POR ARRIBA. La figura rusa Cherisev anotó el segundo tanto y va a festejar con sus compañeros Gazinsky y Dziuba, mientras Fathy, Hegazy y Gabr no encuentran consuelo. Los "camiones' rusos fueron demasiado para un Egipto carente de fútbol y garra.

La, ahora, Rusia y hasta un par de décadas la Unión Soviética fue famosa por muchas cosas referidas a su ideología, pero también a su industria, especialmente en la mecánica automotriz pesada. Sus camiones marca Kamaz fueron y son muy valorados por su robustez adaptable a cualquier tipo de tareas. Justamente por eso, por su fortaleza física, primero, su convicción de querer ser profetas en su tierra y por algunas gotas de técnica futbolística la Selección de Rusia abrochó su pase a octavos de final batiendo con claridad a su par de Egipto por 3 a 1.


A los dueños de casa le bastaron los primeros veinte minutos del segundo tiempo para noquear por completo a los dirigidos por Héctor Cúper. Ahmed Fathi, intentado un despeje, convirtió un gol en contra cuando aún no se cumplían los 2 minutos del segundo periodo. Denis Cheryshev amplió las diferencias a los 14 minutos, tras una precisa jugada que incluyo desborde y centro atrás y Artem Dzyuba certificó la superioridad con un golazo a los 17 minutos, tras bajar con el pecho una pelota en la media luna, superar con un sutil toque por el costado la marca del zaguero Ali Gabr y someter -con un penal en movimiento- al buen guardameta Mohamed El Shenawy.


En síntesis, los locales consiguieron en 15 minutos concretar todo lo que habían expuesto en el primer tiempo. Conocedores que si a los tunecinos le daban tiempo para pensar y espacios para jugar, con el manejo de algunos jugadores, como Mohamed Elneny y la calidad de su astro Mohamed Salah, podían sufrir, salieron a acosarlos corriendo cada pelota como si fuera la última. Apoyandose en la marca y desdoblandose con rapidez en la transición ofensiva, fueron siempre más que los africanos. En los primeros 45 minutos insinuaron, pero no concretaron. En el siguiente cuarto de hora "calentaron el ambiente' y la última media hora fue para festejar, en la "culturosa' San Petesburgo, el acceso a la siguiente ronda, mientras los de la tierra de los faraones se debatían en su impotencia y solo lograron descontar con penal de Salah.

La cifra

8 Rusia se convirtió en el primer país anfitrión en anotar ocho goles en los primeros dos partidos de un Mundial con el formato actual.


Salah no pudo frotar la lámpara


Gran expectativa había en todo el mundo por ver en acción al astro egipcio Mohamed Salah. Hasta la televisión rusa pasó en la previa un show de sus goles en el Liverpool y en la selección de su país. Había sumo respeto y se lo marcó hasta con reverencia. Zobnin estuvo siempre muy cerca suyo y cuando el volante idolatrado en su tierra y en la cuna de Los Beatles, podía eludirlo automáticamente tenía encima al zaguero Ignashevich. Falto de distancia por la inactividad que tuvo tras su lesión en la final de la Champions, el "10" poco pudo hacer. En el primer tiempo su aporte fue una media vuelta desde la puerta del área (41m.) que se fue lamiendo el poste. La presión asfixiante de los rusos lo obligaron a jugar lejos del arco. Después de la debacle del primer cuarto de hora del segundo tiempo su aporte fue mayor. Mejor rodeado entró más en juego, le hicieron el penal que luego convirtió y generó un par de opciones más. Expuso su calidad en pinceladas, pero no alcanzó para apagar el incendio.