En el trabajo titulado “Historia de la Instrucción Primaria en la República Argentina. 1810-1910”, de Juan P. Ramos, se afirma que en vísperas de la Revolución de Mayo “no es posible siquiera suponer la existencia de una idea directriz, de carácter científico, en la enseñanza argentina, fuera ella la superior o la primaria”.
Quizá por eso, en marzo de 1810, el general Manuel Belgrano, considerado el propulsor de la Educación en el Río de la Plata hasta su muerte en 1820, llamó la atención de todos en un artículo sobre sus puntos de vista en materia de organización de escuelas.
Para el citado autor que publica este análisis, el brillante militar presintió el estallido inminente de la Revolución, y “quiso dar al nuevo gobierno una fórmula concreta de política educacional”. Y agrega: “Ya no encubre la crítica a las autoridades españolas, que con maestría supo disimular en todos sus actos.
No tenía ya por qué hacerlo quien sabia que de un momento a otro iba a estallar el movimiento revolucionario que el mismo había contribuido a preparar”.
Comenta a su vez que para Belgrano la educación se halla en “estado miserable”, y las escuelas funcionan “sin unas constituciones formales, sin una inspección del gobierno, y entregadas acaso a la ignorancia misma, y quien sabe si a los vicios.”
El creador de la bandera, se preocupó en incluir a las mujeres en la educación formal con los mismos derechos que los hombres y consideró la enseñanza primaria como base fundamental en la organización social.
Educación como base en la organización social
En síntesis, el creador de la bandera, que se preocupó en incluir a las mujeres en la educación formal con los mismos derechos que los hombres, consideró la enseñanza primaria como base fundamental en la organización social.
En otra publicación Antonino Salvadores habla sobre la Educación en San Juan cuando se produce el nacimiento de la Patria y hasta la sanción de la Ley 1420 y apunta que “en 1810 existía en San Juan una escuela estatal y una privada que dirigía el presbítero Manuel Torres y que fue clausurada en 1811 “por falta de fondos.”
Tras citar un inventario realizado en esta última escuela en 1809, destaca que, además de muebles propios de un aula, había una imagen de Nuestra Señora de Loreto y “un pendón o cruz con que los niños iban a misa”. Afirma también Salvadores que en 1811 la escuela “tenía ciento doce alumnos y el edificio continuaba en estado ruinoso”.
Recordemos que la escuela pública se encontraba sobre la actual calle Mendoza a la altura de la moderna intersección con la actual avenida Ignacio de la Roza.
Las características de aquella sociedad de la primera década del siglo XIX, forjaron las casas patricias de San Juan, “frutos del clima, la raza y la formación del carácter en la vida de un pueblo”, según reconoce Horacio Videla en su “Ocho conferencias y una más”.
“Pequeña ciudad polvorienta…”
A su vez, en un inolvidable retrato de aquel San Juan, Margarita Mugnos de Escudero, prestigiosa docente de la primera mitad del siglo XX, madre del notable poeta Jorge Leónidas “Chiquito” Escudero, describía la entonces aldea “como una pequeña ciudad polvorienta acuciada por el desierto contra los meandros del río y vigilada por la enigmática montaña.
Ciudad niña dormida en el regazo de noches sin ruidos, desperezándose al alba con los maitines de sus campanarios recogiéndose al anochecer con el toque de oración que dilatase desde el poblado hasta los higuerales y viñedos de extramuros. Como muerta en invierno, bajo el helado sur, cuando la vida se concentra junto a los braseros y fogones”.
Y faltaban pocos años para que Domingo Faustino Sarmiento en aquel mismo escenario que acabamos de imaginar, el 9 de julio de 1839 fundara el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa de América (hoy Colegio Santa Rosa de Lima), para solucionar la falta de escuelas destinadas a la educación de la mujer, considerada fundamental “para reformar la sociedad”.
El proyecto de creación de este colegio fue del tío segundo de Sarmiento, fray Justo Santa María de Oro y Albarracín, y apoyado por Esteban Echeverría, Antonino Aberastain, los hermanos Rawson e Indalecio Cortínez y Manuel Quiroga Rosas, entre otros.
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista
* Fuentes: “Historia de la Instrucción Primaria en la R. Argentina 1810-1910”, Juan P. Ramos, Tomo II, Jacobo Peuser, Bs.As. 1910; “La Instrucción Primaria desde 1810 hasta la sanción de la Ley 1420”, Antonino Salvadores, Talleres Gráficos Min. Educación, Bs.As., 1941; “Ocho conferencias y una más”, H. Videla, F. Cultural Bco San Juan, 1963. museosarmiento.cultura.gob.ar

