Desde hace ya varios años ver al papá llevando a su hijo de paseo en el carrito, cambiando pañales o preparando su comida, por citar unos pocos ejemplos, se ha vuelto cada vez más cotidiano. Es lo que en psicología denominan crianza compartida, una evolución que se produjo a través de los años y que comenzó a ser más evidente a partir del 2010 aproximadamente cuando muchos padres decidieron ser protagonistas más activos. Silvana Bellotti, magister en Minoridad y Familia, escritora, docente, y destacada psicóloga local, habla sobre nuevos conceptos y la importancia “fundamental” del papá en el sano desarrollo de un niño.
– ¿Cuál es el rol del papá en la crianza de un hijo en la actualidad? ¿Ha cambiado respecto de generaciones anteriores?
Creo que hubo un cambio muy positivo y significativo porque en generaciones anteriores el rol paterno estaba muy centrado en la provisión económica y en una figura de autoridad. Claro que ésta debe seguir estando pero compartida, y una autoridad, como dice la etimología, para ayudar a crecer a sus hijos. En otras generaciones el papá estaba presente pero distante emocionalmente, por lo que la crianza y el cuidado afectivo era exclusivo de la madre u otra figura femenina. Ahora hablamos de una paternidad mucho más activa, más cercana, más sensible. Yo observo en el consultorio y en la experiencia con los pacientitos y los alumnos que cada vez más los papás buscan estar presentes desde el inicio, en el cuidado cotidiano, en formar parte del desarrollo emocional de sus hijos, en construir un vínculo sólido desde el cariño, la ternura, el juego, también en colaborar más en la crianza. Desde la Neurociencia y la Psicología del Desarrollo es muy importante la figura parental, hay estudios que han demostrado que los bebés cuyos padres se involucran activamente desde el nacimiento los chicos presentan mejores habilidades cognitivas, mayor desarrollo del lenguaje y pueden regular mejor sus emociones. La presencia del papá es muy importante y deja huellas neuronales reales. Otras investigaciones, particularmente una realizada en la Universidad de Oxford, dice que los hijos con padres emocionalmente disponibles tienen menos probabilidad de desarrollar trastornos de conducta en la adolescencia y mayores habilidades de empatía y resolución de conflictos. La idea no es sólo de lo que el papá va a hacer sino de cómo se está vinculando con su hijo, es decir más presencia, con mayor disponibilidad emocional. Algo muy bueno es que el papá ya no teme mostrarse sensible y puede expresar más sus sentimientos.
Los nuevos papás están construyendo un nuevo rol y muchos de ellos sin haber tenido sus modelos claros en su propia historia. Por eso necesitan que los acompañemos y no sólo validar a la mamá en el proceso de crianza.
-¿Cómo se complementan los roles de mamá y papá en este nuevo contexto?
Acá hay que ver primero ciertos términos. La complementariedad que implica que ambos aportan aspectos distintos pero valiosos en la crianza. Se puede usar mucho este concepto pero hay que tener cuidado en no caer en los estereotipos rígidos ya que ambos papás pueden ejercer múltiples funciones educativas y afectivas. El otro término que se usa ahora es la coresponsabilidad que enfatiza en que no se trata de una ayuda que uno le da al otro sino que es un compromiso compartido. En tanto la cocrianza que se usa mucho en Psicología Familiar implica una crianza colaborativa basada en acuerdos, comunicación y presencia activa de ambos cuidadores. Dicho esto hay que pensar que más que roles fijos hay que hablar de una coresponsabilidad y una cocrianza, es decir que tanto papá como mamá tienen la posibilidad de brindar contención emocional, poner límites con amor, acompañar el crecimiento. Cada adulto va a aportar desde su singularidad, por lo que se puede hablar de una complementariedad saludable donde no se repiten funciones sino que se van a enriquecer mutuamente. Lo importante es que ambos estén siempre listos emocionalmente, que se escuchen, que entre los padres acuerden criterios y puedan sostener juntos el desarrollo del niño.
Otro concepto es el apego seguro, así le llamamos en psicología a la posibilidad que el niño crezca seguro sabiendo que sus padres van a estar siempre con él aunque no estén físicamente presentes. No es tanto quien hace qué, si no como se complementan y se construye ese entorno seguro, estable y para eso uno debe ser predecible y amoroso. Es muy importante que el niño se nutra de mamá como de papá para conseguir ese apego seguro. Entonces lo fundamental es que no se repartan tareas rígidamente sino que se apoyen, comuniquen, alternen entre ellos y estén presenten.
