Después de celebrar misa en tierra mapuche, tal como se había anticipado el Papa se trasladó a la Casa Madre de la Santa Cruz, un hogar de monjas de origen suizo de esta ciudad, donde almorzó con 11 habitantes de la Araucanía, la región más pobre y con más alto índice de desocupación de Chile, marcada por el conflicto con el reclamo indígena.
 

En el ingreso del recinto de esta Casa de monjas estaba la machi -líder espiritual y curandera mapuche- Francisca Linconao, que está con arresto nocturno mientras espera un nuevo juicio por su eventual participación en el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay en 2013 (fueron quemados vivos en su casa). Linconao pidió una reunión con el Papa, pero como no tuvo respuesta, se sentó en la calle a esperarlo antes del almuerzo. "Para los mapuches no hay justicia, solamente para los que tienen plata y hacen lo que quieren con uno", reclamó molesta. Cuando pasó el papamóvil, Jorge Bergoglio ni siquiera vio que ella estaba ahí. Y Linconao se retiró indignada del lugar.
 

Entre los invitados al almuerzo se encontraba el obispo de esta ciudad, monseñor Héctor Eduardo Vargas Bastidas, y ocho representantes mapuches. 
 

De los variados representantes del mundo indígena, ninguno pertenece a comunidades involucradas en ataques incendiarios a empresas forestales, de transporte y del sector energía, que son las que más quemas han sufrido desde que el asunto mapuche volvió a un punto crítico, hace diez años. La selección tampoco incluyó a empresarios afectados o dirigentes gremiales, ni a representantes políticos o con alguna autoridad administrativa.
 

Junto a ellos, como para que el Papa pudiera interiorizarse y escuchar todas las campanas, estuvieron también en el almuerzo una víctima de la violencia rural, Jessica Bascur, de la provincia de Malleco (su madre sufrió un ataque en 2015 y fue amenazada de muerte); un colono, Alex Hund Diethelm, de una de las miles de familias suizo-alemanas que recibieron tierras en a fines del siglo XIX para colonizar la zona; y, finalmente, Garbens Saint Fort, inmigrante reciente y parte de la gran oleada migratoria que ha llegado a Chile desde Haití.