Con el título de “Revoluciones Independentistas en América” ya define el eje de su coloquio y también del curso de especialización que dará el profesor e historiador Ricardo de Titto desde este lunes, tanto en la Facultad de Filosofía de la UNSJ como en la Biblioteca Franklin Rawson.
Entre el período de 1770 y 1830, el investigador concentra su mirada y estudio abordando lo que él denomina como las “seis décadas más revolucionarias de la historia moderna”. Pero lo que propone indagar y compartir con el público en general -no solo estrictamente a lo académico- que le interese esta temática, es el intercambio y la apertura a de posibles debates con un enfoque contemporáneo. Este encuentro será acompañado por más de 500 diapositivas y textos de respaldo para estudiantes y docentes que deseen ampliar sus conocimientos.
De Titto es especialista en Educación, fue maestro de grado, profesor universitario y ocupó distintos cargos directivos. Es autor de diversos proyectos pedagógicos, manuales y libros centrado en la enseñanza de las Ciencias Sociales y las Matemáticas. Escribió además sobre economía, política y sociología. El historiador, tiene un abundante caudal de escritos, ensayos, crónicas históricas, pero en el aspecto de la divulgación, cuenta con numerosas columnas y programas de radio y televisión.
Más allá de los estudios, también siente inclinaciones y posicionamientos políticos en términos históricos. Se autodenomina “un sarmientista” aunque no deja de admirar a otras figuras relevantes de la historia argentina y americana como José Martí, Simón Bolívar, San Martín, Belgrano y hasta los intelectuales estadounidenses como Thomas Jefferson.
El historiador sostiene que “el lector se plantee dudas, se plantee conflictos en el aula que entre docentes y alumnos se promuevan debates más que dar respuestas. Hay que hacer la historia a la lectura de la gente común, de los jóvenes que resulten atractivos […] a los historiadores nos preocupa el futuro por eso queremos que se conozca el pasado”.
El año pasado Ricardo protagonizó una conferencia en el marco del Ciclo del Museo Histórico Casa Natal Domingo Faustino Sarmiento, en el cual hablo sobre el legado de Sarmiento presidente a 150 de su gestión al frente del Estado Nacional.
Ahora, la invitación será en torno a sus tesis e investigaciones sobre una etapa fascinante en la historia moderna, las guerras y revoluciones que propiciaron la emancipación política del continente americano frente a las potencias imperiales y coloniales de Europa. Antes de su regreso a la provincia, Ricardo mantuvo un mano a mano con DIARIO DE CUYO.
– ¿Por qué sigue teniendo centralidad y relevancia este período de revoluciones, aunque en apariencia hay aspectos que no son analizados en profundidad?
– Exactamente, busco que sea adecuada esta exposición para todo tipo de público. Hay algunos debates que merecen profundizarse, que existen actualmente. La visión que voy a presentar, entiendo que modifica algunas de las pautas tradicionales que tenemos en la historiografía mundial y americana sobre las revoluciones y las independencias de América. Desde mi perspectiva, 1770 inicia el proceso que da lugar en los Estados Unidos hasta 1825 y 1830, que marca el fin de la etapa, al independizarse del Imperio Español y la conformación de los estados nacionales modernos. Estamos hablando de una etapa de 60 años, el período más revolucionario que hubo en la historia moderna. Desde mi punto de vista, todavía ha perdurado como dominante la visión clásica, que se sigue enseñando en las escuelas y en las universidades. Es una visión eurocéntrica en la que, se coloca a la Revolución Industrial Inglesa y la Revolución Francesa como ejes y posteriormente a la campaña de Napoleón como la continuidad de esos episodios políticos. Pero me parece que hay un faltante notable, la importancia de la Revolución Norteamericana y la redacción de su constitución, que es previo a la Revolución Francesa. Además, las campañas de San Martín y Bolívar, en última instancia, no son sino el broche de oro de un proceso que inició el propio Washington.
Por eso, me parece que es importante conocernos y reconocernos como americanos. Son seis décadas de revoluciones y del fin del dominio del Imperio Británico, del Imperio Francés, del Imperio Español y del Imperio Portugués. Entonces, se nos plantea una agenda diferente. Es el Génesis que dio origen a las repúblicas que tenemos ahora. Obviamente, que la Revolución Francesa y los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fueron un jalón en la historia occidental, no lo pongo en tela de juicio, pero si miramos bien, la realidad es que todo el siglo XIX continuó Europa dominado por monarquías, hasta llegando a la Primera Guerra Mundial. Si lo revisamos, fue una guerra entre reyes: el zar de Rusia, el Kaiser de Alemania, el Rey de Italia, el de España y la Reina de Inglaterra. En cambio, en América desde la derrota de las grandes potencias imperiales, los procesos de conformación de los Estados Nación, se iniciaron con muchos problemas, con muchas contradicciones, idas y vueltas, sin embargo, el sistema de construcción republicana, no volvió atrás y dejó de haber monarquías en el continente.

