En la serie turca de Netflix Mi otra yo (Another self), recientemente estrenada en Argentina, las constelaciones familiares se ponen en el centro de la escena. ¿Qué opinan las referentes argentinas del tratamiento que hace la serie sobre el tema? Les preguntamos.

Las protagonistas de la historia son Ada, Sevgi y Leyla, quienes compartieron habitación en la universidad y con los años su amistad ha ido a más. Cuando a Sevgi le diagnostican un cáncer, el trío se hace inseparable. Juntas emprenden por Sevgi un viaje a Ayvalık para buscar a un hombre llamado Zaman que hace sesiones de constelaciones familiares. Lo que aún no saben es que ese viaje les cambiará la vida, pues las llevará a conocer a sus respectivas familias, a sus ancestros y a otra versión de sí mismas.

Susana Sciarresi, directora del Centro Latinoamericano de Constelaciones Familiares (CLCF), comenta que cuando vio los primeros dos episodios recordó sus sensaciones al conocer las constelaciones familiares hace casi veinte años: “La sorpresa de toda la información que no recordaba de mi familia y de mi infancia. Fue interesante ver en la serie este mismo proceso, y también cómo este trabajo llega a las distintas personalidades de los consultantes”.

“Me pareció importante que el escepticismo tenga lugar. La serie refleja muy bien el hilo invisible conductor de las experiencias no integradas en la familia y en el consultante. Y cómo a través de las constelaciones familiares se puede restablecer el contacto perdido entre personas y acontecimientos de la familia”, agrega.

A Cristina Llaguno, abogada, consteladora familiar y autora de ¿En qué cajas vives? (Urano), la serie también le gustó: “En las protagonistas pude ver reflejados los diferentes tipos de consultantes que suelo atender, dispuestos, empáticos y también dudosos, incrédulos o en franca oposición. Podría extenderme mucho más sobre esto, aunque por ahora diré que, según mi maestro Hellinger, la mujer que rechaza a su madre tiene conflictos de pareja, y se ve claramente en la serie”.

Sciarresi aclara que, aunque el facilitador lleva adelante la constelación, “el resultado depende del consultante, de su apertura y de tomar bajo su responsabilidad cómo sigue su vida de acuerdo que se ha mostrado. Es decir, la integración y solución depende del consultante. En la parte que vi hasta ahora, el facilitador fue presentado como un vidente, algo que no me pareció adecuado. Todos podemos formarnos entrenando nuestra sensibilidad y percepción juntos con el marco teórico de esta filosofía para ser facilitadores”.

¿Constelaciones familiares, o ampliación del árbol familiar?

Raúl Pardo, director de la Fundación Constelaciones Familiares, hace hincapié en que se trata de una ficción (no un documental), por lo que “toma elementos de la mirada de las constelaciones familiares para hacer ese relato. Allí, llaman al trabajo que ahí muestran ‘ampliación del árbol familiar’, o sea que hay un concepto que habla de la inclusión de lo excluido”.

También Verónica Guirguet -conductora del programa de radio sobre constelaciones familiares El alfa y el omega (FM 91.9)- llama la atención sobre el cambio de denominación: “El formato que utilizan es similar en la modalidad grupal. En este sentido, es un acercamiento a la dinámica que utilizamos”.

Another self: diferencias entre la ficción y la realidad

Pardo hace una análisis de los puntos en común con las constelaciones familiares y lo que muestra la serie, y aquello que se diferencia de lo que se vive en los encuentros “reales”.

“Durante las sesiones, el facilitador Zaman trabaja con las mismas personas en cada encuentro, donde parece hacer un proceso. Desde esta mirada, a los talleres de constelaciones familiares generalmente concurren personas diferentes y no se solicita a las personas que vuelvan a concurrir para seguir adelante con un proceso. Es más, a las personas que hicieron su constelación se les pide que no intenten racionalizar inmediatamente lo vivido, que dejen que el movimiento emocional y las imágenes de lo ocurrido tengan tiempo de ser asimiladas.

Y aclara que “también a quienes concurren a constelar, se les pregunta si han constelado recientemente, ya que se trata de respetar un tiempo de por lo menos seis meses entre una constelación y otra”.

