El ministro de Desarrollo Humano, Daniel Molina, y la diputada provincial Rosalía Garro -oficialista y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos-, vincularon ayer a dos emblemáticas desapariciones sin respuestas de menores de edad ocurridas en la provincia con la "Trata de personas", un delito vinculado con el poder y el dinero.
Esta es una figura penal nueva, sancionada en abril del 2008, y se refiere a la captación de personas para la explotación sexual, las prácticas de esclavitud, los trabajos forzados y la extracción ilegal de órganos y tejidos (ver claves).
La relación con esta figura penal de los casos de "Yiyo" Villafañe y Sergio Guerrero, dos chicos con problemas mentales que desaparecieron en 1997 y en el 2002, respectivamente, sorprendió al auditorio que había ido a la cátedra en la que se iba a explicar qué era ese nuevo flagelo social, cómo detectarlo y cómo enfrentarlo.
La primera en hacer la vinculación fue la diputada Garro: "Este tipo de delitos, que es de lo más aberrante de la sociedad, está entre nosotros. No se olviden de lo que ocurrió con "Yiyo" Villafañe, con la prostitución infantil en Concepción, eso es la trata de personas", dijo la legisladora, desde la mesa de autoridades y en el discurso de apertura.
Desde ese lugar, le siguió el ministro de Desarrollo Humano: "Al caso de "Yiyo" le tenemos que agregar el del chico Guerrero, que desapareció en Ullum. Esos son casos en donde está la «trata de personas». Ya se nos perdieron dos chicos en San Juan y eso no tiene que pasarnos, tenemos que trabajar para que no suceda", dijo Molina en el salón de un hotel céntrico, acompañado de Gloria Bonatto, coordinadora de Trata y Violencia de Personas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
La vinculación oficial de estos dos casos con la trata de personas llamó la atención a los presentes. En uno de ellos, el de "Yiyo", la Justicia actuó y hay una condena. Aunque esas actuaciones legales nunca terminaron de dar a la sociedad las respuestas mínimas (ver recuadro). En el otro, el de Guerrero, la falta de pruebas hizo que ni siquiera hubiera alguna vez una hipótesis de qué fue lo que le pasó al menor.
Justamente allí fue donde el ministro Molina apuntó una parte de su discurso, al preguntar al auditorio si "¿hay alguien del Poder Judicial?". Ante la negativa, agregó: "A esto no lo resolvemos solos. Tenemos que trabajar todos juntos: desde el gobierno, los legisladores y también los jueces".
