El gobierno chileno endureció ayer la mano y aumentó el despliegue militar para frenar el vandalismo desatado en algunas localidades tras el terremoto del sábado, mientras la ayuda a los damnificados ha comenzado a fluir.
En tanto, la cifra de muertos a causa del sismo de 8,8 grados Richter se elevó ayer a 795, luego de que la presidente Michelle Bachelet visitó la ciudad de Curicó, donde actualizó los datos. Antes de ello, la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) había cifrado en 763 la cantidad de víctimas.
Tras reunirse con jefes militares y policiales, la presidenta Michelle Bachelet, advirtió ayer de que ambos estamentos "actuarán con toda la severidad necesaria" para frenar los saqueos y el pillaje.
"Sabemos que hay acciones de pequeños grupos que están provocando enormes daños materiales y humanos" dijo la mandataria, que aseguró que el gobierno "va a cortar de raíz los desmanes" y advirtió a los que no entiendan eso "que se atengan a las consecuencias".
Informó además del envío a las regiones del Maule y Bío Bío, las más afectadas con 554 y 92 muertos, respectivamente, de 11.850 soldados, 2.131 marinos, 50 aeronaves para establecer un puente aéreo, dos fragatas y una barcaza.
Bachelet, que ha recibido críticas del presidente electo, Sebastián Piñera, de alcaldes y otras autoridades locales por no haber enviado antes a los militares, reconoció también que es necesario "ir mejorando la efectividad de las tareas de control del orden público" en aquellas zonas.
En Concepción y localidades aledañas piquetes de vecinos, provistos de palos, martillos, trozos de hierro, cuchillos de cocina y escopetas, pasaron la noche en vela para cuidar sus casas y pertenencias.
"La ayuda del Gobierno ha sido lentísima, muy lenta", dijo Carolina Contreras, profesora de 36 años que vive cerca de la ciudad de Concepción. "No tenemos agua ni luz; no hay nada. Los militares recién llegaron ayer (por el lunes) y eso no alcanza para controlar la situación. Los vecinos donde yo vivo se organizaron para defendernos porque están saqueando las casas", agregó.
Pese al arribo de miles de soldados para apoyar a la policía local, las autoridades luchaban por restaurar el orden en la ciudad que sufrió la peor parte del sismo.En ese marco, el toque de queda se mantendrá 18 horas continuadas desde ayer a las 18:00 horas hasta el mediodía de hoy.
La decisión obedece a la necesidad de proteger la ayuda alimenticia para los damnificados y su distribución, que será "casa por casa", dijo a los periodistas el general Guillermo Ramírez, jefe de la zona en estado de catástrofe en la región del Bío Bío.
También para proceder, con tranquilidad, a la reposición de los servicios básicos como la electricidad y el agua.
Ramírez advirtió que las tropas destacadas en la zona "no se van a inhibir" en el cumplimiento de su misión de resguardar el orden y llamó a la población a respetar las instrucciones oficiales, "para no tener que lamentar algún incidente lamentable".
De forma paralela ha comenzado a fluir hacia las áreas afectadas cargamentos de ayuda, que se espera aumenten con el correr de los días, pues la conexión vial entre Santiago y el sur del país se ha restablecido, aunque con desvíos y otras medidas que hacen muy lenta la circulación.
Helicópteros militares con ayuda llegaron al litoral del Maule, donde varias localidades costeras fueron arrasadas por un tsunami que siguió al terremoto.
También tres naves de la Marina con más de mil toneladas de ayuda comenzaron a recorrer las localidades costeras de todas las regiones afectadas por el sismo.
Mientras en Chile el caos y la angustia por el sismo se incrementa, en San Juan ayer un sismo de 4,9 grados en escale de Richter asustó a una humilde familia de Bella Vista, en Iglesia en cuya vivienda se derrumbó una pared.