Después de 25 años de estar en los escenarios, el guitarrista y cantautor Gustavo Troncozo, celebrará junto a amigos, parientes y colegas, su carrera artística en un espectáculo con sentido y con nostalgia. Hará un repaso por su repertorio y también, presentará varias canciones inéditas que serán parte de su próximo disco (que todavía no tiene título confirmado) y compartirá experiencias, recuerdos, tributos y su estilo conocido a la hora de tocar su guitarra.

Troncozo, que pertenece a una gran familia de artistas que preservan el folklore cuyano, supo interpretar como pocos, la impronta de una cultura regional enriquecida por la tradición de numerosos baluartes en la poesía, en la canción y en las costumbres de un pueblo que aún conserva una identidad propia.

Durante dos décadas y media, el guitarrista atravesó numerosos obstáculos, desafíos y también muchas alegrías: ‘Para mí, fue un sendero, intenso y muy sacrificado. Son años de esfuerzo, de perseverancia y de nunca bajar los brazos. A pesar de la cantidad puertas cerradas que hay para los artistas cuyanos’, definió de manera precisa, el poeta en diálogo con DIARIO DE CUYO. 

Inició su carrera en 1991 y en 1994, tuvo la chance de lanzar su primer disco de producción independiente en un contexto difícil y adverso para la música folklórica cuyana. ‘En aquel tiempo, abundaban las propuestas comerciales y masivas. Todo rondaba alrededor del entretenimiento y lo que tenía que decir un cantor y cuál era su mensaje, estaba dejado de lado. Era una lucha permanente para hacerse visible’, explicó.

En estos últimos años y teniendo en cuenta la pérdida de su hermano Eduardo, Gustavo debió transitar un largo camino de aprendizaje: ‘descubrí que lo más importante, es bregar que la obra musical trascienda. Con el paso de los años, aprendí que mientras más me encuentre en el anonimato y más resalte la canción, será más beneficioso. Entender esto, me costó mucho tiempo. Uno hace el espectáculo, hace su prensa y difusión, pero no con el afán de la fama, ni de las luces, sino que la obra perdure, eso es lo que hará eternizar al artista. Es lo que enseñaba Atahualpa Yupanqui’.

La consagración de Cosquín (entre 2009 y 2010), efectivamente fue el empujón que hacía falta para terminar de afianzarse, pero no solo eso, sino que sirvió para demostrar que San Juan no estaba ausente del cancionero popular argentino. Sin embargo, para el sanjuanino ‘no me generó ganancias económicas, ni popularidad, aunque San Juan ganó un prestigio ante el resto de los colegas del ambiente artístico que no había’. 

De todas formas, su propósito como cantor, nunca fue la de buscar fama, ni dinero. ‘Lo que busco es que la canción esté delante de uno. Comprendí que con el anonimato en el que me encuentro, las canciones caminan más rápido y que encuentran más horizontes de lo que yo puedo hacer como músico. Hoy me convertí más en un cantor útil, que en un cantor conocido’, afirmó. 

Gustavo debió sacrificar y resignar muchas cosas personales a favor de la música. Lo primero fue su familia y lo reconoce, como un error propio que no quiere repetir: ‘con los años aprendí a valorarla. Ninguna actuación, ningún festival, ningún dinero es más importante que mi esposa y mis hijos. Lo dejaba todo por la música. Me perdí actos escolares de mis hijos, cumpleaños y momentos que no se pueden recuperar y juré que nunca volverá a pasar’.

Y con las ausencias familiares, la de Eduardo, su madre, su hermana y la de su sobrino Martín, quien vive en el exterior actualmente, siente miedo a quedarse solo: ‘es muy duro, vivo casi en dos casas a la vez, la de mi mamá y la de mis abuelos. Cada vez son más grandes. No va quedando nadie. Es una soledad dolorosa y trato que la nostalgia no se convierta en melancolía. Intento revertirlo pero es la ley de la vida y a pesar de todo, mis hijas crecen y parte de mi familia va para adelante’. 

La otra faceta que pocos conocen de Troncozo, es que antes de ser cantor, siempre fue un obrero en múltiples oficios. Fue decorador de vidrieras, tachero, remisero, almacenero, vendedor de seguros… pero un momento su esposa le puso freno a todo eso y le aconsejó: ‘dedicáte a lo tuyo, a la música. Hoy, tengo mi centro educacional de canto y guitarra; y mi estudio de grabación. Da mucha satisfacción vivir de lo que a uno le gusta. Pero toda mi vida fui un trabajador que canta’. Lo que dijo es clave. Porque al ser un trabajador, supo interpretar y traducir la realidad de la calle, de las penurias de la clase obrera. ‘El cantor se tiene que dedicar a eso, ama, vive y sufre con el pueblo. Es uno el que tiene interpretar las necesidades. Mis padres eran obreros de la construcción ellos no querían que yo siguiera lo mismo, porque sabían lo sacrificado que era. Si no se aprende eso, es imposible poder cantarlo. Si no conociera lo que sufre y lo que vive el trabajador, es imposible hacer poesía. 

Por eso era muy sabio Horacio Guarany cuando recitaba que si se callara el cantor, los obreros del puerto se persignan, porque ¿Quién habría de luchar por su salario? Gustavo lo entiende claramente: ‘Es así, tal cual. El oficio del cantor nace del juglar, quien daba las noticias en los pueblos, de allí nacieron las payadas. Donde había una guitarra todos se juntaban a escucharla. Porque un mensaje traía, cargado muchas veces de lo que el cantor sentía.

Esa es la meta, la de dejar un mensaje al pueblo, de lo contrario jamás podrá denunciar lo que pasaba, de dónde nace, dónde crece, dónde juegas, dónde lloras. Ese es el oficio del cantor’.
 

DATO

Gustavo Troncozo – 25 años. El espectáculo homenaje se realizará con la compañía de Los Solistas de San Juan -será el regreso también de Daniel Ahun, uno de sus integrantes a la escena musical- Los Gajos de Pinono y el Dúo Díaz-Heredia.

También estará Estela Barrera como artista invitada. Gustavo dará un recorrido por las canciones de autor, su repertorio de temas escritos por su hermano Eduardo Troncozo y otras piezas populares del cancionero cuyano. Además, dará a conocer sus obras inéditas que proximamente, serán parte de su futuro álbum discografíco. La cita será a las 22 este viernes 16 en el Teatro Sarmiento. Entrada general $100