La primera función de Tosca en el Teatro del Bicentenario (a sala llena) obtuvo el pulgar arriba, ovaciones y fuertes sentimientos de júbilo por parte de los espectadores, que disfrutaron de un espectáculo de ópera con todo lo que tiene que tener: pasión, tragedia, drama, traición; pero además voces rotundas, una musicalización sin fisuras, actuaciones precisas y una producción escenográfica de gran encanto. Todo se fusionaba en una explosión de emociones en los tres actos. Este es el último espectáculo lírico del 2017 del TDB, que contó con la actuación de los solistas, dirección escénica, escenografía (diseñados por Aníbal Lápiz y Roberto Oswald) y vestuario (diseñado por Aníbal Lápiz) del Teatro Colón, más el Coro de Niños, el Coro Universitario y la Orquesta Sinfónica de la UNSJ. Para empezar, la potente voz de Mónica Ferracani (en el papel protagónico de Floria Tosca), conquistó los sentidos del público y se valió una gran ovación en los saludos de despedida. Su interpretación del aria “Vissi d’arte”, en el segundo acto, fue cautivante. El lamento por el destino de su amado, el pintor Mario Cavaradossi (Enrique Folguer) ante la crueldad del Barón Scarpia (Homero Pérez-Miranda) configuró un cuadro profundo, sensible y una actuación que desbordaba el espacio escénico. “He vivido del arte, he vivido del amor ¡nunca le he hecho mal a nadie…!”, cantaba la soprano. En cuanto a Folguer, en la aria “E lucevan le stelle”, una de las más famosas, que pertenece al tercer acto, e involucra a su personaje, el pintor Cavaradossi, logró evocar talentosamente el instante preciso en que está a punto de morir y ese violento final donde Tosca busca también la muerte para no dejarlo solo.

Con todo, hubo dos factores elementales que acompañaron fielmente para alcanzar este resultado artístico: la ambientación escenográfica y la musical.

 

Sin consuelo. El pintor Mario, después de la cruel tortura, se niega a confesar ante el tirano.

Toda la estructura escenográfica, trabajada por Christian Prego, daba un efecto tridimensional, creaba distintos climas en las escenas. Incluso, lucían numerosos detalles como en la representación del tedeum, con la imagen de la virgen o la escultura del ángel de la prisión romana en donde ejecutan al protagonista. Cada espacio era expuesto con sumo cuidado y previsión. El otro punto fuerte fue en lo musical, la Orquesta Sinfónica de la UNSJ, encabezada por Emanuel Sifert, brilló completamente. Fue quien marcó los ritmos, la acción, pintó y acompañó la dramatización de los personajes. Por momentos, se creaban situaciones de gran impacto sonoro, en las escenas claves, del primer y segundo acto, como cuando Tosca trata de hacer justicia y se defiende de Scarpia, clavando el puñal en su pecho. O en el fusilamiento a Mario, donde los timbales de la percusión sirvieron de efecto sonoro para el disparo de los fusiles (que además hubo un efecto visual para reproducir el fuego de las armas), este cuadro provocó una fuerte conmoción entre los espectadores de las primeras filas de butacas. Dichas escenas, cargadas de dramatismo, tuvieron un toque cinematográfico. De igual modo resultó cuando Tosca decidió quitarse la vida y el cielo, teñido de una luz roja, dio por concluido el acto final. La ópera se repondrá hoy y mañana en el TDB a las 21. Para no perdérsela.

Justicia. Ante el sometimiento y acoso del barón Scarpia, Tosca busca vengarse y produce uno de los momentos más dramáticos de la obra.

FOTOS MARIANO ARIAS