No debe haber prenda en ningún perchero y en ningún placard que de tanto gusto vestir como las que se venden en nombre de Sahni (Sociedad Amigos del Hospital de Niños), el taller Arte Inclusivo del Centro Educativo Vida Nueva e inclusive las que diseñó la propia Mabel Ramírez, la única mujer sanjuanina que tiene altas chances de ganarse un lugar en el Mundial de Carreras de Aventuras que se realizará en pocas semanas en Ecuador. Es que no solo son remeras lindas, a los ojos de cualquier persona coqueta. Y de buena calidad. Sino que sirven para colaborar con los diferentes sueños y metas de las personas que las promocionan.
Coincidentemente tanto estas instituciones como una de las pocas deportistas de elite de la provincia apostaron a prendas de vestir como forma de recaudar fondos. