Este año, la práctica de dos abortos no punibles sacudió a los sanjuaninos,  dividió a la opinión pública y generó manifestaciones, pese a estar contemplado por la ley.

La víctima vivía junto a una hermanita, su mamá y padrastro.

El 28 de marzo una pequeña alumna de la escuela del Médano de Oro se desmayó durante un recreo y dejó al descubierto la peor de las atrocidades.  La nena de 11 de años cursaba un embarazo de casi 20 semanas producto de una violación.

 Fueron las docentes quienes trasladaron a la menor a un centro asistencial y en pocas horas el padrastro de 42 años y su madre de 29 quedaron detenidos. Las posibles complicaciones en la salud de la nena hicieron que los profesionales médicos determinaran la urgencia de practicar un aborto legal.

Cuando el tema ganó espacio en los medios, la sociedad se dividió y la interrupción del embarazo fue cuestionada por la iglesia y los sectores provida. Las autoridades de Salud Pública se manifestaron en “favor de las dos vidas”, pero realizaron el procedimiento tal como lo establece la ley

La nena se convirtió en la víctima de violación de más corta edad en ser sometida a un aborto. El mismo se concretó el 3 de abril con la cobertura de medios nacionales que seguían desde San Juan los detalles del caso.

La investigación judicial  continuó su curso, la madre que había sido detenida sospechada de estar al tanto de los reiterados abusos que sufría su hija recuperó la libertad y fue sobreseída. Mientras que el abusador fue procesado y enviado al penal hasta ser sometido a un juicio.

Las pericias psicológicas sobre el sujeto revelaron que los abusos iniciaron a los 9 años. Además, definieron al hombre como alguien “que no vive con culpas estos ataques, tampoco se arrepiente, que es inmaduro sexualmente, muy violento, vago, controlador y, algo muy común en estos depredadores sexuales, cosificador de la gente a la que busca sacarle provecho”

Las dos prácticas se realizaron en el Hospital Guillermo Rawson. 

Siete meses después, otra nena de 12 años quedó embarazada producto de la violación de un vecino.

Como en el caso anterior, un desmayo fue el indicio de que algo andaba mal. Sus padres fueron quienes recibieron la noticia el 3 de octubre: su hija cursaba el tercer mes de embarazo. Lo peor vino después, en medio de una crisis nerviosa la nena contó que había sido su vecino quien había abusado de ella a pocas cuadras de su casa.

Según trascendió, pedía a los gritos que le “sacaran eso de adentro” y afirmaba querer morir. Dos días después la nena fue sometida a un abordo, con autorización de sus papás y la Justicia.

Un estudio a la menor reveló los trastornos que le acarrearon el abuso, además del embarazo no deseado:  dificultades para dormir, miedo a salir a la calle, ninguna gana de ir a la escuela, llantos y más llantos, y una gran culpa por el dolor que, creía, había llevado a su familia, sobre todo a su papá.

El juez Heredia Zaldo ordenó un cotejo de ADN entre el feto y el sospechoso, con un resultado contundente: 99,99 por ciento.

El violador fue procesado  por abuso sexual con acceso carnal agravado por el grave daño en la salud mental de la víctima, corrupción de menores agravada y embargaron sus bienes por $500.000.