– ¿No queda afuera o se dice muy poco que la primera independencia, después de la de Estados Unidos, fue Haití que marcó también un antes y un después?
– Justamente, formulé unas 15 tesis sobre las revoluciones e independencias, por supuesto, después de Estados Unidos, sucedió lo de Haití y luego se produjeron las campañas contra la corona española y los alzamientos democrático-populares por parte de Tupac Amaru, Tupac Katari. Por eso planteo que las revoluciones democráticas en América se basan fundamentalmente en la lucha antiesclavista y antimonárquica. Haití, es la primera república negra del mundo y de hecho la única que hubo durante el siglo XIX. Además, Haití, junto a las otras islas del Caribe, Santo Domingo y Jamaica, resultaron la retaguardia de Bolívar. Estas múltiples interacciones y el rol de Estados Unidos, en el marco de la “Santa Alianza” (fue una coalición político-militar 1815 por tres monarquías europeas: Rusia, Austria y Prusia que restauró absolutismo en Europa) tras la derrota de Napoleón y con Fernando Séptimo para reconquistar América. La pregunta que debemos hacernos, es cómo la epopeya de San Martín, tuvo ayuda armamentística de Estados Unidos. Un dato poco sabido, es sobre corsarios de Baltimore hostigaban a la marina española en el Caribe, que eran demócratas en contra del directorio de Puerto Rico. Estas patentes de corso, a marinos norteamericanos, eran otorgadas por el propio José Artigas, como protector de los pueblos libres.
– Cada vez que se celebra una fecha patria como el 25 de Mayo o el 9 de Julio, se hace muy poca mención y conexión, acerca de la lectura de estos hechos y contextos en los actos y recordatorios oficiales. ¿Habría que reconfigurar la construcción de una memoria más abarcadora?
– Nunca se tiene en cuenta todo este entramado, porque no hay interés en relacionar los hilos y continuidades, porque la historiografía argentina es en particular muy eurocentrista. Siempre la “Meca” está en París, ya lo dijo Borges: “Argentina no sería Argentina sino hubiéramos sido tan franceses”. Es lo que planteaba también el historiador Eric Hobsbawm, lo tendrás presente, es el principal historiador marxista del siglo XX. Sí, aunque plantea una visión de la historia universal, es en realidad una historia que depende de lo que pasó en Europa, según su visión, Entonces, él llama en su saga “la era de las revoluciones”, de la Revolución Francesa a la Revolución Rusa (1789 a 1917), peor la norteamericana no existe. ¿Por qué no existe? Porque fue una revolución anticolonial, que rompió el antiguo régimen, aunque después se convirtiera en otro imperio internacional, es verdad. Sucede también porque Argentina siempre ha vivido a espalda de América, por estar influenciada siempre con la mirada europea. En cambio, en México y Perú, la mirada americanista, se transforma en una mirada indigenista, porque pone en primer plano el rol y la preexistencia de los pueblos originarios, cosa que, por supuesto, es fundamental en nuestra historia. Sin embargo, después de 1800 para acá no hay experiencias concretas de repúblicas aborígenes. Existieron sí naciones o estados, pero no evolucionaron a formas constitucionales.

– Pero el caso de Bolivia que se instituyó como estado plurinacional ¿no lo toma en cuenta?
– Sí pero no estuvo lejos de contar con infinidad de conflictos, si bien dio entidad a todas las lenguas aborígenes con una doble bandera y un reconocimiento a la diversidad étnica, esto abre sin dudas nuevos debates a cómo nos paramos para mirar nuestra historia. Por eso no es casual que, en el Congreso de Tucumán, se hizo con la participación del Alto Perú, como todo el mundo lo sabe, pero sin la participación del artiguismo (la representación de la Banda Oriental liderada por José Artigas), ni de los paraguayos. Y la declaración de la Independencia, tiene dos manifiestos: la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la de las Provincias Unidas en América del Sur. Muy poco se menciona que fueron traducidas en lenguas aimara y no en guaraní, por ejemplo. Lo que quiero decir que, a pesar de que el revisionismo histórico se preocupó mucho por modificar las bases de la historia mitrista tradicional, en los hechos, mantienen un mismo paradigma en el análisis de los acontecimientos y le cuesta alzarse sobre una mirada internacionalista como la que me parece a mí que es la que hay que estudiar para América. Las pruebas están en el intento de la formación de la República Centroamericana, en la Confederación de la Gran Colombia, en la Confederación Peruano-Boliviana.
