Como si fuera poco, desde ahora ya se está preparando para dar los primeros pasos para conmemorar -en febrero de 2011- los 200 años del nacimiento del "Gran Maestro". Por supuesto, cada una de las acciones que se harán tendrán un inevitable sello femenino: Beatriz no las organiza sola, sino que la acompaña su equipo de trabajo, conformado mayoritariamente por mujeres.

Una mujer fue quien tuvo a su cargo la construcción de la casa dónde nació el gran prócer de San Juan: Domingo Faustino Sarmiento. Fue Doña Paula, su madre, que en 1801, con tan sólo 23 años y aún soltera, tomó el coraje suficiente para levantar las paredes con ayuda de dos esclavos de sus tías. Por ese entonces, la misión de esta mujer no se terminaba con la edificación en el solar que había heredado en el Barrio El Carrascal. Ella también se ocupó de ayudar a la familia Albarracín a conseguir los fondos para concluir la vivienda. Colaboraba con lo que mejor sabía hacer: tejer a telar. Cuenta el propio Sarmiento en "Recuerdos de provincia" que un año antes, había habido una gran escasez de "anascote, género de mucho consumo para el hábito de las diversas órdenes religiosas", entonces ella aprovechó la demanda y con el producto de la venta de sus telas tejidas iba reuniendo el dinero necesario para echar los cimientos, armar muros de adobe y tapia, además de los techos de cañas.

Doña Paula logró con sus manos una única habitación que en principios se fue subdividiendo en salas. Con los años se le fueron adosando dormitorios y otras dependencias, que tal como se acostumbraba en aquella época, daban a los patios centrales. Allí vivió la familia más de cien años. Hasta que la casa en cuestión, se convirtió en 1910 -justamente para el Centenario de la Patria- en el primer monumento histórico nacional argentino y con ello abrió las puertas como museo.

Hoy, casi a punto de cumplir 100 años de semejante declaración, en el mismísimo año del Bicentenario de la Patria y a un año de cumplirse los 200 años del nacimiento de Sarmiento, la Casa no pierde vigencia.

A más de dos siglos de su construcción, es otra mujer, la que tiene en sus manos los destinos de esa misma casa. Y no está sola. Coincidentemente a Beatriz Oviedo de Coria -la directora del Museo Casa Natal de Sarmiento- la acompaña un equipo de colaboradores, en su mayoría mujeres (sólo hay 5 hombres y el doble de señoras trabajando en cada uno de los rincones de la casa de Avenida Libertador). Entre todos y junto a la Asociación Amigos de la Casa Natal de Sarmiento están diseñando cómo serán los próximos festejos (ver recuadro).

"Son fechas simbólicas y significativas. Y por ende hay que darles el valor que tienen. Para mí, es un orgullo estar dirigiendo la Casa Natal en celebraciones fundamentales: como los del 2010, el del año próximo y el primero que me tocó presenciar que fue el del centenario del fallecimiento en 1988", asegura Oviedo de Coria, la mujer que desde 1971 trabaja en el museo (es museóloga). Recuerda que en ese entonces y bajo la batuta del profesor César Guerrero "todos hacían de todo", aunque ella había llegado para ocuparse de la biblioteca. Con los años y tras una larga enfermedad del director, ella lo reemplazó. Recién en 1988 se concursó por terna el cargo, desde la Nación. Tuvo dos contrincantes con mucho conocimientos (eran dos profesores de historia) pero ella terminó quedándoselo. Había desequilibrado la balanza, su experiencia. A partir de entonces tuvo que revalidar su puesto cada 4 años y en 1995 recibió un premio de la Casa Rosada, el primero que se le otorgó a un director de museo.

Será por eso quizás que Beatriz, siente la casa como propia, como su segundo hogar. "Inevitablemente y no quiero que suene arrogante porque no son mis intenciones pero de algún modo esta es mi casa, como lo es de todos los sanjuaninos", dice con todo derecho. Y no disimula que junto a parte de su equipo, le ponen su impronta en los detalles. Muchos de ellos, o todos, con claro toque femenino y de buen ama de casa. "Hay una dedicación especial porque vemos a este espacio como propio. Antes, por ejemplo, no se cuidaba tanto la limpieza. Ahora todo reluce. Hace unas semanas llegaron unos turistas de Buenos Aires y filmaban el estado de los baños. Nos llamó la atención y ellos nos explicaron que querían mostrárselos a todos porque nunca habían tenido la experiencia de entrar a un baño público tan pulcro. Esto es así y es una de nuestra prioridades porque consideramos que si la gente entra al baño y lo ve sucio, qué puede llegar a pensar que va a encontrar en el interior de las salas y habitaciones. Tal cuál ocurre con la casa de uno. El resto de las actitudes y acciones del museo se maneja como en casa y como con la familia, con afecto, tesón, calidez y sensibilidad. De algún modo hemos heredado los valores humanos y maternales de Doña Paula, una gran mujer".