El relato de María Eugenia Alba más conocida como "Euge la que teje" -cargado de agradecimiento y afecto por esa mamá que le dio las primeras herramientas del arte textil- da ganas de acurrucarse, abrigarse bien y seguir escuchando por horas. Es que ella es tan apasionada por lo que hace que no puede disimularlo. De hecho, retacito de lana o hilo que llega a sus manos tiene un destino artístico, a juzgar por los resultados. Si bien su mayor gusto es hacer tapices, también se dedica y muy bien, a hacer prendas de abrigo, ideales para los días de frío pero más para quienes disfrutan de tener ropa con detalles únicos e irrepetibles.


Y, si hay algo que le fascina es enseñar lo que sabe hacer. Tan es así que extraña por estos días de cuarentena los talleres que daba a todo tipo de artesanos o curiosos del tejido. Pero sin lugar a dudas, lo que más añora es la comunicación, el contacto y la contención que generaba en tiempos de clase, con sus telares con los alumnos que iban a la biblioteca del Colegio Dante Alighieri, con quienes hacía un trabajo que combinaba lectura con realización de tapices de lana y material reciclado. Es que Eugenia sabe, por propia experiencia, que lo que se aprende y practica de chico, deja una huella para siempre.


"Tejo desde que tengo uso de razón. A decir verdad, tejo desde muy chiquita. Mi mamá se sentaba y me enseñaba los puntos de crochet primero y a medida que fue pasando el tiempo me fue compartiendo sus conocimientos a dos agujas, bordados y todo lo que ella sabía de esta técnica ancestral de tanta sabiduría. Yo siempre la miraba tejer y la imitaba. Ella fue mi gran maestra", cuenta Eugenia que reconoce que luego de los aprendizajes maternos encontró otras personas generosas que le compartieron sus saberes como sus docentes en Australia, su prima Graciela Villarino, dos grandes artistas textiles como Myriam Atencio y Guadalupe Daneri, sus compañeras del grupo "Las Arañitas" y del Colectivo Textil del Sur. También los varones que integran los llamados "Tejedores del desierto", a los que admira. Inclusive las tejedoras tradicionales de la provincia (como Doña Tomasa de Tudcum, Herenia Moyano de 25 de Mayo) y de otras latitudes (como Inés González de La Rioja o Emeterio, un famoso telero jujeño, entre otros del norte argentino, de Bolivia y Perú). Y también Youtube, otra fuente inagotable de transferencia de conocimientos.


Ella dice que aprende mirando, claro que hay que tener una habilidad especial y talento para poder reproducir lo que sus ojos descubren.


"Desde chica siempre me encantó hacer macramé y telar. Por eso mi gran gusto es hacer tapices y máscaras en macramé. Hasta que un buen día y con mucha razón, una persona me sugirió que volcara mis tapices y mis máscaras a las prendas o cualquier otro objeto que la gente pudiera atesorar, usar y querer comprarme. Y así lo hice", dice esta asidua participantes de ferias hasta que la pandemia lo impidió por eso ahora vende a través de sus redes sociales y desde la comodidad de su casa. 


Telares bastidores, telares peine o María, telares a cuadro (de hasta 8 cuadros), dos agujas para cuellos mangas, crochet para las terminaciones, aguja tunecina. Detalles en fieltro y hasta botones de cerámica. Toda técnica es bienvenida para plasmarla en bufandas, chales, ruanas, pashminas, chalecos, sacos, pulloveres, gorros y ponchos. Pero también pies de camas, frazadas y alfombras. Le da mucha importancia a los detalles, las texturas y la variedad de colores.


 "Una vez que aprendes a tejer, lo hacés en lo que sea. La técnica es la misma", dice esta mamá de 5 hijos.


María Eugenia Alba no es sanjuanina. Ella nació en Buenos Aires y a los seis años se fue a vivir con su mamá, su tía y su madrina a Australia. Partieron en un barco. Allí hizo la primaria, la secundaria e incluso sus primeros estudios de telar. Hasta que un día quiso venir a conocer la tierra de su madre y ese primer contacto la enamoró perdidamente de San Juan. Y fue para siempre. Porque si bien volvió a viajar a este país rodeado de océanos, finalmente aquí se quedó porque como ella dice "adoro las montañas, que nunca llueve, el sol y que se puede andar en bicicleta todo el tiempo", además de tejer. "Me encanta pensar cuando tejo que de algún modo estoy rescatando técnicas ancestrales, esas que enseñan madres, abuelas, tías, tantas mujeres y hombres que uno ha encontrado en el camino. Pero que a su vez, uno lo puede llevar a lo urbano, a lo moderno, a lo ponible", asegura. La mejor prueba, la tiene en sus manos. 



El dato:
Las prendas que confecciona Eugenia tienen un rango de precios que van desde los 700 a los 15.000 pesos, dependiendo del tipo de lana que se ocupe (si es de ovejas, llamas, entre otras) hasta el tipo de prenda. Se la encuentra como Euge la que teje en Instagram y en Tramas Euge la que Teje en Facebook.

Por Paulina Rotman
Fotos: María Eugenia Alba