Con un programa basado en Brahms y Beethoven, con el que el 12 y 13 de mayo próximos cerrará su periplo argentino en el Teatro Colón, Nelson Goerner regresará a San Juan mañana, para dar comienzo a la Temporada 2014 de Mozarteum. Y lo hará a más de 20 años de su anterior visita, con todos los premios y reconocimientos que supo cosechar en los distintos continentes.
"Fui en el "91, acababa de ganar el Primer premio del concurso de Ginebra y fue la primera vez que el Mozarteum me trajo al país. Recuerdo el Auditorio, su acústica excelente; y estaba ansiando volver en algún momento. Además San Juan es importante para mí porque esa vez fui con mi maestra Carmen Scalcione, que estuvo a cargo de la cátedra de piano allá’, dice en charla con DIARIO DE CUYO el artista argentino radicado en Suiza, considerado por la crítica como "uno de los mejores pianistas de su generación’, y quien con toda sencillez habló sobre su carrera, los triunfos, los sacrificios, el público y sus deseos superación.
– (Risas) Eso es todo un tema, pero general…
– Y creo que justamente una de las mejores cosas que le puede pasar a un músico es llegar a un público que no es habitué, a gente que si bien no es entendida o no está acostumbrada a la música clásica, puede sentir algo, llevarse a su casa un mensaje, emociones, algo espiritual, diría…
– Sí, es cierto, es un gancho a favor… Es que en realidad un concierto es todo un mensaje que uno intenta transmitir, una vivencia. Lo que tocás en ese momento en el escenario lo estás viviendo intensamente, es una parte de tu vida y creo que eso puede llegar no sólo al entendido que va a saber apreciar desde su conocimiento, sino también a quien no lo es. Esta gente que no está acostumbrada a escuchar música clásica también lo puede percibir, aunque no lo pueda definir… A mí más que el éxito por sí me interesa llegar a la gente…
– No tengo una idea precisa de cómo pueda realizarse, lo que sí creo que cada músico puede contribuir con su granito de arena para llegar cada vez a mayor cantidad de gente; y que no sea una experiencia aislada.
– Empecé muy chiquito en San Pedro, tenía 5 años y medio y pedí ir a tomar clases de piano. La profesora Nélida Morresi les aconsejó a mis padres que enseguida me llevaran a Buenos Aires a tomar clases.
– Me atrapó naturalmente el sonido del instrumento. Recuerdo que miraba las partituras en casa de mi abuela, que tenía un piano vertical, y estaba fascinado. No entendía nada, pero intuía que ahí había un mundo que se estaba abriendo y quería seguir explorando.
– Sí, pero fue un hecho aislado diría, porque empecé a tocar en público bastante tiempo más tarde, desde los 15.
– Siempre (risas), nunca tuve dudas, siempre sentí que la música era mi vía natural de expresión.
– No pasaba por mi cabeza, ese es un planteo que uno se hace mucho después. Cuando uno es chico es muy idealista y lo que quiere es llevar a cabo su vocación…
– Sí, he tenido esa suerte y me hace feliz, porque también hay que decirlo, es una carrera de inmenso sacrificio; mucho estudio, mucha concentración, dedicación exclusiva… pero que tiene esto inherente a la comunicación que valida todos los sacrificios.
– Es importante para todo artista sentirse reconocido y apreciado, porque es como un motor que impulsa, así que lo vivo con gran felicidad. Pero busco que lo que puedo dar siga evolucionando. Los premios incentivan, pero voy por más. El día que te dormiste, se termina el crecimiento, y se termina todo.
– Sí, yo he disfrutado plenamente cada momento y los momentos difíciles -irse a Europa a los 18, alejarse de familia y afectos, por ejemplo- me han hecho aprender.
– Pero no es así, claro que no (risas).
– Sí, porque es mi público y tengo la suerte de poder hacerlo una vez por año…
– La música no depende del lugar donde toques… Para mí tocar en San Juan es tan importante como en París o Londres. Yo exijo de mí mismo la misma entrega y nivel de calidad en cualquier lugar donde toque. Además encuentro que en el interior del país hay una gran avidez y mucha receptividad cuando llega un artista, y eso es algo muy lindo. En ciudades que forman parte del gran circuito de conciertos las tenés pero en menor medida; y eso lo valoro muchísimo.

