Convivir diariamente con el dolor, mata o fortalece. A sus 38 años, Jésica Canto pasó muchas noches en el hospital. Noches tristes, oscuras. La vida no fue condescendiente con ella y es que sus tres hijos padecen epilepsia refractaria. Una dura enfermedad que la obligó a permanecer junto a ellos, firme, inquebrantable. Allí vivió, sintió y compartió con familiares de pacientes internados momentos que la marcaron a fuego y que la llevaron a tomar una decisión que tiene un sólo objetivo: hacer de este mundo, uno mejor.

Hace un tiempo tuvo una idea que rápidamente quiso concretar y que desde hace cuatro meses lleva adelante con mucho esfuerzo, pero también con una enorme alegría. Todas las noches, y de manera gratuita, reparte café, leche, té, bizcochuelos o el bolsillo le permita, entre la gente que espera por alguien en el Hospital Rawson. ‘Café con esperanza’ es el nombre que eligió para darle forma a su proyecto.

“A veces somos varios, a veces somos pocos, porque la gente se va cansando. Yo creé esto con la idea de llevarles un vasito de café, a veces una torta frita o lo que vaya pudiendo porque yo trabajo. A veces algunos de los chicos que colabora trae un kilo de azúcar o un termo con café”, dijo a DIARIO DE CUYO.

Jésica trabaja como cajera en una carnicería y su marido está a cargo de un transporte. No les sobra nada, pero aún así se las rebuscan para ayudar. “Mis tres hijos  - 21, 16 y 7 años -  sufren epilepsia refractaria. Pasé muchas noches en el hospital, vi muchas cosas. Entonces me prometí un día hacerlo y lo estoy cumpliendo. Además, la nena del medio tiene esclerosis”, contó.

“A la primera que le conté la idea fue a la seño de mi hija, que va a mi casa a enseñarle. Ella empezó a pasar la voz y hoy en día somos varios.  Nos juntamos todos los días a las 22.15 o 22.30 en Avenida Rawson y General Paz. Hay un auto rojo que dice ‘Café con esperanza’. Llevar café u otras cosas depende de los tiempos y de quién me ayude. Lo que tenga lo llevo. Hay domingos en que he podido hacer tortas fritas y he llevado 200 al hospital, incluso si nos sobra repartimos en la Terminal”, agregó sonriente, con el alma llena.

Con respecto a la reacción de la gente, la mujer confiesa que muchos no lo pueden creer. “Cuando ofrecemos café nos dicen que no tienen plata y cuando decimos que lo estamos regalando se ponen muy contentos. Nos preguntan de qué iglesia somos o de qué partido político. Es hermoso lo que la gente te devuelve”, señaló.

De inmediato, se toma unos segundos y recuerda: “Me ha pasado muchas veces ver a mamás que no tenían para comer. Hablando, hay gente que te dice que no comió nada en todo el día o que ves que comen cosas con hambre”.

Jésica se define como una persona feliz y una palabra que repite constantemente es ‘esperanza’. “Pasé muchas noches tristes, pero hay que tener fe. Por eso le puse ‘Café con esperanza’. En cada café sé que va un poquito esperanza.

Y sus ganas de ayudar a los que necesitan no terminan allí. “Cuando no haga tanto frío, haré otras cosas… Ya estamos juntando botellitas para hacer hielo y llevar en el verano. La idea es ayudar, me gustaría contagiar a la gente. Hay que querer. A veces no es cuestión de plata, se trata de ayudar. Todos podemos. Un granito de arena para que este mundo cambie un poco”.

Todas las personas que deseen colaborar pueden comunicarse con ella al 264 468 1992 o ingresar a esta cuenta de Facebook. Los que tengan café, té, leche, azúcar, harina, descartables e incluso la presencia  para ayudar a repartir, no duden en hacerlo.