– Teniendo en cuenta esto ¿es posible leer la historia americana con categorías que no sean europeas, sino con un pensamiento latinoamericano propio, como lo sugería Abelardo Ramos?
– Hubo aproximaciones, pero se plantea un problema de aversión hacia el rol de los Estados Unidos. Porque también hay lógicas raíces, trato de hacer historia, no de hacer política, digamos. Desde la toma de Cuba, a fines del siglo XIX, Estados Unidos se transformó en un país imperialista y modificó los términos en los cuales analizar los orígenes del Estado norteamericano. No hay que olvidarse jamás de la famosa leyenda “América para los americanos” de 1823 que se hace en simultaneo con la Batalla de Ayacuyo. En concreto, se planteaba como una alternativa de no injerencia europea en América. Aunque después Estados Unidos comenzó a jugar sus intereses, es obvio de que esto sea así. Básicamente me interesa plantear este debate de una nueva visión del tema de las revoluciones porque tenemos un trabajo arduo por delante. Esto lo vengo planteando en conferencias internacionales con venezolanos, panameños, cubanos, mexicanos, que muchos de ellos mantienen una visión muy localista, muy regionalista, por ejemplo, pocos saben de San Martín o de Sarmiento. Es más, las ideas de Sarmiento, las recoge José Martí y otros pensadores latinoamericanos. Como escribí muchos ensayos sobre Sarmiento, considero que ha sido uno de los políticos americanos más destacados de su época, de hecho, Benito Juárez, el presidente que tuvo México, mantuvo contacto epistolar con Sarmiento, bastante interesantes.

– Al transitar por estos períodos históricos y tomando en cuenta el actual, ¿qué desafíos tienen hoy los estados nación latinoamericanos, que son atravesados por conflictos territoriales y en el plano económico y financiero? ¿A qué se enfrentan ante un tecnofeudalismo de corporaciones con influencia en la región?
– Me parece que habría que plantearse en una Federación de Estados Americanos, como iniciativa adecuada. Porque en el siglo XXI, América posee las más importantes reservas de agua dulce: Mississippi, Missouri, Amazonas y la Cuenca del Plata. Sabemos que esos recursos naturales son los más importantes para sostener la vida en el planeta. No estamos hablando de cosas menores. Hay que empezar a pensar en intereses supranacionales, en proteger los recursos con una perspectiva americanista y, por supuesto, ecológica. El desafío es ver quién será el sujeto social que articule todo esto. Es evidente que las jurisdicciones locales tienden a defender sus intereses por encima de los intereses del conjunto de la comunidad. Estamos en ese intríngulis histórico.

– Y la idea de soberanía ¿en qué cajón está guardada que parece que pocos se animan a abrir? Porque parece que hoy prima más en vender y entregar recursos naturales, que resguardarlos.
– Sí, claramente, la soberanía no se trata de una de una línea de puntos en el mapa, sino de recursos estratégicos, de eso estamos hablando. Sin Ecuador o sin Perú, no existiría el Amazonas, lo mismo pasa con la Cuenca del Plata, que vincula a Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. Si no tenemos una mirada globalizadora, estamos fritos, no hay futuro para ninguno de nosotros.
– Y qué rol debe asumir un ciudadano común ¿qué necesita para girar y dar vuelta para dejar de seguir mirando el exterior y no darle la espalda al territorio que habita?
– Volver a leer a Bolívar, volver a leer a San Martín, a Belgrano, a los grandes pensadores americanos, a Jefferson, a Lincoln, José Martí, que tienen escritos fundamentales, para cambiar de perspectiva. Estados Unidos que, evidentemente, se quiere alzar como única potencia mundial, avasallando derechos de otros países, significa que los pueblos no deben de dejar de tomar conciencia. La historia, nuestra historia nos ayuda a eso, justamente. Ver nuestro pasado nos permite tener más claridad un posible futuro.

¿Quién es Ricardo de Titto?
Docente en todos los niveles educativos, asesor pedagógico y directivo escolar en diversas instituciones, se especializó en Conducción Educativa egresado del Instituto Superior del Colegio La Salle de Buenos Aires (1995). Realizó y dictó múltiples cursos de especialización en la didáctica de las Ciencias Sociales.