– ¿Podrías dar ejemplos de cocrianza?
Un caso puede ser cuando un niño llega frustrado de la escuela porque tuvo un problema con un compañero. A lo mejor la mamá lo puede escuchar, lo contiene, lo abraza, valida lo que siente, y luego el papá – al llegar- puede retomar el tema y contar una situación similar que pasó de chico y lo ayuda a co pensar como puede ser la próxima vez. Así ambos acompañan la emoción pero desde lugares distintos. Otro vinculado a los límites es si el niño quiere seguir jugando con la tablet antes de dormir -algo que no hay que hacer-. En este caso lo ideal es que ambos estén presentes para recordarle que no se usa tecnología después de determinado horario, y el niño llora, mientras la mamá sostiene el mismo límite y lo ayuda a calmarse y quizá le lee un cuento. Ambos sostienen el límite pero uno pone la norma y el otro acompaña el proceso emocional que eso genera. Por eso es importantísima la figura del papá en la crianza, así es más fácil y se acompañan. Se trata de estar presente en algún momento del día, es decir que no se trata de ayudar al otro sino de trabajar en equipo desde ese momento compartido.
– Todo esto habla de una nueva generación de papás…
Sin dudas, claro que si hacemos un poquito de historia ha sido gradual. Si vamos a los años 60, 70 cuando aparecen los derechos de la mujer y los cuestionamientos de los roles tradicionales empieza a abrirse este concepto a toda la familia. Luego en los años 90 y 2000 aparece la Psicología del Desarrollo que habla más de la crianza, la autoridad de apego, aparecen las neurociencias, que ven la función paterna como una figura de sostén emocional.
Desde el 2010 en adelante hay cambios más evidentes porque los papás eligen ser protagonistas activos de la crianza, desde asistir al parto, tomar licencias de paternidad donde es posible, expresan más la sensibilidad, algo que antes estaba casi prohibido.
-¿Cómo debería ser el acompañamiento del papá?
Debe ser un acompañamiento saludable, la presencia -a pesar de las horas de trabajo-, es decir la conexión con el hijo, estar atento al él, mirarlo, escucharlo, conocerlo, poner los límites amorosos que dan estructura y seguridad, jugar, reir, conversar, también pedir disculpas cuando se equivocan para ir creando una relación auténtica y segura. No sólo estar en los cuidados físicos sino también en el apego seguro que mencionaba anteriormente. Es muy importante estar en momentos del día como por ejemplo en alguna comida, en llevar o traer de la escuela, una charla antes de dormir, pequeños gestos que los chicos perciben como “papa está conmigo”.
-¿Cuándo surge y a qué se denomina paternidad activa?
Es un término que surge de la Psicología del Desarrollo y la Neurociencia. Comprende la presencia real del papá para jugar, contener, hablar, participar en las decisiones de la crianza, desde acompañar en el parto, participar de la elección de la escuela, la responsabilidad en la tareas del hogar y el cuidado diario. Es la participación consciente en la crianza del hijo.
– ¿Qué impacto tiene en el niño las nuevas formas de paternidad?
Es muy positivo porque impacta en todo el desarrollo integral del hijo. Cuando papá está presente el niño desarrolla una mayor seguridad interna y enfrenta la vida del mismo modo; regula mejor sus emociones porque el papá pone límites desde una autoridad, no autoritarismo. Se ha comprobado que son niños que también tienen más empatía porque han visto el cuidado de sus papás. Hay estudios que indican que cuando ambos papás se involucran, los niños tienen mejor rendimiento académico. Como será de importante que cuando el padre está presente los chicos tienen mejores habilidades sociales ya que han aprendido a confiar en la figura masculina, y tienen menos probabilidades de desarrollar conductas disruptivas porque tienen un vínculo sano con ambos. Esto se basa en investigaciones que van demostrando que al estar un papá activo en la crianza aparece mayor autoestima, mejor autoregulaición y menor incidencia de problemas emocionales.
– ¿Existen claves o herramientas para ser un buen padre? Que deberían tener en cuenta los papás en estos tiempos de tantos cambios tecnológicos y sociales?
