“Me lo reveló una prima mía. Me contó que se había enterado que mi papá no era mi papá porque no podía tener familia. ‘Vos sos adoptado’, me dijo”. Jesús Avelino Fernández tenía en ese momento 18 años y hasta entonces nadie le había insinuado nada y él tampoco tenía la más mínima sospecha.

Hoy, con 66 y desde su casa en La Plata, recuerda con precisión ese instante en que su prima le reveló la verdad sobre su origen. Dice que no hubo lágrimas ni enojo, solo una sensación que, con los años, se fue transformando en una curiosidad profunda: la de saber de dónde viene.

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Jesús cuando era niño. Hoy, con 66 años, busca a su familia biológica.

 

El protagonista de esta increíble historia nació en San Juan el 2 de agosto de 1959. Al menos eso figura en su partida de nacimiento. También que es hijo legítimo de Francisco Fernández y Ventura Aurora Ponce de Fernández, que vino al mundo en la entonces Clínica Mayo y que un doctor de apellido Bustos atendió el parto.

“Sin embargo, yo intuyo que nací en otro lado”, aclara Jesús. Su teoría es que su madre biológica dio a luz en el domicilio particular de sus padres adoptivos, una casa sobre Avenida Córdoba, en pleno centro sanjuanino. “Es mi suposición, pero no tengo ni la más remota certeza de que haya sido así”, interrumpe.

En ese hogar vivió sus primeros años de vida, “feliz de la vida”, con papá Francisco y mamá Aurora, atravesando los días como una familia normal, como cualquier otra. Hasta que la tragedia lo abofeteó dos veces: tenía 5 años cuando su padre murió a causa de un cáncer y tres años después, cuando tenía apenas 8, falleció su madre por una enfermedad del hígado. 

“Se puede decir que ahí, con 8 añitos, quedé huérfano por segunda vez”, reflexiona Jesús. Y cuenta que a partir de ese momento se crió con distintos parientes, en varios hogares, hasta que se fue a vivir a Jáchal con un tío. Allí terminó la educación primaria y luego volvió a San Juan para hacer la secundaria y empezar los estudios universitarios.

“Era una familia de un pasar normal, bien. A mí nunca me faltó nada, ni cariño, ni dinero, ni comida, ni ropa, ni nada. Fui un chico muy feliz a pesar de todo lo que me pasó. Me contuvieron, me cuidaron. Era un chico normal dentro de una familia normal, con tíos, primos”, sostiene.

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Jesús cuando era niño. Hoy, con 66 años, busca a su familia biológica.

Jesús comenzó a estudiar Abogacía en la Católica pero en segundo o tercero dejó para irse a Buenos Aires. Es que a los 19 años empezó a trabajar en una conocida financiera que a los 21 le ofreció el traslado a CABA. “Corté con la carrera allá y me vine para acá”, cuenta. Añade que “tuve una carrera exitosa porque después fui gerente de banco y me siguió yendo bastante bien”.

El hombre se casó con su primera mujer, se divorció y después contrajo matrimonio con su actual pareja. Vive en La Plata hace 20 años, ahora es martillero, se dedica a los negocios inmobiliarios y tiene 3 hijas de 38, 34 y 29 años. Fueron ellas quienes, al tanto de su historia, lo impulsaron a que empiece una búsqueda para conocer a su familia biológica.

“Estoy buscando mis orígenes biológicos, por una cuestión lógica, todo ser humano quiere saber de dónde viene. Para mí y para mis tres hijas. Ellas siempre supieron que yo era adoptado, nunca les negué nada. Y en algún momento ellas me preguntaron: ‘¿Papá, vos no tenés problema si nosotras averiguamos?’. Les dije que no, que no tenía ningún problema. Pero nunca pudieron lograr nada, porque en esa época todo este tema era muy secreto, muy cerrado, nadie te pasaba un dato, era un secreto de Estado. No es como ahora que vos para adoptar tenés que pasar una gran cantidad de requisitos legales. En ese tiempo no, una mujer tenía a un chico, lo regalaba a alguien y listo”, explica.

