Son Leonidas Escudero, Reyna Domínguez y Ricardo Trombino quienes fueron seleccionados por la Fundación Argentina para la Poesía, una institución nacional que rescata y difunde la obra de poetas vivos de todo el país.
El año pasado, "Chiquito" Escudero fue distinguido con el Premio de Honor, que anualmente realiza la Fundación Argentina para la Poesía y por esta razón fue también incluido en esta nueva publicación con cerca de diez de sus poemas.
"Es una gran satisfacción que la inspiración que uno tuvo para los poemas sea reconocida" dijo a DIARIO DE CUYO Escudero, quien no viajará a Buenos Aires – debido a su salud- para acompañar el lunes en la Feria Internacional del Libro la presentación de la publicación, donde sí estarán sus colegas Trombino y Domínguez (en la sala Roberto Arlt a las 15.30) que fueron invitados a participar hace poco más de un año y su obra aceptada por la Fundación.
Los autores serán parte del tomo XIX de la antología que se publica desde hace 30 años, de manera periódica y tuvo en páginas a grandes nombres de la literatura nacional como Roberto Juárroz, Olga Orozco, Enrique Molina, Armando Tejada Gómez, María Elena Walsh, y Julio Cortázar.
"Es una publicación tan prestigiosa, que incluye nombres muy conocidos" destacó Domínguez, de quien publicarán una selección de poemas de distintas épocas y algunos inéditos. Trombino también envió un compilado de poesías de sus tres libros publicados y algunos poemas serán publicados por primera vez. ‘La alegría es obviamente personal, pero a la vez sentimos un gran orgullo por haber sido incluidos como representantes de San Juan’, comentó a este diario el escritor.
Caza furtiva- Leonidas Escudero
Aguaiten:
la poesía se deja ver cuando gusta
y uno la alcanza si le alcanza el salto. Entonces
cada uno cante lo suyo
en la rama que se le cante. Intente
lo mucho a nombrar y escaso,
lo necesario y difícil. Escarben
debajo de las cáscaras busquen
la palabra única.
Búsquenla, mejor dicho espérenla;
y aunque cierto es vano decir a otro cómo
hay que caminar,
les digo aquí un modo de cazar gorjeos
de pájaros emisarios, pero es obvio
que si no naciste con dedos de guitarrero
te es mejor tocar otros asuntos.
Tan cierto como reír o llorar
puesto si vos te estrujás el cerebelo
sale merdosidad,
esos palos de ciego que castigan de alivio
a oídos inocentes.
Me pasa
golpear tambores, meterme en berenjenales
y participar en festivales de chicharras.
Tarde nos arrepentimos, si acaso,
pero lo escrito queda escrito.
Es que aguaiten pues todo es acechar
hasta que una evidencia salga de su cueva
y recién dar el salto, cazarla,
compartirla con los análogos
nuestros que viven en las cornisas gatos
hambrientos de infinito.
Y alegría festejos alegría
porque el cazador de palabras
vive para no matarlas.
Del libro ‘Aguaiten‘, 2000
Vidrio molido- Jorge Leonidas Escudero
Si te hiere un amor agudizá la herida
con vinagre, sal, vidrio molido, algo
que aumente la importancia de tu dolor.
Las penas mediocres no hacen huella en la historia
como decir un callo te molesta,
un piojo te habita o cosas menores propias
de la mezquindad.
Habría que gemir como sirena,
rasgarse las vestiduras,
echarse ceniza en la cabeza o mejor aún
no digo qué, pero mucho más sufrimiento.
Nada de olvido. Y que la herida se pudra.
Porque cuando los grandes amores se frustran
requieren lluvias de lágrimas,
carradas de tropezones en la misma piedra,
insomnios hasta que te anide la locura.
No se avergüencen de decirlo a moco tendido,
asuman el concepto ético del dolor.
Del libro ‘Viaje a ir‘, 1996.- Parto natural- Reyna Domínguez
Charqueada
en piernas abiertas
Así se pare un hijo
-parto natural-
tiritando las carnes
en lucha con la muerte
entregada
aspirando dolor
que asquea y misteria
mirando a los ojos nos
realidad que es sueño
Charqueada
sin afeites, sin piedad de cosmético
desnuda
sin ni tanto de complacencia en gesto amable
con los dientes apretados
lastimados ya los labios
tragando empuñadura de espada
Así se pare
sola
como una perra
tirada a la boca de una noche oscura
profunda como la garganta de Dios
Dios es ahora la cadencia del gemir
la sobra del mundo
arrinconado
humillado a los pies de la piedra
que nos para la distracción del llanto
Así se da
respiración
a lo que desde la espesa bosquedad
desde el silencio polifónico
como las grandes obras inventadas
pedradas de la inmensidad
sideral cachetada
nos compensa con el murmullo de existir.
Ella no tiene pan
ni un centavo
para comprar no tiene
Ni harina
De amasar amasa
siempre que el corazón le late
saca un bocado bienhechor
Pero hoy pienso que ni Aquiles
hijo de los dioses
llamado el de los pies veloces
el que no venció ni una sola
batalla de estas podrá
ganar un día más a la vida
Aquiles nunca conociste
la derrota de la gloria conquistada
día a día
la de Ramona, la de los pies cansados
la que ganó en cada uno de sus días
un día más y un bocado de eternidad.
Canto rodado- Ricardo Trombino
Es cuestión de las acequias, en tiempo ayer las palomas,
el sueño en la montaña nueva y los pies cansados
de empujar arriba el peso de una aventura a lo alto.
Me dijeron una vez vale la pena, sí,
la mecida tonada de un recuerdo
cuando la torcaza sobrevuela nombres quietos de la siesta.
Empujé travesías a desgano de piedras
con un fulgor zonda calcinando entusiasmos.
Busqué en sombra de algarrobo la respuesta del desierto,
agua como vena por debajo de la tierra.
Tiré piedras en el río del verano,
espejé en su caudal mi poesía;
me llevó rodando a los sueños de la nieve,
me trajo cordillera en cristalinas gotas
y descubrí en su arena mi destino.
Hoy, poeta deletreando los cerros,
acunando en el valle comisura de olvidos,
abrazo una guitarra de árbol recuerdo
y canto un poema, me reúno con los álamos,
me refresco la historia en las acequias;
viene en remolino el ayer, días infancia de los pájaros
que enjauló el pavimento de otra costumbre,
una traición por la espalda del sueño.
… Y este grito hecho verso rasgando vientos de la tarde,
palabra que me salva para crear de nuevo
el horizonte postergado.
Y me invento otra calle para despertarme,
saludo a los pájaros en la incertidumbre del lucero
para que me nombren los días futuros
y se meza entre los álamos mi renovado canto,
poema despojado, desnudo,
la voz creadora de mis ojos en la urdimbre del río distante,
en la cumbre del agua gestando racimos.
Ando entonces, desde entonces,
como canto rodado,
pariéndome otra vida
mientras ruedo por el tiempo de los sueños
en despojo y apropiación del mundo,
hilo de sol en mis aristas,
dorada huella en la veta de las búsquedas.
Tengo el nombre de la sed bautizándome los años
y el lagar de estos poemas para beberme otra vida.
Ricardo Luis Trombino – del libro ‘Persistencia lejana‘, 2009
Sofía – Ricardo Trombino
Distante en la noche de los grillos
Sofía me mira.
Por la médula del insomnio se posa en los árboles,
gesticula un abrazo hasta el fondo de mi sueño,
adelgaza las paredes con el ansia de su boca,
pasea con su estrella el vértigo de las horas.
Siempre sonríe.
Con un manso murmullo atraviesa la lluvia.
Sofía no duerme.
Por la pupila de su tiempo camina un desvelo.
Y en el fondo de todos los pasos y después de todo
mi verso la toca en total posesión de palabras.
Se viste con recursos que esgrime mi alfabeto.
Es el antes y el después de cada poema extraviado
En la profunda sombra del plenilunio
baila en punta de labios por mi deseo insomne,
juega con una cercanía cada vez más lejana.
Yo me voy tras un perfume
que se estaciona en la piel de los árboles
y se desgasta en el viento la caricia azarosa
Sofía canta,
deja en mi guitarra la exacta sílaba de las búsquedas.
Luego la nombro y ninguna mujer la recuerda,
todas ellas me preguntan por Sofía
y yo deposito en cada mano las letras de su nombre.
Me miro en el espejo
en el mapa de todas las arrugas…
Sofía nace de mis lágrimas,
me toma las manos y me besa.
Me diluyo en relojes de agua por la urdimbre de su sangre,
salto calendarios, la llevo y me deja;
retorna y me pierdo por miedos y audacias.
Nos abrazamos
mientras un libro gira suave las hojas de una historia
Sofía escribe.
En mi garganta repite palabras de algún día lejano.
Tiene una silueta para el amor de todos mis veranos
y una ausencia parecida a cada invierno.
Sofía vuelve,
siempre vuelve Sofía para salvarme la pena.
Toda ella me duele en la piel y me brota en la risa.
El rostro de Sofía
es un eco de todos los abrazos perdidos.