Básicamente lo que necesita tener es consciencia que nada lo va a reemplazar. La mirada, el juego, las charlas son fundamentales. Actualmente acompañarlos en el mundo digital es fundamental, respetando las edades, como así también introducirlos en este mundo desde el cuidado entendiendo que la tecnología no es un juguete sino una herramienta que puede hacer mucho daño a los niños. Entonces el papá tiene que estar muy presente en estos cambios ya que no se puede dejar a los niños en total libertad con la tecnología. Revisar desde el acompañamiento sano viendo que hacen los niños en redes, a que están jugando, con quienes interactúan a nivel tecnológico. Este es un desafío que tienen los papás en la actualidad, igual que ser el refugio emocional frente a todo lo que los niños y adolescentes estar enfrentando en cuanto a ansiedad, estrés y presión social. Estar atento a los cambios y tener la flexibilidad de adaptarse lo que implica conocer ese mundo para poder acompañarlos y guiarlos en el uso sano de la tecnología.
– Muchas veces el papá no está presente por diversas circunstancias. En ese caso, ¿alguien puede ocupar ese lugar? ¿o es la mamá quien cumple ambos roles?
La ausencia de un papá puede dejar vacíos emocionales significativos pero eso no va a determinar el destino del niño ya que puede encontrar otras figuras paternas que lo acompañen en la crianza, o la mamá puede suplir -algunas veces-, esta falta de papá desde lo emocional frente a la ausencia, partida, o abandono. En este caso puede pasar que haya enojo, tristeza o una idealización que muchos chicos construyen sobre el papá ausente para protegerse de la herida. En la adolescencia puede aparecer rebeldía, tristeza o búsqueda de una figura sustituta. Cuando hay otra figura significativa ya sea la madre, un abuelo o padrastro que sostienen emocionalmente, el niño va a crecer con recursos y vínculos sanos. En este caso lo más importante es que el niño/joven pueda poner en palabras esa ausencia y que pueda expresar lo que siente. La falta de papá no determina el futuro del niño porque se puede trabajar y acompañar con amor.
-¿Cuál es la clave para que haya un buen dialogo entre padre e hijo?
Que haya encuentro entre ambos según la etapa evolutiva del niño o adolescente, pero lo importante es estar, que no quiere decir la presencia física sino que los corazones estén unidos, que el chico sepa que el papá está para él incondicionalmente. También aprender a escuchar sin interrumpir porque a veces en el dialogo están los sermones porque se ha tenido esa crianza. También es bonito que los papás puedan hablar desde la experiencia y no desde el poder, como por ejemplo “a mi también me pasaba tal cosa, quiero entenderte”. Ser paciente con los hijos es muy importante porque pueden necesitar un tiempo para hablar, el dialogo hay que fomentarlo desde la infancia que sea algo cotidiano porque después cuesta. Que no sea sólo en los momentos difíciles porque así aprende a confiar en él y por ende confía en si mismo.
– Por años el papá tuvo casi la exclusividad de ser proveedor, algo que puso a la mamá en un papel afectivo de gran relevancia para los hijos.
Sí por eso es muy importante revalorizar el papel del papá ya que no es una figura secundaria sino el compañero de crianza. Se lo necesita tanto como a la mamá y su presencia no es sólo desde ser proveedor o él que pone limites sino que también es el sostén que ayuda a la seguridad interna del niño y a que pueda enfrentar la vida del mismo modo.
Esto es algo muy personal que quiero contar. Mi papá es para mi una figura muy fuerte por su historia. El vino de Italia solo con su padre a los 11 años y logró superar tantas adversidades que para mi la figura paterna es como el motorcito y motivación para ayudar a los otros. Su mensaje siempre fue muy fuerte para mi porque lo daba con su historia personal y veo que no sólo influyó en mi sino también en mis hijos. Su resiliencia para seguir adelante después de haber vivido la guerra, de haber comido hasta ratones y haber tenido carencias muy grandes, para luego ser un ejemplo de estudio, de superación personal, de esforzarse para ayudar a los demás para que puedan sembrar algo en este mundo. Más que nadie estoy convencida de la importancia de la figura paterna. A eso se suma la de mi marido con quien tengo cuatro hijos y sin él no hubiera sido posible la crianza.