Continúa Raúl Pardo: “En la serie, el facilitador Zaman le pide a los representantes que sean el consultante diciendo por ejemplo, ‘vos sos Segvy’. La diferencia es sutil, pero importante. Cuando facilitamos, elegimos a alguien que representa, no es ‘el consultante’ o ‘el miembro de la familia’, sino, en este caso, el representante de Segvy".

"Lo que valoramos es que está presente lo esencial que descubrimos a través de este trabajo: cómo el pasado sigue estando presente en nosotros aunque no seamos conscientes de ello; cómo seguimos ligados a través de un hilo invisible a todos los que conforman nuestro sistema familiar, a los sucesos importantes y a los vínculos que establecemos. Cuando honramos y reconocemos ese pasado, esa unión nos fortalece”.

Por otro lado, opina que “está muy bien planteada la confrontación entre el pensamiento científico y esta mirada sistémica y fenomenológica representada en la serie por la discusión entre una de las protagonistas que es cirujana y el facilitador Zaman”.

Por qué me atrapó Mi otra yo

A Verónica Guirguet -también docente en Capacitarte y directora de la escuela HOLY, de formación para consteladores familiares y biodecodificadores- la serie la atrapó desde el comienzo, “ya que muestra desde distintos personajes cómo la herramienta transforma no solo a la persona que se constela, sino también a su entorno. Muestra también cómo sus vidas van cambiando, cómo reconectan con el disfrute y el valor de lo esencial”.

Ella también menciona los procesos por los que el consultante y su contexto van pasando, por ejemplo, cuando sus seres queridos ridiculizan la herramienta, pero aun así ellos van viendo cambios radicales en sus vidas. “Las historias de cada personaje en relación a la herramienta son fascinantes”, opina.

“Valoro que hayan tomado la iniciativa para evidenciar los alcances de la herramienta y la importancia de reconciliarnos con nuestro pasado. La importancia de honrar a nuestros ancestros y de entender que todos ellos, nosotros, y nuestros descendientes, tejemos una trama, una historia que evoluciona hacia adelante, yendo a través de cada experiencia de vida, hacia más y más conciencia, hacia más y más amor. Cada uno de nosotros es la expresión viva de todo su sistema familiar, en nosotros se expresa la unidad y milagro de esa gran conciencia que somos”, comenta.

Todos los que forman parte, pertenecen

Laima Kochanskaite, psicóloga y docente del CLCF, señala que a través de la serie “se revelan algunos principios sistémicos fundamentales que descubrió el creador de las constelaciones familiares Bert Hellinger: él decía que la felicidad es plena cuando todos los que forman parte de mi sistema tienen un lugar en mi corazón. Nadie puede estar excluido”.

¿Qué significa esto? Que “todos los que forman parte pertenecen -dice uno de los Órdenes de Amor, que son las leyes sistemáticas que rigen los sistemas familiares-. La pertenencia no es por mérito. Está dada. Todo intento de excluir a alguien va a llevar a una repetición inconsciente en la descendencia y va a resultar en sufrimiento”.

“Tampoco podemos llevar asuntos de los anteriores. Solo los podemos reconocer y respetar, incluso si no estamos de acuerdo con lo ocurrido. Cuando en nuestro caminar los anteriores están reconocidos y honrados, estamos libres para hacer nuestra vida y los ancestros nos bendicen”.

Mi otra yo: el secreto del éxito

Para Susana -también profesora de historia y biodanza-, la serie genera mucho interés porque “muestra nuevas posibilidades de relacionamiento entre los seres humanos, con los miembros de la familia y con uno mismo. Dando respuestas a las necesidades emocionales, dando lugar a todo aquello que del pasado sigue vivo en el presente, repitiéndose hasta ser mirado e integrado”.

Dice Pardo: “A lo largo de estos últimos 40 años se ha ido difundiendo y ampliando el trabajo con constelaciones familiares y evidentemente ha ido tomando un lugar en el inconsciente colectivo, a tal punto que las personas hoy se identifican con algo a través de la serie, aunque todavía no conocen racionalmente en profundidad a qué se debe que ocurran estos fenómenos”.