Es por eso que días atrás Jesús se animó a pedir ayuda en las redes sociales. El problema es que los datos que posee son escasos y ya pasaron muchos años desde aquel día en que recibió la revelación de parte de su prima. “En ese momento fue algo llamativo para mí, sentí como una especie de shock, un pequeño shock. Pero como yo tuve una familia que me contuvo mucho, me quiso mucho y con la que me sentía muy bien, como que hasta tenía miedo de defraudarlos contándoles a todos lo que había descubierto o haciendo preguntas”, comenta. “Siempre fui muy feliz con la familia que me tocó. Por eso nunca tuve demasiado interés en saber quiénes eran mis padres biológicos. Será que respetaba mucho a mi familia de siempre pero nunca se me dio. Recién ahora, que tengo 66 años, es la primera publicación que hago sobre el tema”, agrega.

El protagonista cuenta que sigue teniendo relación y diálogo con su familia y que cada tanto ve a sus familiares en festejos: “Algunos tíos ya fallecieron. Pero yo creo que el 80% de la familia no sabe nada de esta historia”.

¿Existe algún dato certero que ayude con la búsqueda?: “Alguna vez dijo algo uno de mis tíos que me crió, que yo supongo que él podía saber algo. Lo único que le escuché decir en mi vida, porque era un tipo muy reservado, fue: ‘Pensar que la madre era tan hermosa y jovencita, y el padre no’. También escuché que dijo algo como que mi papá era un músico mendocino. Fue la única que vez que escuché algo, en ninguna otra oportunidad tuve alguna referencia de algo”.

Jesús deduce que su madre podría tener entre 85 y 90 años. “Puede que esté viva”, tiene la esperanza. Su padre en teoría era más viejo: “Si no están vivos, pueden haber tenido hijos también. De eso no tengo la más remota idea pero me gustaría averiguar”.

Otro dato que posee es que las parteras fueron Irma Fernández de Mazarico y Elba Escudero. La primera de ellas era sobrina de su madre adoptiva. 

Jesús Avelino Fernández.

“Yo ya estoy grande, ya no tengo prejuicios de ningún tipo. Ahora formamos parte de una generación diferente. Si mañana me enterara que tengo una familia biológica, me gustaría conocerla. Charlar nada más, saber quiénes son, que me conozcan. Sin pedir explicaciones de ningún tipo. No tengo reproches contra nadie. Al contrario, tuve una vida feliz y tengo una vida feliz. Estoy agradecido a la vida de haber tenido la familia que tuve y que tengo. Solo hago esto porque sería un proceso que se cierra en mi vida”, dice al finalizar.

A San Juan piensa regresar el año que viene, para celebrar los 50 años como egresado del Colegio Nacional. Su deseo es poder estar acompañado por los Fernández y, por qué no, su otra familia.

Si tenés algún dato, podés contactarte acá.

Dos mensajes desde su historia

Jesús quiere que su historia sirva para algo más. Por eso, cuando habla, su tono cambia y se vuelve casi pedagógico.

“Yo estoy acá y estoy buscando, porque mi mamá biológica, que por alguna razón que desconozco no pudo criarme, decidió tenerme. No abortar, tenerme, y a partir de ahí ella decidió entregarme a alguien que pudiera ser mi familia. El mensaje que quiero transmitir es el de ‘Mamá, dejame vivir’. Ante la duda, si sos una chica que por alguna razón que yo no voy a juzgar, quedaste embarazada, hacé el esfuerzo de tenerlo, hacé el esfuerzo de darle vida”.

Por otro lado, se refiere a la adopción: “Si vos sos una familia que no puede tener hijos, adopta un Jesusito, como yo, que te está esperando. Quiero decirle a esas parejas, matrimonios, personas solas, lo que sea, del sexo que sean, si tienen la posibilidad de adoptar un Jesusito, háganlo, siempre hay un Jesusito que los está esperando”.