1971, Rhode Islad, Estados Unidos. Los Perron -Roger y Carolyn, compran una vieja granja, luminosa y acogedora, a la que se mudan con sus hijos. Sin embargo, a poco de habitarla, comenzaron a presenciar hechos un tanto extraños: ruidos, susurros, pasos, objetos que se movían… Para las niñas era un juego, incluso hablaban alegremente de ‘la gente de la casa’. Pero un día el juego dejó de ser divertido. La actividad paranormal escaló al punto de que las camas se sacudían solas, los objetos levitaban y había olor a carne podrida… el terror se fue apoderando de los Perron y llegó al climax cuando el espectro de una atemorizante anciana comenzó a aparecer a los pies de las camas, mirándolos fijamente… hasta que un día atacó a Carolyn. Desesperados, contactaron a un matrimonio de investigadores de casos paranormales del que muchos ya hablaban: Los Warren. Ed y Lorraine, él demonólogo, ella médium y clarividente, llegaron hasta la granja. Apenas pusieron un pie en la casa, Lorraine sintió una presencia maligna, tanto que se le hizo difícil respirar. Procedieron como de costumbre, entrevistaron a la familia, inspeccionaron cada rincón y desplegaron sus equipos de video, fotografía y audio, al igual que sensores de temperatura y movimiento. Buscaban espíritus de personas fallecidas anclados en la casa, tal era la mayoría de los casos. Pero se toparon con algo mucho peor: una entidad demoníaca. ¿Había diferencia? Crucial, porque los demonios pueden poseer a las personas, no los espíritus humanos, dijeron. La entidad que atormentaba a los Perron enfureció con la llegada de las visitas. A medida que se repetía el ritual de liberación, sus ataques se hacían más fuertes. Lo peor sucedió a punto de comenzar otra sesión: de repente, en presencia de todos, el cuerpo de Carolyn se estremeció, sus ojos se pusieron en blanco y su boca rugió un grito áspero y espeluznante: “Saquen sus sucias manos de esta casa”. La posesión era un hecho y la lucha había tomado cuerpo. Mientras Ed vociferaba fórmulas en latín, Carolyn comenzó a levitar lanzando improperios contra los Warren, que tras un arduo y escalofriante enfrentamiento lograron liberar a Carolyn y debilitar a la entidad… pero no eliminarla, por lo que en los ‘80, los Perron decidieron dejar la casa. La entidad -que vinculan a la llamada “bruja de Harrisville”- había ganado esa batalla, que Ed y Lorraine documentaron.
Treinta años después, aquel registro de los Warren se tomó como base para la primera película de “El Conjuro”, estrenada en 2013 y cuyo rotundo éxito en buena parte se debió al cartel “Basada en hechos reales”. Y sí, en materia de terror sobrenatural no da lo mismo una fantasía que algo que podría pasarle a cualquiera ¿o no?
El fenómeno disparó una saga que hilvana otras experiencias de Ed y Lorraine, y que hoy llega a su fin con “Últimos ritos”, sobre el caso de la familia Smurl, en su casa de Pensilvania; según dicen, el más aterrador. Y también un puñado de spin-offs en torno a algunos de esos tormentos que pueblan el universo Warren, que alumbraron títulos como Annabelle o La Monja.
Pero… ¿Es real este caso y todos los otros que muestra El Conjuro, o fue un circo de los Warren? Y a propósito… ¿De dónde salieron estos investigadores, cuya popularidad explotó a nivel global desde la gran pantalla?

¿Verdad o sarasa? El eterno debate alrededor de los investigadores
Bueno, claramente las pelis de El Conjuro tienen su toque de ficción, pero hay consenso extendido en cuanto a que los hechos que las sustentan sí ocurrieron. Los que abonan esta teoría se apoyan en lo que consideran evidencia, como los testimonios de las familias afectadas o el libro que escribió años después Andrea Perron -una de las entonces niñas de la familia atacada- llamado “House of Darkness, House of Light”, donde describió con detalles todo lo vivido. El caso del Poltergeist de Enfield, en Londres, también se considera uno de los más convincentes y mejor documentados.
Los más escépticos, en cambio, ponen en tela de juicio la veracidad de los mismos, y también con sus argumentos. Dicen que no son comprobables científicamente, que el material registrado pudo ser trucado, que inflaron situaciones nada paranormales para su conveniencia y, es más, sugieren que dibujaron los hechos con un fin promocional y económico. Sin embargo, los Warren siempre defendieron la autenticidad de sus relatos y gozaron de cierta credibilidad.

Y al final ¿Quiénes eran los Warren?
Bueno, para hacer justicia, hay que decir que son los verdaderos protagonistas detrás del éxito de esta franquicia. Y sí, claramente existieron.
Edward Warren Miney nació el 7 de septiembre de 1926 y falleció el 23 de agosto de 2006. Fue un demonólogo autodidacta y autor de varios libros. Se encargaba de la parte documental de los casos y -por sus conocimientos en demonología y teología- era el encargado de negociar con las entidades. Por su parte, Lorraine Rita Moran nació el 31 de enero de 1927 y falleció el 18 de abril de 2019. Fue una clarividente y médium que utilizaba sus habilidades para percibir la energía y las presencias. Identificaba la naturaleza de las entidades (si eran humanas o demonios).
Ambos se conocieron siendo adolescentes, curiosamente en un cine, donde él trabajaba de acomodador y fue amor a primera vista. Mucho más los unió su interés por este tipo de fenómenos, ya desde entonces. Cuentan que él había crecido en una casa embrujada y que ella tenía visiones desde pequeña.

Comenzaron a visitar lugares con actividad paranormal casi como una curiosidad, de manera informal, pero poco a poco fueron ganando popularidad y empezaron a ser convocados para analizar casos determinados. Eso hizo que en 1952 fundaran la New England Society for Psychic Research, uno de los grupos de investigación paranormal más antiguos de Estados Unidos. A partir de allí se especializaron en posesión demoníaca e infestaciones, y lo que empezó como un pasatiempo terminó siendo el eje de sus vidas. También crearon el Museo de lo Oculto, colección privada de objetos que recolectaron a lo largo de los años (como la muñeca de Annabelle, por ejemplo). Está en la casa de los Warren en Connecticut, pero desde 2019 permanece cerrado.

En 1946, Lorraine y Ed tuvieron una hija, Judy Warren, que pasó gran parte de su infancia con sus abuelos, por el trabajo de sus padres. De perfil bajo y con algunas habilidades heredadas de su madre, según ha dicho, confesó sentir cierta aprehensión por lo paranormal, aunque junto a su esposo Tony Spera (la pareja no tuvo descendencia) son guardianes del legado Warren. Ella también ha participado de entrevistas y documentales, donde supo declarar que El Conjuro ha ayudado a mantener vivo el espíritu de sus padres.
MIRÁ LA ENTREVISTA QUE LOS WARREN DIERON A ENTERTAINMENT TONIGHT EN 1991
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