“En El viaje del héroe, Joseph Campbell menciona que nos identificamos con determinadas tramas o guiones -de historias y películas- porque muestran el curso de nuestras vidas, lo que nos pasa. Cada personaje nos invita a reflejarnos en él… Y eso es lo que nos sucede al ver esta serie maravillosa: en cada personaje hay un poco de nosotros”, asegura Verónica.

“El incrédulo, el racional, el despreocupado, el que se esperanza, el que está dispuesto a hacer lo que sea para sanar, el que tiene miedo, el que oculta por vergüenza, el que no se atreve a vivir sus sueños, el que lo apuesta todo, la tristeza, el dolor, las angustias, la desesperanza y en su contraparte…"

"La esperanza, la sanación, la reconciliación, la alegría y el buen vivir se hace carne en este guión, en ellos y en nosotros al ser espectadores en cada episodio. Ya que de esto están hechas nuestras vidas… Nos invita a sanar, nos invita a impulsarnos hacia lo nuevo, hacia una nueva vida, en la que podamos sentirnos plenos… y los aplaudo por ello”, cierra Guirguet.

¿Qué son las constelaciones familiares?

Las constelaciones familiares “son una forma de trabajo que sustentado en una metodología sistémica fenomenológica, permite ver en imágenes cómo se relacionan algunas de las dificultades que atraviesa el consultante en su vida cotidiana, con los vínculos que le vienen dados dentro de la familia. En general, esas dificultades tienen la característica de que se sostienen en el tiempo, a pesar de la buena voluntad que tienen las personas para cambiarlos”, explica Raúl Pardo.

“El principal aporte que trae es que hace visible el hilo invisible e inconsciente que nos une a los miembros de una familia, a cada uno con distinta intensidad. De esta comunidad forman parte tanto los vivos como los muertos que han formado parte en otro tiempo”.

Describe Susana Sciarresi: “Con las constelaciones familiares podemos descubrir cómo estamos relacionados en forma inconsciente con acontecimientos del pasado en nuestra familia los cuales impiden desarrollar nuestra propia vida. El trabajo tiene el propósito de reconocer y sanar las relaciones en todos los ámbitos de la vida y encontrar la fuerza para desarrollar todo nuestro potencial. Este trabajo fue desarrollado por Bert Hellinger, un filósofo alemán hace alrededor de 40 años”.

Y describe la dinámica: “Se trabaja en talleres de manera grupal con personas como representantes, o en forma individual con elementos, a cargo de un facilitador que se ha formado en este enfoque. El facilitador hace una entrevista al consultante y su asunto".

"Luego, se eligen representantes de los miembros de la familia en cuestión, que serán ubicados en el espacio y se observan los movimientos que van surgiendo. La duración depende del caso y puede tardar entre 15 minutos y una hora o más. Muchas veces el asunto se aclara en la entrevista, porque se trata de sucesos invisibles o emociones reprimidas en el consultante o en su sistema familiar”.

Señala Llaguno: “La familia es un pequeño mundo, reflejo del mundo mayor; no existen las familias funcionales, todas las familias somos disfuncionales. Cada familia tiene valores, prejuicios, leyes inconscientes y también conscientes que se respetan por lealtad a nuestro sistema familiar, también hay secretos, y toda esta gama de ‘recursos’ han servido para la subsistencia del sistema familiar”.

“Cuando un niño ingresa a una familia, lo hace desde un lugar que denominamos amor ciego, desea hacer felices a sus padres, entonces se identifica con aquel o aquellos que fueron excluidos, apartados, olvidados y lo hace para que ahora esa situación difícil se resuelva”.

“Conocer no es ver. Muchas personas dicen en sus sesiones ‘no conocí a mi abuelo’, sencillamente porque murió o se encuentra separado de la familia y nunca lo vio. Si me miro al espejo podré ver los rasgos de mis padres y si miro mi árbol genealógico, veré costumbres, habilidades y capacidades de todos mis ancestros. La información está, no sabemos verla”.