Quién tiene un trabajo no sólo obtiene un sustento económico sino que además se siente útil, desarrolla sus potencialidades, entre muchísimos otros aspectos. Y esto corre para todo el mundo, sin excepción, sin discriminación. Esta premisa ha sido clave para llevar adelante el programa “Trabajando Sueños” lanzado en marzo último por el Ministerio de Familia y Desarrollo Humano con el objetivo de insertar en empresas comprometidas con la sociedad a personas con diversas discapacidades.

Así, y a tan sólo 4 meses de su puesta en marcha, 41 hombres y mujeres se encuentran en proceso de entrenamiento en compañías, organizaciones y entidades del Estado con la posibilidad de quedar trabajando en forma temporal o permanente.

Un dato, nada menor, es que para un nutrido número de éstos nuevos trabajadores es su primer empleo, en medio de una crisis desatada por el gobierno nacional referida a los derechos de estos ciudadanos.

En este punto es cuando se puede seguir sumando beneficios de lo que implica “tener un trabajo digno”, tal como construir autoestima, tener sentido de identidad, crecer como ser humano, y más. Seguramente hay 41 historias diferentes de lo que eso significa.

Todo un desafío que han asumido no sólo las autoridades provinciales desde la Dirección de Personas con Discapacidad, que tomaron la decisión, sino también desde el sector privado que incluye las familias que los contienen hasta las empresas que abren sus puertas para brindar una oportunidad laboral.

Desde el área de Discapacidad indican que de un universo de aproximadamente 16.500 personas que son consideradas la población con discapacidad laboralmente activa, 406, ya completaron el formulario del Programa, y los interesados están aun a tiempo de realizar la inscripción (Ver recuadro: El A,B,C).

La premisa de esta iniciativa inclusiva es contemplar la posibilidad de conseguir un trabajo como actividad esencial para la autorrealización de las personas con discapacidad en base a sus talentos. Por supuesto que a la par éste debía ser un medio de sustento y de satisfacción de necesidades básicas.

“La idea es que Trabajando Sueños se establezca como política pública para la inserción laboral e igualdad de oportunidades y en condiciones equitativas, previo entrenamiento y acompañamiento que le permita al interesado tener herramientas y conocimientos puntuales para la inclusión”, explica Paula Moreno, licenciada en Psicología y directora de Personas con Discapacidad.

El primer paso fue generar una base de datos que abarcara los perfiles de las personas con discapacidad de San Juan entre 18 y 55 años que desearan trabajar para luego ponerlo a disposición de organismos públicos y privados que estuviesen buscando personal y que apostaran a ellas para la inclusión laboral. Por supuesto que debían contar Certificado Único de Discapacidad (CUD) y no tenían que estar incluidos en otros programas.

Son 24 las empresas que hasta el momento recibieron a estos trabajadores asumiendo el compromiso de brindar un puesto de trabajo, según las necesidades, por un lapso de 6 meses. Cumplido este período de entrenamiento, los empleados podrán ser incorporados a los planteles, tanto de entidades como de empresas, de manera temporal o permanente.

El Estado provincial, a su vez, les permite acogerse a los beneficios impositivos que ofrece la legislación nacional. Mientras que la persona -además de tener que cumplir con la asistencia y el horario de trabajo establecido- obtiene un subsidio de 200.000 pesos por mes y el asesoramiento y acompañamiento de un preparador laboral para afianzar sus competencias.

El aporte económico se fijó en base al monto de la pensión por discapacidad, que al momento de aprobarse el proyecto era equivalente.

“El Estado puede actuar de nexo activo entre una necesidad y una solución, entre quien necesita trabajar y quien puede dar trabajo, pero también entre quien tiene un puesto laboral vacante y busca alguien competente para realizarlo. Acompañar, capacitar, dar herramientas es la clave así como generar conciencia sobre la importancia de que toda persona, aún con discapacidad, puede ser un trabajador más, en igualdad de condiciones que el resto”, dice Carlos Platero, Ministro de Familia y Desarrollo Humano.

El programa tiene como fecha de finalización el próximo mes de diciembre, aunque la idea es renovarlo y mejorarlo para las próximas ediciones.

El balance de estos meses indica que se han inscripto más jóvenes que personas de mayor edad, aunque hubo consultas de quienes tienen más de 55 años y no están contemplados en esta primera etapa, pero serán tenidos en cuenta en una segunda instancia, indicaron desde el área.

“Hemos podido incluir en puestos de trabajos a personas con patologías intelectuales como retraso mental, leve y moderado; sensorial, por ejemplo, personas sordas o con disminución visual; viscerales -personas que han sido trasplantadas, que se dializan-, y motoras. Todas demuestran mucho apego y compromiso a la tarea. Y es lógico, para la mayoría es su primer trabajo “más formal”, sí así puede calificarse”, indica Paula Moreno.

El A, B, C
Es muy sencillo. Todas aquellas personas con discapacidad, entre 18 a 55 años, deben inscribirse en una base de datos creada por la Dirección de Personas con Discapacidad (discapacidad.sanjuan.gob.ar). A posteriori pasan por una serie de entrevistas para definir sus perfiles laborales y quedar así a disposición del puesto de trabajo que los requiera.

Compromiso empresarial
Hasta ahora, se puede decir que la convocatoria ha sido un éxito si se tiene en cuentas que se han unido empresas de los rubros más diversos
tales como Farmacia Cuyo, JL Papelería, empresa de transporte Joel, Hotel Alkazar, Alumetal, Clínica El Castaño, La Rinconada SAS.

