En un hecho sin precedentes y después de una larga ausencia, Les Luthier actuará en San Juan cinco noches consecutivas desde el jueves 14 y con entradas agotadas. Será en el Teatro del Bicentenario adonde el prestigioso conjunto humorístico llegará con su espectáculo número 37, la antología Gran reserva, cerrando un año especial en el que cumplieron bodas de oro y recibieron importantes distinciones a su trayectoria.

“Estamos muy contentos. No esperábamos que hubiera tanta gente en San Juan con ganas de vernos”, dijo a DIARIO DE CUYO Marcos Mundstock, uno de los miembros fundadores, quien en octubre fue el encargado de agradecer el premio Princesa de Asturias, considerado el “Nobel español”. 

“Cuando el ejercicio del humorismo, profesional o doméstico, más refinado o más burdo, oral, escrito o mímico, dibujado, mejora la vida, permite contemplar las cosas de una manera distinta, lúdica, pero sobre todo lúcida” dijo en aquella oportunidad este hombre, que es una de las cabezas de Les Luthiers y que sin ponerse colorado celebra el éxito, el cariño y el reconocimiento que tiene el grupo, aunque insiste en la conversación que tuvo con este diario, que nada de eso fue planeado. 

El grupo fundado por Gerardo Masana, fallecido en 1973, estaba integrado en sus inicios por Jorge Maronna, Mundstock y Rabinovich. En 1969 se incorporaron Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés. “Los nuevos”, como se refiere Mundstock son Horacio Tato Turano, Martín O’Connor y la más reciente incorporación, Tomás Mayer-Wolf tras al alejamiento de Carlos Nuñez. 

Fue un año lleno de emociones. ¿Qué significan los reconocimientos que tuvieron?

-Sí… terrible… Bueno, el Princesa de Asturias, el Honoris Causa, las menciones de honor del Congreso, que es la primera vez que se dan las dos juntas, la Sarmiento y la Alberdi. Surge de la enumeración, es como que después de tantos años nosotros no nos hemos propuesto ninguno de estos objetivos. Simplemente empezamos trabajando para los amigos, vimos que gustaba, después nos pidieron de un lugar más grande, después más grande y más grande. Después afuera. Y realmente nunca nos propusimos a ver cómo nos va en México. Se fue dando; entonces cada vez que paramos y miramos para atrás, decimos “¡Ah la flauta! Mirá vos todo lo que hemos hecho, cuánta gente nos ha seguido y cuánta gente nos quiere!”. Porque ese es un dato importante, junto con el éxito viene esa cosa que es el cariño del público. Simplemente la gente supone que somos fantásticos, pero somos normales, tenemos tantos defectos como cualquiera. 

 Y cuándo comenzaron, ¿cuál era la idea?

-Era divertir a los amigos. Se armó en el coro de Ingeniería de esa época, coro que auspiciaba Ingeniería en realidad, porque estaba formado por gente de todas las facultades. Era una hermosa época de la UBA y de todas las universidades. Dentro del coro éramos un grupo de bromistas que para las reuniones y las fiestas preparábamos algún sketch cómico. La primera vez que leí una biografía de Mastropiero fue en el año 1961, osea que estaríamos cumpliendo 56 años del primer origen, que es una raíz directa lo que seguimos haciendo.

Y a ese formato que crearon, que sobrevivió como era originalmente, nadie lo imitó. ¿Por qué cree que no pasó?

-Es curioso… No lo sé. Una de las razones es que siempre nos gustó hacer una cosa más exigente, no hacer humorismo con los nombres del diario de la mañana, ni que el compañero de al lado es cabezón o narigón; siempre buscamos una cuestión más universal, por una cuestión de gustos ¿eh? No es que fuéramos estilistas o buenos, es lo que nos salía; y eso perduró. Creo que eso ayudó a que duráramos tantos años. 

Convierte a las obras en atemporales..

-Sí yo creo que sí. Inventamos un estilo que salió bastante puro y no se ha contaminado con los años, ni con la distancia, porque hacemos lo mismo en España y curiosamente no tenemos que cambiar nada. Pero hasta eso te diría que no nos lo hemos propuesto, miramos para atrás y decimos “mira qué suerte que salió así”.

