El duelo por los cientos de personas que podrían haber muerto por el colapso de una represa el viernes en Brasil se convirtió rápidamente en furia, con las familias de las víctimas y políticos reclamando que la minera Vale y los reguladores no aprendieron nada de los últimos desastres. Los bomberos del estado de Minas Gerais confirmaron ayer la muerte de 60 personas por la ruptura de una presa de relaves, que lanzó un torrente de lodo sobre las oficinas de la minera y el pueblo de Brumadinho. Cerca de 300 siguen desaparecidas, y funcionarios dijeron es poco probable que se encuentren sobrevivientes.

Las acciones de Vale se desplomaban un 17 por ciento en la Bolsa de Sao Paulo, que estuvo cerrada el viernes por una festividad local. La fiscal general de Brasil, Raquel Dodge, dijo que la compañía debe responder por la tragedia y ser sometida a un proceso criminal. El presidente ejecutivo de Vale, Fabio Schvartsman, dijo el domingo que las instalaciones fueron construidas de acuerdo a las normas y que los equipos demostraron que la represa era estable dos semanas antes.

El desastre en la mina Corrego do Feijao se produce menos de cuatro años después del derrumbe de una presa en un yacimiento cercano manejado por Samarco Mineracao SA, empresa conjunta de Vale y BHP Billiton, donde murieron 19 personas y se vertió lodo tóxico a un río importante.