Inundaciones, suba gradual, pero constante de la temperatura global y olas de calor extremas nunca antes registradas son la combinación explosiva por la cual varias ciudades costeras quedarán bajo el agua hacia 2100 como resultado del cambio climático.
El Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte que, en apenas 75 años, el globo terráqueo cambiará de forma rotunda. Este poderoso llamado de atención es –junto a la situación crítica de deforestación en el Amazonas– uno de los temas más candentes tratados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), llevada adelante hasta el 21 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil.
Cada vez vemos con más frecuencia eventos extremos y severos: sequías prolongadas, anegamientos catastróficos y tormentas tropicales destructivas. Las inundaciones en Bahía Blanca, Argentina, en Texas, Estados Unidos, en los nueve departamentos de Bolivia, en varios estados mexicanos y en Jaiber Pastunjuá, Pakistán, así como el megahuracán Melissa, en el Caribe, son tan solo algunos ejemplos de desastres naturales ocurridos este año.
Yendo un poco más atrás, recordamos el trágico evento vivido en Valencia en 2024, que se convirtió en el desastre natural con más víctimas fatales en la historia de España al alcanzar la cifra de 227 muertos. Pocos días antes de aquella recordada crisis ambiental, en septiembre, fuertes aluviones obligaron a la evacuación de miles de personas en Austria, República Checa, Polonia y Rumanía. Los intensos temporales en el sur de Alemania dejaron postales apocalípticas.
Mientras tanto, en los Emiratos Árabes Unidos y Omán, se registraron las lluvias más intensas de la historia de estas naciones. Los diluvios en Kenia se cobraron numerosas vidas y provocaron deslizamientos de tierra. Y más cerca de Argentina, en Brasil, afectaron a una superficie equivalente a la del Reino Unido y desplazaron a más de medio millón de personas.
Los expertos resaltan que, mientras las inundaciones costeras se deben principalmente a los vientos y a las mareas altas, las fluviales, subterráneas y repentinas están relacionadas con las fuertes lluvias. El aumento de las temperaturas globales, generado por la quema de combustibles fósiles –entre otros factores–, está haciendo que las lluvias sean más frecuentes y copiosas en la mayor parte del mundo.

Este tipo de inclemencias meteorológicas extremas provoca efectos devastadores en todo el mundo, con daños globales que ascienden a unos 651.000 millones de dólares y han afectado a 1600 millones de personas solo entre 2000 y 2019, según datos del Banco Mundial. El impacto de las inundaciones está aumentando en gravedad, duración y frecuencia, impulsado principalmente por el crecimiento demográfico y económico en zonas propensas a anegarse y por el cambio climático. Las pérdidas causadas por estos eventos podrían aumentar un 20 % para fines del siglo XXI.
La comunidad científica es tajante y advierte que, si no se toman medidas urgentes y drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, las consecuencias prometen ser irreversibles y, en el corto plazo, los ecosistemas colapsarán, la producción de alimentos se verá amenazada y millones de personas deberán abandonar su hogar.
La atención mundial está puesta en las negociaciones climáticas internacionales, en las que los líderes mundiales deberán tomar decisiones audaces para limitar el calentamiento global a 1,5 °C. La sociedad civil, los activistas climáticos y las empresas también desempeñarán un papel fundamental en la transición hacia una economía más sostenible y resiliente.
Cuáles son las ciudades que quedarán bajo el agua en 2100
En este marco, los mapas confeccionados por Climate Central –que analizan distintos modelos para estimar el incremento del nivel del mar y combinan datos observacionales con proyecciones basadas en procesos menos conocidos, como el colapso de plataformas de hielo– vaticinaron cuáles serán las ciudades más afectadas en 2100 por la subida del nivel del mar.

Por ejemplo, para estas estimaciones, se tuvo en cuenta lo que podría pasar con el glaciar Thwaites, en la Antártida, conocido como el “glaciar del fin del mundo”. Su eventual derretimiento acelerado podría contribuir en gran medida a la subida de los océanos.
Los expertos en ciencias ambientales recurrieron a la integración de múltiples enfoques en una “caja de probabilidades” con el objetivo de proporcionar una visión más precisa de los posibles escenarios futuros. Además del deshielo de los glaciares y de la expansión térmica del agua, el informe considera el papel de las marejadas ciclónicas y de las inundaciones causadas por las mareas altas, fenómenos que, cuando se combinan, amplifican el riesgo para las poblaciones costeras.
Según estas proyecciones, en América del Sur, peligran ciudades como Barranquilla, Colombia; Maracaibo, Venezuela; Río de Janeiro, Brasil; Punta del Este, Uruguay; y parte de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Si nos enfocamos particularmente a nivel local, las localidades costeras como Mar del Plata, Pinamar, Villa Gesell, Berazategui, Ensenada, Florencio Varela, Lanús, Quilmes, Tigre y Bahía Blanca dejarían de existir.
Los informes mencionan también un escenario hipotético para América del Norte. Más precisamente, en Estados Unidos, ciudades como Nueva Orleans, extensas zonas de Florida y áreas costeras de Texas podrían sufrir graves daños debido a la incapacidad de sus actuales sistemas de protección para contener el aumento del nivel del mar.
Cruzando el océano Atlántico, en Europa continental, la situación es igual de alarmante. Regiones costeras densamente pobladas, desde Calais, Francia, hasta el sur de Dinamarca, en donde Ámsterdam sería una de las más perjudicadas, podrían quedar sumergidas. En Italia, el caso de Venecia es particularmente preocupante, ya que la ciudad ya enfrenta inundaciones frecuentes y su desaparición bajo el agua parece cada vez más probable antes del 2100.
En el Reino Unido, varias áreas de Londres, incluidas Bermondsey, Greenwich, Battersea y Chelsea, estarían en riesgo de inundaciones crónicas. A pesar de que esta urbe cuenta con defensas avanzadas, la magnitud del incremento del nivel del mar podría sobrepasarlas.
Más al este, en Asia, algunas de las ciudades más grandes del mundo enfrentan un futuro incierto. Yakarta (Indonesia), Bangkok (Tailandia) y Mumbai (India) ya padecen inundaciones recurrentes que afectan la infraestructura y la economía local. Un incremento aún mayor del nivel del mar podría volver inhabitables amplias zonas de estas megalópolis, lo que provocaría desplazamientos masivos de población.
En Oceanía, pequeñas naciones insulares están en peligro de desaparición. Malé, la capital de Maldivas, y Funafuti, la ciudad más importante de Tuvalu, podrían quedar completamente sumergidas antes de que termine el siglo.