Otra de las cosas que también ocurren que salió sin habérnoslo propuesto, si vos me preguntabas al principio si después de 50 años de carrera iban a ir chicos de 15 años a vernos entusiasmados, yo te hubiese dicho “No, estás loco”; pero es así la realidad.

Una nueva generación que los disfruta…

 Dos o tres generaciones te diría, nosotros tenemos nietos de esa edad; vienen con los padres, con los abuelos, es un programa de la familia. Eso también es una originalidad. 

 Además porque lo de ustedes es un humor para entendidos…

Sí pero tampoco es tan difícil. Hay que haber leído un poco el diario, no por los nombres, haber leído un poco… manejamos conceptos, nada del otro mundo. No hace falta ser expertos.

¿Cómo es la dinámica del grupo tras 50 años; cómo se ensaya, cómo se trabaja?

Somos muy ordenados para laburar. En este momento estamos haciendo antologías, con lo cual tenemos la ventaja de elegir lo que nos salió mejor y lo que a la gente le gusta. Con el agregado de que son obras muy rodadas, eso van a ver en San Juan: obras que han tenido sus años de perfeccionamiento. Cuando subimos al escenario y si un día se te ocurre probar qué pasa si cambio esta palabra y la pongo en este otro orden, a ver si quedó más lindo o se intensifica la risa del público, ese cambio queda. Se fueron realmente perfeccionando con los años, es un placer total. Pero somos muy ordenados a la hora de trabajar, cuando hay que ensayar algo o cambiar de show. Nosotros empezamos con Gran Reserva, pero en España estamos haciendo todavía ¡Chist! y estamos por estrenar Viejos Hazmerríeres, todo eso exige para recordar el show, para ensayarlo, incluso con los nuevos chicos que han entrado.

 

 

“Estamos muy contentos. No esperábamos que hubiera tanta gente en San Juan con ganas de vernos”.

¿Y ellos se fusionaron bien con el grupo?

 Sí, sí. Y nosotros tenemos una medida directa que es la carcajada del público. El show funciona igual, ni un milímetro menos; incluso en algunas cosas, para herida narcisística de los viejos, funcionan mejor que antes. Los nuevos y el conjunto. 

¿De qué manera están presentes los que no están?

-Bueno Carlitos (Nuñez) anda molestando todo el tiempo. Pero Daniel se nos murió. Se nos murió un hermano. Es eso. Es la tristeza, es recordarlo todo el tiempo, extrañarlo en los momentos tan lindos que vivimos este año. Y más a la distancia, el “Flaco” Gerardo (Masana) que ya hace mucho nos dejó… no sólo estuvo, fue el ideólogo de los comienzos, pero esto es como que forma parte de las paredes nuestras, como decir “uy, mirá si viera el Flaco hasta donde llegó esto que él inventó”. 

¿Qué significa Les Luthiers para usted?

Me hace muy feliz estar acá, agradecido de haber tenido la suerte, porque por un lado es mérito propio y ahí viene el orgullo; pero por otro lado es la suerte de decir me encontré con estos compañeros, en un momento propicio, que pudimos hacer la carrera que hicimos. Las dos cosas, por un lado orgullo por lo que yo aporte, y el agradecimiento por todo lo que me dio y nos dio a todos este grupo, que está fuera de los cálculos. 

 

“Inventamos un estilo bastante puro y no se ha contaminado con los años, ni con la distancia, hacemos lo mismo en España”.

¿Y cómo hubiera sido su vida sin Les Luthiers? ¿Qué hubiera sido?

-Probablemente actor. Yo fui locutor de radio un tiempo, la actuación me gustaba, me gustaba escribir también, hubiera hecho alguna de las laterales del oficio. 

¿Cómo sigue Les Luthiers? ¿Hasta cuándo seguirán en los escenarios?

Lo que nos dé el cuerpo. Mientras estemos como estamos, que estamos bárbaros, lo que más nos gusta en la vida es subirnos a un escenario y hacer reir a mil personas o dos mil o 5 mil… vamos a seguir. Pero de repente Carlitos se dio cuenta de que se cansaba más de lo que disfrutaba y decidió dar un paso al costado. Ya no pensamos, estamos planeando dos años por delante, hasta que nos vayamos cansando. Después veremos qué posibilidad hay de continuidad de los nuevos.