Desde 2003 elaboró programa y textos de estudio de la Universidad Maimónides (UMAI) y dictó “Introducción a las Ciencias Psicosociales”, “Introducción al pensamiento” y “Metodología de acceso al conocimiento”.
Desde principios de la década de 1990 se especializó como coordinador de proyectos editoriales y editor de textos de historia, economía, sociología y política orientado hacia investigaciones sobre Argentina y América realizando trabajos para muy diversas editoriales.
Es miembro fundador, en 2011, de la Asociación Argentina de Investigadores en Historia (AsAIH), miembro pleno como delegación argentina del CISH (Comité Internationale des Sciences Historiques / International Commitee of Historical Sciences) y, desde 2022, es miembro de número de la Academia Argentina de la Historia. Desde 2018 se desempeñó como investigador y asesor de dirección del Archivo General de la Nación y fue editor de la revista digital Legado, la revista del AGN; desde 2010 es colaborador de los diarios Clarín y La Nueva República (Bahía Blanca), de La Gaceta (Tucumán) y la revista Todo es Historia. Desde 2019 es colaborador del Museo Histórico Sarmiento de Buenos Aires y dicta cursos regulares de Historia argentina y americana en beneficio de la Asociación de Benefactores del Museo Sarmiento.
A la fecha tiene publicados veinte libros de su autoría y ocho escritos en colaboración con otros autores. Dentro del género del ensayo “La joya más preciada. Una historia general de la Argentina” (El Ateneo, 2008); “Breve historia de la política argentina” (El Ateneo, 2009); “Las dos independencias argentinas. Sus protagonistas” (El Ateneo, 2015); “Una y otra vez Sarmiento” (en colaboración con M. Meglioli, Prometeo, 2016); “Malvinas, breve historia de un enclave colonial” (Libella, 2022); “Sarmiento. El genio ineludible” (Libella 2022); “Historia argentina en 25 episodios” (Bonum, 2023), “Milei en el país de Nunca-Jamás” (Ed. autor, 2023); “Sarmiento presidente. El espectro de un grande” (Cátedra Sarmientina, Casa Natal, Museo y Biblioteca, Gob. de San Juan, 2024).
En materia de crónica histórica “Los hechos que cambiaron la historia en el siglo XIX y Los hechos que cambiaron la historia en el siglo XX” (obra en dos tomos, El Ateneo, 2004-2006); “Historia del PST”, tres tomos (Cehus, T.1, 2016; T.2, 2018 y T.3, 2024).
Sus trabajos documentales son “Cartas que hicieron la historia” (en colaboración, Aguilar, 2001), “Voces en las calles. Los volantes políticos en la historia argentina” (Aguilar, 2006); “Cartas póstumas” (Norma, 2009); “Mensajes a la República” (15 volúmenes de mensajes presidenciales argentinos, Corp. América, 2011).
Tiene también las novelas históricas “Yo, Sarmiento” (El Ateneo, 2011) y sus tres reediciones (Olmo ediciones, 2019 y Libella 2022 y 2024).
Fue también colaborador del “Diario del Bicentenario” (distribución gratuita, Presidencia de la Nación, Caras & Caretas, 2010) y de “Grandes Biografías de los 200 años” (edición de libro + DVD), (Clarín, 2010).
Fue colaborador principal de Félix Luna en la colección “Grandes protagonistas de nuestra historia” de setenta títulos (Planeta, 1997-1999); editor de las nuevas versiones de Historia de los argentinos y La historia política, de C. Floria y C. García Belsunce; responsable de la última reedición de “Historia de San Martín y la emancipación sudamericana”, de Bartolomé Mitre (El Ateneo, 2010) y de “Historia de Belgrano y de la independencia argentina” (El Ateneo, 2015).
DATO
“Revoluciones independentistas en América”, a cargo del profesor Ricardo De Titto. Lunes 6 de octubre de 18 hs. a 20hs. Aula 10 de la Facultad de Filosofía de la UNSJ (Sarmiento e Ignacio de la Roza). Entrada gratuita. Y del 7 al 9 de octubre de 17:30 hs. a 20 hs. en el Microcine de la Biblioteca Franklin (Laprida 63 este). Cupo limitado. Arancel: $20.000. Certificación con evaluación ministerial. Alias: biblioteca.franklin
Para la inscripción del coloquio, ingresar a este enlace y llenar el formulario digital.

