Su primer contacto con ella fue a los 17 años. Después de dos décadas, y de casi perder la vida, la dejó de consumir. Pero, pese al paso del tiempo, no se permite olvidar el “infierno” que vivió porque eso lo ayuda a convencerse de que nunca más quiere pasar por lo mismo. Es Fabricio Valenzuela, quien con ayuda del boxeo pudo salir de las drogas y, ahora, les enseña gratis este deporte a los chicos adictos en recuperación que asisten a los centros estatales. Dijo que no lo hace para convertirse en su ejemplo, sino para demostrarles que, aunque cueste, las adicciones se pueden superar.

A los 36 años Fabricio Valenzuela tocó fondo. Tras 16 años de consumir cocaína decidió buscar ayuda para “revivir”. ‘Era un muerto en vida. Me separé de mi esposa, casi pierdo a mi hijo de 5 años, vivía drogado y tirado en la cama con depresión. Hasta intenté quitarme la vida. Dios no quiso que muriera y después de unos años entidí porqué. El me tenía una misión, la de ayudar a los chicos a salir de las drogas’, dijo el hombre que actualmente tiene 44 años.

Fabricio dijo que decidió buscar ayuda para comenzar con la rehabilitación. Empezó el tratamiento psicológico, pero su especialista le dijo que debía combinar la terapia con alguna actividad física. Y, en esta época en la que consideraba que ya era inmune al dolor decidió practicar boxeo. ‘Desde chico quise practicar boxeo pero no lo hice porque me daba miedo a que me pegaran demasiado fuerte. Una vez que comencé a practicarlo me di cuenta que en realidad este deporte es como una especie de escudo que te protege de mucho más que de un par de golpes. Te da seguridad y autoestima para que comprendas que sos importante y que nadir más que vos te va a cuidar’, dijo el deportista.

Gracias a la practica de este deporte, Fabricio logró bajar más de 30 kilos. Paso de pesar 132 a pesar 97 kilos y recuperó su condición física y de salud para retomar el trabajo de chofer en la cordillera. Aunque esto no fue del todo suficiente para no querer tirar la toalla en algunos momentos. Fue entonces que sintió que Dios puso ‘ángeles’ en su camino. ‘Una vez nos quedamos varados con otros choferes en la cordillera. Entre la abstinencia, el extrañar a mi hijo y el sentirme solo, me comenzó la angustia y ansiedad. Entonces me acerqué a uno de los choferes que estaba tomando mate y al que ni conocía. Necesitaba conversar con alguien para distraerme. Le conté que había comenzada a practicar boxeo. Y ahí me dijo que él era Roberto Albarracín, un boxeador profesional. Y se ofreció a entrenarme en plena cordillera. Fue en ese momento que mi vida cambió por completo y que descubrí cual era mi misión’, dijo Valenzuela.

En sociedad con Roberto Albarracín, Fabricio abrió Boxing San Juan, un espacio donde enseñar boxeo, especialmente a los chicos con consumo problemático que iniciaron un tratamiento de rehabilitación en los centros de asistencia estatales. Este gimnasio lleva 5 años funcionando con este costado solidario. “Hable con Daniela Merlo, de la Dirección de Prevención y Asistencia de los Consumos Problemáticos, para que me permitiera enseñarles boxeo a los chicos que van a los centros de asistencia y tratamiento, y también darles charlas de motivación y así lo hago hasta el momento. Incluso hay chicos que después de estar en la terapia durante la mañana y de participar del taller de boxeo en el centro, por la tarde vienen al gimnasio a seguir entrenando. Esa es mi mejor recompensa”, sostuvo el boxeador.

Actualmente son unos 150 chicos los que van a practicar boxeo en Boxing San Juan, 20 de ellos son adictos en rehabilitación que buscan un entrenamiento más intensivo para dedicarse a este deporte con fines deportivos.

Enseñar este deporte gratis a estos jóvenes, no es la única actividad solidaria que lleva adelante Fabricio Valenzuela, Roberto Albarracín y el grupo de profesores que integran el staff del gimnasio. También colaboran con varios merenderos de diferentes departamentos. “Siempre digo que este gimnasio no es mío, sino de Dios, por todo lo bueno que nos permite vivir y compartir”, dijo Valenzuela.