El próximo domingo 9 de noviembre, llega “Made in Lanús”, la comedia dramática protagonizada por Alberto Ajaka, Cecilia Dopazo, Esteban Meloni y Malena Solda que estrenará en el Teatro Sarmiento. Con la dirección de Luis Brandoni, esta clásica pieza creada por la maestra Nelly Fernández Tiscornia recorre los escenarios más importantes del país. Una historia conmovedora que trascendió las épocas y también a otros soportes como el cine y la literatura estará al alcance del público en una puesta importante con detalles que sorprenderán.

La trama está encaminada por una pareja argentina que vive en Estados Unidos, Mabel y Osvaldo y deciden regresar al país después de diez extensos años. El motivo del regreso ocasional, es la invitación para asistir al casamiento de un pariente. Allí, la pareja se reencontrará con La Yoli y El Negro (el hermano de Mabel), un matrimonio de clase media que, a pesar de las reiteradas crisis económicas que deben soportar, sobreviven como pueden en la ciudad de Lanús.
Pero durante este reencuentro, Mabel y su hermano traerán una sorpresa y allí comienza la acción. A lo largo de la obra habrá escenas entrañables, cargadas de nostalgia, pero también de identificación con la platea. Porque cada personaje adoptará una posición diferente y contrastante, absolutamente visceral que describe en profundidad, los conflictos de la sociedad argentina.
“Made in Lanús” es un clásico estrenado en 1986, que sigue resonando por su mirada crítica sobre el exilio, la identidad y la pertenencia. Está ambientada en el conurbano bonaerense, en los albores de la primavera democrática tras superar la sangrienta dictadura cívico-militar de 1976, en ese contexto, la trama refleja el contraste entre quienes se quedaron en Argentina y quienes se exiliaron durante fines de los ’70 y principios de los ’80, el período más oscuro del país, por la catastrófica situación económica, las desapariciones, la censura, las torturas y el terrorismo de Estado que imperaba en aquella época.
En este sentido, los temas centrales que aborda la puesta son el desarraigo y la pertenencia, planteando el cuestionamiento ¿qué significa “ser argentino” después del exilio? También, la identidad territorial, donde expone a Lanús como símbolo de lo cotidiano, lo popular, lo que persiste.
La memoria y el afecto, puesto que la obra no emite juicios de valor, sino que muestra las posturas en cada personaje frente a la realidad inestable que van condicionando las decisiones de los individuos. Por tal motivo, “Made in Lanús” sigue siendo una obra que conecta directamente con los espectadores, porque en su interior muestra un espejo social: la ambigüedad del que sueña con vivir en el “primer mundo”, pero no puede dejar de amar el territorio donde se crió, la relevancia de los recuerdos, las pequeñas anécdotas, los núcleos sociales que influyeron en la formación de la personalidad y un profundo amor por la tierra de uno.

Previo a la función del domingo, la actriz Cecilia Dopazo habló con DIARIO DE CUYO y repasó aspectos destacados de esta producción teatral.
– ¿Cómo fuiste adoptando esta puesta junto al elenco y de qué manera conectás con aquella primera versión de la década del 80?
– Esta experiencia teatral nos está dando mucha alegría por lo que nos viene sucediendo. En lo personal, estoy muy honrada de haber sido convocada a este proyecto porque, como bien decís, la pieza es un clásico que ya se hizo hace 40 años con un éxito impresionante, tanto es así que estuvo 4 años en cartel y se filmó la película basada en la obra de teatro que se llamó Madre in Argentina y que en una situación sin precedentes estuvo en la cartelera del cine y de teatro al mismo tiempo.
– Estamos hablando del año 1987, un retrato que caracteriza a la época en Argentina, que junto a Esperando la Carroza habla también en tiempo presente.
– Sí por supuesto, en plena primavera alfonsinista. Así es, una obra profunda, preciosa. Además, teniendo en cuenta que la dirige Luis Brandoni, quien fue parte de aquel elenco original, se acordaba de la puesta tal como si lo hubiera hecho ayer. Por eso, se logró conservar lo mejor posible la escenografía original. Sostenemos que la escenografía es un personaje más, porque cuando se abre el telón, la gente se queda muy sorprendida. Desde la canilla que le sale agua, La Yoli, el personaje de Malena Solda, cocina en vivo. Se siente el sonido y el olor de la cebolla, del aceite, la salsa de tomate que va invadiendo la sala y se crea toda una atmosfera que la gente termina encantada. De hecho las reacciones se sienten y los murmullos cuando eso sucede y nos encanta.
– Y ¿cómo les va con la gira?
– Es un espectáculo que tiene de todo y es un lujo así, que toda la producción salga de gira. Más en estos momentos del país tan difíciles de afrontar, que esto de tanta dimensión circule por el territorio, no es algo muy común.
– ¿Todos estos elementos en escena que describís, buscan un efecto de realismo que genera nostalgia para conectar de manera más emocional con la historia?
– Exacto, sí sin duda. La acción está emplazada en ese patio de esa casa de Lanús, que es tan reconocible para tanta gente. Sea en Lanús como perfectamente podría ser San Juan o cualquier ciudad argentina. En algún lugar de un barrio del conurbano, habla de lo que es Argentina y a partir de un terreno ganado donde uno ya se siente identificado. Porque lo que le sucede a este matrimonio, que tuvo que exiliarse por persecución política de la dictadura cívico-militar, Mabel (que la interpreto yo) y Osvaldo, hace diez años que no se ven con la otra familia. Al regreso de la democracia, la emoción y la alegría del reencuentro es muy grande. Todo un clima superfeliz, pero en un determinado momento, hay un punto de giro inesperado, a partir de ahí suceden cosas muy interesantes de ver. Porque cada persona tiene un punto de vista diferente, todos los cuatro tienen sus razones. Ahí radica la inteligencia de la obra.
– ¿Qué aportes hacés desde lo actoral para caracterizar el rol de Mabel en la trama?
– Mi personaje está muy enojada con el país por haberse tenido que ir de forma obligada del país y ha querido cortar todos los lazos con la gente. Osvaldo, su marido, es todo lo contrario, está muy nostálgico y melancólico, entonces quería volver a vivir en Buenos Aires. Mientras que El Negro, se quiere ir, ya que no aguanta más la mala situación económica y La Yoli necesita quedarse, a pesar de todo el sufrimiento que le ocasionan los problemas sociales. La verdad que ha sido un desafío ponerme en la piel de Mabel y la entiendo muy bien, por qué ella está enojada con la realidad. Y claramente, hay mucho para estar enojada por todo lo que nos pasa como país. Es la desilusión de que las cosas salgan mal, que los políticos en su proceder y en el comportamiento que tienen generan vergüenza y en cierto punto coincido con ese enojo de Mabel. Porque el accionar de los dirigentes, la corrupción que tienen van generando estas divisiones. En el plano real me sucede como a tantos argentinos que tienen sus familias viviendo afuera. Hace 25 años que tengo un hermano que vive en Estados Unidos y bueno, con la consecuencia de no poder vernos muy seguido y se extraña. Las cosas que le ocurren a Mabel o a mí, la viven muchos. Por eso la obra está sostenida por planteos que el público lo conoce perfectamente. Son temas que tocan en lo profundo y te dicen “bueno, yo tuve que irme por las crisis económicas” y desde lo que sucedió en 2001, ya conocen bien lo difícil que es tener familiares afuera. Esta obra realmente moviliza.
– En esta indignación y frustración ¿hacia la dirigencia política, tiene el mismo efecto cuando ves que parte del electorado avala también con su voto a los responsables de tales crisis? ¿De algún modo la obra interpela que los intereses contrapuestos de la sociedad?
– Sí y sucede que cuando se toca el tema de Malvinas, por ejemplo, impacta en el público. El personaje de El Negro habla de cómo creyó en la Guerra de Malvinas y salió con la bandera a apoyarla, sin saber que un dictador borracho mandó al frente a un montón de pibes de 18 años a sacrificarse, a que se sacrifique el pueblo, en virtudes de la nada misma, del horror seguro.
– ¿Cómo los atraviesa al elenco trabajar como equipo o como una familia de colegas?
– No habíamos trabajado juntos antes. Esteban y Malena se cruzaron en alguna serie televisiva hace muchos años. Esta experiencia es totalmente nueva para nosotros. Atravesamos un proceso de respeto en construir entre todos esta obra. Es muy lindo el grupo que formamos y contar con el apoyo de Brandoni, todo un profesor, que ya conocía el texto como nadie y lo disfrutó mucho en esta tarea de dirigir. Hace 2 años que la venimos haciendo en Buenos Aires y algunos meses en gira, es una puesta importante.
– ¿Qué expectativas hay respecto a la temporada de verano en Mar del Plata que anunció Rottemberg?
– Bueno, Rottemberg en particular ama la obra, la adora, la produjo él y está muy feliz que esté en uno de sus teatros en Mar del Plata. Probablemente también estemos en San Bernardo, Mar de Ajó, Santa Tecla, Mecochea. La idea de verano es eso y después veremos cómo seguimos de acuerdo a cómo esté el país también. Esperamos que se dé lo mejor y que el público pueda disfrutar de este espectáculo.

DATO
Made in Lanús. Domingo 09 de Noviembre. 20 hs. Teatro Sarmiento (Alem 34 norte). Entradas: Platea Baja A $40.000; Platea Baja B $38.000; Pullman: $36.000. Quienes accedan al espacio de uso exclusivo para silla de ruedas, deberán presentar el Certificado Único de Discapacidad (CUD) al momento de ingresar. Sus acompañantes deberán comprar sus entradas en Boletería del Teatro. Anticipadas en boletería y en EntradaWeb.

