoso por su extraordinaria belleza y arrogancia. Tanto fue, que se enamoró perdidamente del propio reflejo de su rostro en un estanque, lo que provocó su muerte. En pocas palabras, un ególatra pagado de sí mismo.

¿Será de verdad Milei, un narcisita-populista?

Esto me movió a revisar cómo fue Macri, en ejercicio de la Presidencia, en administrar los movimientos de sus funcionarios más cercanos, donde influyó mucho su Jefe Gabinete, Marcos Peña. Alguien que, luego se comprobó, manifestó ser dañino e incapaz en el ejercicio de su función. Peña, poco a poco, se encargó de ir descabezando los ministros que brillaban con luz propia, en esos dos primeros años tan exitosos de Macri en la presidencia. Que le hicieron ganar con holgura las elecciones de medio término de 2017.

Haciendo memoria, el primer caso de desplazamiento fue el sorpresivo alejamiento de Isela Constantini de Aerolíneas Argentinas. ‘Me echaron‘ dijo tajante en un reportaje. Según se informó, en menos de un año de gestión había bajado el déficit de Aerolíneas a la mitad, el personal agradecía su gestión pero, al parecer, no era disciplinada y no homogeneizaba con el resto ‘del equipo’’.

Segundo caso fue el de Alfonso Prat- Gay. Había sido protagonista de la salida del cepo cambiario y de la normalización de las relaciones internacionales. ‘le gusta cortarse solo, no sabe jugar en equipo‘, se le oyó decir a Marcos Peña.

El tercero, fue el desplazamiento de Carlos Melconián como presidente del Banco Nación. Tras elogiar su gestión, el Presidente lo despidió en Olivos. Paradójico. Pasó el tiempo y el economista contó que Macri y su círculo ‘lo rajaron’’ por no aflojar fondos desde el Nación.

‘Me querían sacar la plata’’, contó. Luego le tocó el turno a Susana Malcorra, a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores y con sobrados antecedentes para esa área. Ella manifestó tras su alejamiento: ‘sobre todo el Presidente ha sido muy abierto a las expectativas que tenía como Canciller, y que no siempre han coincidido con la que tiene la Jefatura de Gabinete’’. Posteriormente sobrevino el alejamiento de Alberto Abad, un ejecutivo altamente capacitado para la función, a la conducción de la entonces AFIP.

Una de las últimas encerronas de Macri, fue a María Eugenia Vidal, por entonces gobernadora de Buenos Aires, y por largos meses la política con mejor imagen. Incluso que la de Macri.
Vidal le propuso desdoblar las elecciones de 2019, con el inocultable propósito de no ser arrastrada por la posible, luego confirmada, derrota del oficialismo a nivel nacional. No se lo permitió. Se impuso el clásico ‘si nos ahogamos, nos ahogamos todos’’ Y fue así nomás, perdió a manos de Kicillof, y de ahí en adelante su figura se fue desdibujando y ahora, en diciembre, dejará de ser legisladora.

Pero el golpe final de Peña fue cuando le propuso a Macri, el 28 de diciembre del 2017, comenzar a hacer ‘gradualismo’’ para las elecciones presidenciales de 2019. Supuso, y Macri le creyó, que un poco de populismo, no vendría mal para alejar la posibilidad de un triunfo de Cristina.

El recordado ‘28-D’’, fue una convocatoria para anunciar una modificación, a la suba, en las metas de inflación, en un gobierno que había prometido lo contrario. Se anunció que la meta de inflación para 2018 no sería entre el 8 y el 12%, sino del 15%, y que para 2019 esa meta pasaba de 5% al 10%. A esto se le llamó ‘recalibraciòn’’ pero se convirtió en el principio del fin del gobierno.

Las cuentas se desmadraron e inmediatamente después de la derrota en primera vuelta a manos del kirchnerismo, el dólar paso de $ 40 a $ 60.

Con Alberto Fernández en la presidencia, se perdió definitivamente la paz cambiaria, subió la inflación, volvió el ‘cepo’’ y todo el descalabro que trajo, en 2023, al outsider Milei al poder.

Esa es la historia de Mauricio Macri en la administración de su equipo. Se lo puede escuchar, pero no puede imponer. Al supuestamente ‘inexperto’’ Adorni, economista de profesión, seguramente no se le ocurrirá proponerle a Milei abandonar el equilibrio fiscal. De modo que el ex presidente debería ser más respetuoso de las decisiones de Milei en cuanto a sus ministros, llamarse a silencio y seguir acompañando, si realmente piensa que se está en el camino correcto. Como ha dicho.