Cuando a Paula Gaetano Adi -quien hace más de 20 años reside en Estados Unidos- se le ocurrió hacer un robot que cruzara la Cordillera de Los Andes, muchos habrán pensado que estaba desvariando. Que encima lo imaginara no con la típica forma de robot, sino como un guanaco, de caña y munido de alforjas y poncho tejidos… Parecía una gran locura. Pero había un punto: ella no desvariaba. Muy por el contrario, tenía clarísimo lo que quería. Estaba convencida de su criatura, un híbrido de arte y tecnología, y de su misión; y con esa claridad, con las herramientas necesarias y un equipo que de inmediato creyó en ella -que incluyó desde ingenieros y desarrolladores norteamericanos hasta baqueanos calingastinos- logró llevarlo a cabo. Después de mucho estudio, mucho viaje, mucho trabajo y, sobre todo, muchísimas ganas, Guanaquerx vio la luz y se convirtió en el primer robot en cruzar este cordón montañoso.

“El 19 de enero de 2024, 207 años después de la épica hazaña del Cruce de los Andes que consolidó la liberación de los pueblos de América del Sur, un robot revolucionario junto a su ejército insurgente de artistas, ingenieros y baqueanos, recrearon la histórica odisea sanmartiniana en busca de su liberación’, dice la web de esta quijotada amasada por la talentosa sanjuanina. Licenciada en Comunicación Audiovisual, magister en arte, profesora en la Rhode Island School of Design, Paula concibió esta performance “colectiva y emancipatoria’ como vehículo o símbolo de un mensaje: en un mundo donde la IA y la robótica se yerguen amenazantes, plantear otro camino, “futuros posibles para todos humanos y no-humanos que cohabitan el planeta’.
Como era de esperar, Guanaquerx no tardó en convertirse en noticia. Lo fue en DIARIO DE CUYO ese enero de 2024 y continúa siéndolo en otros medios del país y el extranjero por la envergadura que alcanzó a partir de aquel soplo cargardo de reflexión, convicción y hasta de fe en la humanidad, que le insufló su creadora, todavía sumergida en esta cruzada. Mientras redondea el documental alusivo, Yastay, que hace en Argentina; prepara su viaje a Austria para recibir el Nica de Oro. Se trata del premio más importante que Ars Electronica, prestigioso festival internacional sobre arte, tecnología y sociedad que comenzará el 3 de septiembre, en cuya exposición se exhibirá el guanaquito robot. De cara a este reconocimiento, la artista de 43 años volvió a dialogar con este medio.
– Guanaquerx es, de algún modo, un eslabón entre tu tierra y el país donde desarrollaste tu vocación…
– Sí, y como ese sueño de poder volver a San Juan con un proyecto que tuviera sentido para mí y para el lugar, básicamente. Es un proyecto que no se podría haber hecho en ninguna otra parte del mundo. Para mí era importante hacer mi primera obra en San Juan y durante años pensé cuál tenía que ser esa obra, quería que tuviera que ver con la historia de los sanjuaninos y con las problemáticas también.
– ¿Por qué un robot?
– Vengo trabajando en robótica desde hace mucho tiempo y el planteo de la ciencia ficción es que los robots siempre buscan emanciparse, como si fueran seres subyugados. Dentro de esos discursos emancipativos, que para mí eran muy importantes, pensé en el Cruce de Los Andes como la hazaña emancipadora más grande de Argentina. Ningún dato menor fue que ese gran cruce ocurriera en San Juan. Entonces pensé cómo sería ser un robot que va a Los Andes, pero no desde el lugar que uno se podría imaginar, no un robot de una empresa minera que va a analizar el suelo, por ejemplo, sino desde otro lugar.
– ¿Cuál?
– El arte es poder abrir a la imaginación, poder plantear escenarios que no fueron imaginados. Imaginarme un robot guanaco subido arriba de una mula, que no tenga ningún otro propósito más que emanciparse… Ahí empieza a jugar una imaginación, que me parece más interesante.
– ¿Cuánto tiempo demandó este proyecto?
