“Muy contento de volver, porque hace mucho que no venía”, dice Raúl Candal, director artístico del Ballet Juvenil de Julio Bocca y ex director y primer bailarín del Teatro Colón, entre otros logros. “Es bueno ser esperado, siempre me han tratado con mucho cariño”, agregó en charla con DIARIO DE CUYO uno de los referentes más queridos, admirados y respetados del ambiente, formador de grandes figuras, quien está en provincia dictando un seminario intensivo de técnica clásica en el Studio Uno -que dirigen Alejandra Lloveras y Celina Castro- con el compromiso y la pasión que lo caracterizan.

“Siempre he tratado de darle a mis alumnos lo mejor de la experiencia vivida. Tuve la gran suerte de tener maestros muy importantes y coreógrafos de primer nivel de quienes aprendí directamente los ballets más importantes del repertorio, algo muy bueno para un bailarín porque no solo se aprenden pasos sino el contenido, que es lo fundamental de la danza. La técnica es simplemente una disciplina para poder expresarse, la verdadera razón es la comunicación con el público”, declaró al comienzo de una charla donde abordó distintos matices de su profesión.

– Desde los ’70 hasta hoy ¿qué cambió notoriamente en el mundo del ballet?

– Lo que ha cambiado esencialmente es la forma de entrenar, han evolucionado el entrenamiento y sus métodos. Ahora se tiene una mayor conciencia de lo físico, de cómo se tiene que trabajar para que el cuerpo rinda más y no se lastime; antes no se tenía muy en cuenta eso, era una cosa muy rígida. También pasaba que el bailarín clásico se enfocaba en esa disciplina toda su vida, mientras que ahora se busca un bailarín más completo, aún las compañías más clásicas -que quedan pocas- buscan bailarines más versátiles. Y además la forma de enseñanza ahora es más individual: antes era una clase para todo el mundo, el que la seguía, bien; y el que no, pobrecito, quedaba en el camino. Hoy los maestros tenemos conciencia de que cada persona tiene diferentes condiciones y en base a eso hay que trabajar con cada alumno, porque defectos tenemos todos. Y también se tiene más en cuenta la parte psicológica del bailarín, que es muy importante.

– Es un trabajo casi artesanal el del maestro…

– Así es, cada “producto” es artesanal, somos seres únicos e irrepetibles y así hay que trabajar. Si bien los pasos son iguales para todos, porque hay una técnica, una disciplina que respetar, la diferencia está en el cómo.

– Se ha dicho que un maestro puede frustrar a un artista en formación. ¿Cuánto peso tiene eso y cuánto el saber sobreponerse a eso?

– Bueno, a veces el maestro no es muy consciente de lo que está suscitando en ese momento, pero la danza clásica necesita de personas que puedan afrontar la frustración con mérito, que puedan sobreponerse porque esta es una carrera muy difícil. El que llega al escenario es quien trasciende la frustración… Por más que tal maestro diga una cosa, ir por encima de eso o bien cambiar de maestro. Yo creo que el alumno tiene que elegir al maestro y no al revés…

– ¿A ver?

– Cada bailarín construye su carrera, es así, y es muy importante que esté convencido de que la persona que tiene al frente le está dando lo mejor y también ver en su propio ejercicio que está mejorando. Hay maestros muy buenos y bailarines súper profesionales que no cuajan, entonces también es una cuestión de feeling y de confiar en uno u otro. Lo que antes pasaba también es que los maestros eran muy celosos y no compartían a sus alumnos. Hoy el alumno elige, tiene la libertad de decir “hoy voy con fulana y mañana, con mengano”.

– Y en el mundo de hoy las posibilidades de buscar y conocer están a un click…

– ¡Indudablemente, el acceso que da internet es muy superior! Nosotros teníamos que esperar a que viniera un bailarín o un maestro importantes, que afortunadamente en el Colón pasaba a menudo. Hoy, poder mirar diferentes escuelas, bailarines, coreógrafos, maestros y hasta poder comparar hace que el aprendizaje se enriquezca mucho más rápido. El mundo está muy cerca para los chicos de hoy…

– ¿El Colón sigue siendo “La Meca” para bailarines argentinos?

– El Colón sigue siendo un referente, que debería aggiornarse. En mi particular visión, debería abrirse a otras ideas, sobre todo la escuela. La expectativa sigue estando, porque es una compañía de jerarquía, pero hoy el bailarín bueno bueno bueno aspira a una compañía internacional, porque se trabaja de otra manera, muchas más funciones por año, y por supuesto la paga es mucho mejor. De hecho tenemos muchos bailarines argentinos triunfando por el mundo…

– Usted ha sido maestro de Marianela Núñez (Royal Ballet), Herman Cornejo (American Ballet Theatre), entre otros… ¿Qué siente al verlos triunfar? 

– Por supuesto que un gran orgullo de haber contribuido a su formación. Hoy en día los alumnos no son posesión del maestro, a mí me gusta decir que hice un aporte en un lapso de tiempo para que esa persona llegue adonde quería estar.

– Volvamos al principio, con un giro: Desde los ’70 hasta hoy ¿qué no ha cambiado en el mundo del ballet?

– La pasión del artista por trascender con su arte, la pulsión de estar en el escenario, de conectarse con la gente y hacer que esa gente pueda conectarse con sus propias emociones. Eso es inmutable, la pasión, sea la generación que sea.