También figuran instituciones educativas como la Escuela Profesora Mercedes Gallardo Valdez, Universidad Católica de Cuyo y UNSJ, medios de comunicación como Cuyo.News y el programa Sentite Joven de Telesol; Geriátrico La Querencia y Jardines de Querencia, Don Eduardo Market, Portho, Napoli Frío y Rincón de Napoli.

Del mismo modo se sumaron instituciones reconocidas como el Foro de Abogados y el Colegio de Psicólogos de San Juan, aparte de las oficinas públicas.

A este grupo se han incorporado emprendimientos de reciente creación como la Cooperativa Santa Josefina, una panadería que surgió este año y está conformada por los padres de seis jóvenes con Síndrome de Down.

Capacitación
Nada quedó librado al azar. Los equipos de trabajo que acompañan esta tarea brindan capacitaciones para quienes así lo deseen en los lugares dónde cada persona va a integrarse. De esta manera todo el personal interesado recibe conceptos nuevos sobre distintos aspectos y temáticas de discapacidad por parte de profesionales de la dirección dependiente del Ministerio de Familia y Desarrollo Humano.

El objetivo de estas charlas es la formación, pero también canalizar dudas de los pares, especialmente respecto del trato interpersonal para considerarlo un trabajador más de la organización, el manejo del espacio físico y también para fomentar un clima de compañerismo y respeto.

* PROTAGONISTAS

FLORENCIA CASTILLO/Geriátrico La Querencia

> El trabajo esperado

Flor tiene 36 años y desde hace mucho tiempo aspira a tener un trabajo. Ella padece trastornos de ansiedad y eso dificultaba que alguna empresa la tomara como una empleada más. “Presenté mi curriculum por diferentes lugares pero no conseguía nada, hasta que fui a la Dirección de Discapacidad y ellos me ayudaron. Ahora estoy en el geriátrico La Querencia como ayudante de cocina. Gracias a Dios tengo un trabajo porque hay mucha gente buscando y no encuentra por lo que agradezco de corazón que me dieran esta oportunidad”, cuenta Flor.

Precisamente durante las charlas con los equipos técnicos del Ministerio de Familia y Desarrollo Humano, surgió que una de sus capacidades era cocinar, algo que ahora pone en práctica en esa residencia de lunes a viernes de 8 a 12.

“Los lunes hacemos arroz con pollo, los martes locro y así cada día una comida diferente. Colaboro con Lola, la cocinera, en todo lo que puedo y mis compañeras son muy buenas. Por suerte tomo un solo colectivo desde Santa Lucía, donde yo vivo, hasta la ciudad donde se encuentra La Querencia”, dice Florencia que comenzó con esta nueva vida el pasado 2 de junio.

Su único trabajo hasta el momento fue en las colonias de verano de adultos con lo cual había adquirido experiencia en el trato con personas mayores.

TOMÁS VERA/Escuela Prof.Mercedes Gallardo Valdez

> Un sueño por cumplir
Tomás tiene ventrículo único, una cardiopatía congénita que lo limita en algunos aspectos de su vida cotidiana, pero no le impide desarrollar sus capacidades. De hecho estudia bibliotecología y acorde a eso pudo insertarse en el programa “Trabajando Sueños” en la Escuela Profesora Mercedes Gallardo Valdez.

“Estaba haciendo el curso de lenguaje de señas y me enteré que en Desarrollo Humano estaban preparando unos proyectos, así es que presenté mi curriculum por la dudas. Primero estuve en las colonias de verano de adultos y me encantó. Luego vino esta propuesta de trabajo por seis meses con posibilidades de quedar y me gustó la idea”, cuenta Tomás quien tiene 22 años y ya sueña con quedarse estable en ese u otro establecimiento educativo.

En un principio pensó que nunca lo llamarían, pero más rápido de lo imaginado se encontró realizando tareas de portería y también de administración en ese establecimiento educativo de gestión privada que se sumó al programa.

“Tomo asistencia, las cargo en la página que tiene la escuela, entre otras actividades. Empecé los primeros días de junio y estoy cada vez más contento porque siempre quise trabajar en una institución educativa”, agrega.

GEMA QUIROGA/Clínica El Castaño

> Siempre con esperanza
Gema (46) tiene una enfermedad renal que afectó a sus dos riñones, fue transplantada gracias a la generosidad de una de sus hermanas, pero sólo funcionó durante cinco años. Actualmente – y desde hace seis años- está en diálisis y realizándose los estudios que determinarán si es factible un segundo transplante. De ser así pasará a lista de espera.

“Yo trabajé en un laboratorio de análisis clínicos cuando mis hijos eran pequeños, y luego del transplante tuve que dejar. Pasaron los años y el hecho de estar enferma te limita mucho, tanto que hace años busco uno pero no pudo ser. Lo entiendo porque estar en diálisis es una dificultad, pero gracias a una médica que me dijo que podía hacerlo, gestioné mi certificado de discapacidad que sólo se puede obtener si perdiste el riñón transplantado, si no no te consideran discapacitada”, agrega.

Así fue como se incorporó al programa de inclusión laboral, tras las charlas pertinentes sobre su situación y los conocimientos que tenía para insertarse en algunas de las opciones disponibles.

“Estoy desde hace un mes en Clínica El Castaño, ayudo a la secretaria en atención de pacientes y de a poco me van dando cosas. Todos son muy agradables y la gente me ha recibido muy bien. Esto es un montón para mi porque me ayuda en todo sentido, tanto físico como mental y emocional. Te sentís útil”, indica Gema, quien a fin de mes deberá viajar a Buenos Aires para evaluar si es posible un segundo transplante renal.