– Fue un año entero de preparación, hicimos un cruce de prueba en el 2023; y fueron dos años de desarrollo del robot , más o menos, hasta el 2024 que subimos a la cordillera con el guanaco. Tuve financiación de Hyundai, la universidad de Rhode Island fue partner y una beca de Creative Capital, porque hacer el robot nomás ya era carísimo y encima cruzarlo por la cordillera, ya era otra locura…
– Quijotesca
– Sí, sí, tiene como esa cosa quijotesca, una hazaña como impensable que no hace otra cosa que reivindicar eso, entonces impensable, que hizo San Martín; es como la esencia del proyecto y por eso creo que ha interesado a tanta gente, porque plantea cosas que pueden ser posibles aunque parezcan una locura, porque rompe donde parece que todo está perdido. Guanaquerx plantea cómo podemos pensar el futuro de otra manera. Creo que se puede pensar lo tecnológico desde otro lugar.
– ¿Una mirada más humana?
– Bueno, a veces se sobrevalora lo humano y nos olvidamos de que hay vida en los ríos, que la cordillera está viva. Sí más humana, pero no desde el humano que se siente por sobre todo lo demás, ese humano superior al resto es el problema de la humanidad…
– ¿Guanaquerx es un símbolo, una reflexión, otra forma de comunicar?
– Sí, pienso que el arte tiene esa capacidad de poder apelar a la gente desde otro lugar. No quiere decir que siempre lo haga, pero para mí es así, no solo es una cosa individualista como artista, de expresión de algún sentimiento; para mí tiene que ver con decir algo y con hacer un planteo crítico, si se quiere.Tal vez no todo el tiempo ni en todos los tiempos, pero hay determinados tiempos donde sí me parece que hay que plantarse en ese lugar de resistencia, porque el arte puede decir cosas y puede llegar a otra gente que ni siquiera se lo había planteado. Después, bueno, podés disentir o no.
– Y tiene la posibilidad de borrar fronteras, idiomas, como ha sido tu caso…
– Al final del cuento, toca temas bastante universales que al mundo le preocupan, o a cierto grupo del mundo. Si bien tiene esa cosa grandilocuente del cruce de Los Andes que lo hace espectacular y que hace que resuene en otros lugares, al final cuenta historias que están pasando en varios lugares del mundo. Todo el mundo hablando de IA, de robots, hay como una idea de que la tecnología puede destruir el mundo… ¿Podemos plantearlo de otra manera? Esa es la pregunta Guanaquerx. Sí, las tecnologías se pueden usar de otra manera… Lo que pasa es que la gente no está invitada a pensar así. Creo que esa es como la potencialidad del arte, como la hazaña más liberadora de este proyecto, que nos permitió liberar la imaginación, dijo “Mirá, podría ser distinto’.
– ¿Qué significa este premio para vos?
– Me pone muy contenta por toda la gente que participó. Siento que es un proyecto que se merece la atención, pero no lo digo desde la vanidad. Siento que necesitamos este tipo de historias, como humanidad, y me parece que vale la pena que se sepan.
– ¿Como el reconocimiento a una utopía colectiva?
– Exacto, y a pensar que la tecnología también puede ser arte, que pasa, pero no es el mainstream del arte todavía; y a ver lo tecnológico junto a lo ancestral, porque en este proyecto el conocimiento del baqueano fue tan crucial como el del ingeniero de Silicon Valley. Las tecnologías se ven desfuturizantes, y si bien el futuro es tecnológico y no hay manera de evadir eso, elijo pensar cómo utilizamos las tecnologías para que haya un mundo posible, mejor.
– ¿Creés que Ars Electronica amplificará tu reflexión?
– Ojalá, con que mueva una, dos, tres personas que puedan pensar distinto, artistas, tecnólogos, la gente… bueno, en un punto es la esperanza. Pero de todos modos, si no, uno no puede dejar de hacerlo, uno no puede bajar los brazos.
> DATO
Para conocer más acerca del proyecto Guanaquerx -del que ahora se prepara un documental- se puede ingresar a la web del mismo: www.guanaquerx.com

