Para el tribunal, a Claudia Antonella Moya (24) cabía atenuarle la pena, pues mató influenciada por la enfermiza relación de violencia que mantenía con su marido.

Los ataques a golpes que protagonizaban con frecuencia y la tenían como víctima, las agresiones verbales que se les habían hecho un hábito. Los niveles de impulsividad detectados en él por un psiquiatra que incluso lo medicó para poder controlarlo y que no atacara a su mujer. Para el tribunal, todo eso generó entre Claudia Antonella Moya (24) y Alfredo Turcumán (28), una relación matrimonial "patológica o enfermiza de amor-odio y celos mutuos", que claramente afectó a la joven (embarazada entonces de 4 meses) y la influenció en el momento en el que le clavó un cuchillo en el pecho durante la última discusión, el 13 de junio del año pasado. Ese puntazo penetró unos 7 centímetros en el cuerpo del joven, le lastimó el corazón y decretó su muerte nueve días después, el 22 de junio.

Según fuentes judiciales, todos esos factores fueron enumerados por los jueces Eugenio Barbera, Maximiliano Blejman y el subrogante Ernesto Kerman (Sala III, Cámara Penal) como las circunstancias excepcionales que, según la ley, habilitan a un juez o tribunal a atenuar la pena de cárcel perpetua prevista para alguien que mata a su cónyuge. Por esos motivos fue que el pasado 9 de agosto, entendieron que cabía condenarla a 15 años de cárcel.

Los fundamentos del fallo se conocieron ayer, cuando la joven volvió a Tribunales para notificarse de los argumentos de los jueces.

Ahora las partes definen si piden o no a la Corte revisar el fallo

Ahora, las partes podrán conocer esos argumentos y decidir si piden o no a la Corte de Justicia que revise la sentencia, que básicamente representó un revés para los acusadores pues el defensor oficial había solicitado que declararan inimputable a Moya o, en todo caso, atenuaran la pena como finalmente lo hicieron.

En cambio, los fiscales José Eduardo Mallea y Claudia Salica habían pedido perpetua, igual que Mario Padilla, abogado de la familia Turcumán.

Un párrafo aparte mereció para el tribunal la actuación del médico psiquiatra Héctor Del Giúdice, por extralimitarse -tal como sostuvo Fiscalía- en su pericia a Moya y llegar a formular una teoría de cómo ocurrió el crimen, sin que se lo pidieran.