Sin capacidad para dar una respuesta eficaz, sin equipos sanitarios suficientes para responder a la oleada de enfermos, sin los medicamentos para su curación y sin una vacuna para impedir el contagio, modelos epidemiológicos sugieren que, en ausencia de intervenciones para frenar la tasa de infección, el número de muertes directamente atribuibles a la pandemia en América Latina y el Caribe podría legar a 3,2 millones”, dice un informe del Banco Interamericano de Desarrollo sobre “Políticas públicas frente al Covid-19”.

Todos los estudios epidemiológicos señalan que con las tasas de infección y mortalidad actuales, una medida menos rigurosa que el confinamiento estricto provocaría la rápida propagación del virus y podría resultar en una oleada de muertos sin precedentes”, alerta el informe, que incluye una serie de recomendaciones y busca “proveer insumos de discusión para los gobiernos de la región”, concentrándose en la urgencia sanitaria y la transición hacia formas parciales de cuarentena y la reanudación paulatina de las actividades económicas. También describe la tensión entre objetivos sanitarios y efectos económicos, las diferentes situaciones en materia de deuda y salud fiscal de los países y las medidas y secuencias pasibles de llevar adelante.

El BID parte de reconocer que la pandemia está provocando “dos crisis paralelas”, una sanitaria, que derivará “en miles de muertes por los efectos directos de la enfermedad” y una económica, derivada del impacto –primero sobre la oferta, luego sobre la demanda– de las respuestas sanitarias para mitigar los contagios y muertes. Por eso, dice, “es imprescindible que las políticas económicas y sanitarias estén coordinadas”.

Al respecto, el trabajo lista cuatro objetivos simultáneos:

1) Salvar vidas,

2) Proteger a las personas con menor capacidad de sobrellevar una caída de ingresos,

3) Compensar a los trabajadores y empresas más afectados por la contracción económica, y

4) Reducir los riesgos económicos sistémicos y los efectos económicos a largo plazo.

Perseguir esos objetivos a la vez, detalla, debe tener en cuenta las tensiones entre objetivos sanitarios y económicos, las restricciones de recursos, tanto fiscales y de financiamiento como sanitarios, y la necesidad de una secuencia adecuada de medidas.

La prioridad inmediata, enfatiza el Banco Interamericano de Desarrollo, es evitar una pandemia incontrolada. Para eso el instrumento más eficaz es “recurrir a medidas de confinamiento generalizadas”, lo que tiene efectos negativos sobre los niveles de empleo, ingresos y pobreza. Para mitigar esos efectos recomienda centrar la atención de la política pública sobre los sectores más pobres, la clase media baja, los sectores económicos más afectados (entre los que menciona restaurantes, hoteles, comercio y transporte) y la contracción crediticia derivada de la propia crisis.