‘Primero, Dios me hizo fuerte para después darme las más duras batallas. Pero soy una agradecida de Dios’. Con estas palabras, Yanina Quiroga comenzó a relatar su historia. Una historia difícil, pero que en boca de ella suena como una simple anécdota de la vida. Y con final feliz. Tiene 40 años y, tras batallar contra la muerte, logró cumplir su sueño más anhelado: ser mamá, y por partida triple. Luego de hacer un tratamiento de fertilización tuvo trigemelas que recientemente cumplieron un año. Si bien ella es de perfil bajo, otras mujeres que también sueñan ser madres la toman como ejemplo de que ¡Sí se puede!
Hace 12 años, Yanina comenzó a vivir los primeros momentos más difíciles de su vida y que casi echaron por tierra su sueño de la maternidad. En el 2013 perdió un bebé por un aborto espontáneo. Mientras que en el 2016 perdió otro embarazo, pero de gemelos. De ahí en más, comenzó una dura lucha por convertirse en mamá, que la puso en riesgo de muerte. ‘Cuando perdí el último embarazo me sacaron una trompa y ya no pude volver a embarazarme, pero mi sueño de ser mamá no murió. Con el apoyo incondicional de mi marido, Jorge Ruedas, comencé el tratamiento de fertilización in vitro. Ahí apareció en nuestras vidas el doctor Esteban Herrero, un enviado de Dios y pilar fundamental en el tratamiento y en el embarazo que fue muy complicado. Cuando sus colegas le decían que me hiciera una cesárea cuanto antes para salvarme la vida a mí y, al menos a una de las 3 bebés, el decidió esperar dos semanas más. Es que yo le dije que no era el momento aún, que si Dios me mandó 3 bebés, era para que las 3 vivieran’, dijo Yanina.

Jorge y Yanina conformaron una familia ‘inseparable’ juntos a sus trigemelas Delfina, Guadalupe y Alina.
Con fe en Dios, la mujer siguió adelante con el embarazo y bendiciendo al doctor Herrera cada miércoles cuando asistí al control de rutina. Y diciéndose a sí misma que iba a recibir buenas noticias antes de entrar al consultorio. Pero, todo comenzó a complicarse más aún. Delfina, la menor de las 3 bebas por sólo 2 minutos de diferencia, comenzó a presionarle el diafragma y la cesárea no pudo retrasarse más. Defina, Guadalupe y Alina nacieron con 32 semanas de gestación. Y con un peso de 1,550 kilos, 1,580 kilos y 1,200 kilos respectivamente. Pero, Yanina no pudo conocerlas ni bien nacieron. Las bebés fueron trasladadas al Servicio de Neonatología y puestas en incubadora, mientras que ella pasó a cuidados intensivos. ‘Me desmayaba todo el tiempo y me iba en sangre. Pero, pude recuperarme un poco y reponer energías para enfrentar otra nueva etapa difícil, ahora como madre’, dijo la mujer.
De las 3 bebas, Delfina fue la que estuvo a punto de perder la vida. Peor, la ‘salvó un milagro de Mama Antula’, la primera santa argentina. La madre contó que la beba presentó un neumotórax y displasia en un pulmón. Y que estuvo conectada a un respirador y a un aparato de alta frecuencia que la mantenían viva. Una noche, Yanina y Jorge recibieron la peor noticia. ‘La doctora nos dijo que había muy pocas probabilidades de que la Delfi se salvara. Que me preparara para lo peor, pero sin olvidarme de que tenía dos hijas más para seguir luchando. Yo dije que Delfi iba a vivir. Y Mama Antula nos concedió el milagro’, dijo la mamá.

Esa misma noche, un matrimonio amigo les entregó una estampita de esta santa que ellos nunca escucharon nombrar. Yanina tomó la imagen y la pasó por el exterior de la incubadora de Delfina. Cuando volvieron a casa, a las 2 de la madrugada, le prendieron una vela a Mama Antula. ‘Rezamos y le pedimos que salvara a Delfi. Y mi marido le prometió que si la salvaba íbamos a visitar su santuario a donde estuviera. Nos acostamos, y al levantarlos a las 6 de la mañana, la vela seguía encendida. Para mí fue una señal de que Delfi seguía con vida y que iba a seguir viva’, dijo Yanina.
Tras llamar a Neonatología, corroboraron que la beba estaba viva, aunque con pronóstico reservado. Pero, gracias a Mama Antula y a Dios sobrevivió a tres infartos en menos de una hora y a una cirugía que le practicaron sin sacarla de la incubadora y en presencia de sus padres y de sus hermanas que comenzaron a llorar al mismo tiempo cuando a Delfi le hicieron el cortecito en el pecho para introducirle una manguera.
El pasado 5 de octubre, Delfina, Guadalupe y Alina cumplieron su primer año de vida. Las tres están en perfecto estado de salud y su madre, feliz, preparándose para celebrar a pleno por primera vez el Día de la Madre. ‘El año pasado fue mi primer Día de la Madre y la pasé todo el día en Neo al lado de mis bebas. Este año, gracias a Dios y a Mama Antula, lo voy a celebrar con el mejor regalo que me dio la vida: mis hijas. Y, además me siento bien porque algunas mujeres que también quieren ser madres me dijeron que conocieron mi historia y eso les demostró que sí se puede y que no hay que bajar los brazos’, dijo Yanina.
Tras todo lo vivido, Yanina y Jorge se hicieron muy devotos de Mama Antula, la Santa oriunda de Santiago del Estero. Es por eso que a las bebas las bautizaron en la Parroquia de Fátima donde se encuentran sus reliquias, y que ya están preparando el viaje a su santuario en esa provincia para cumplirle la promesa. ‘Jorge siempre hace el chiste de que menos mal que no le prometimos ir a su santuario en bicicleta’, dijo Yanina para cerrar su historia con una sonrisa.

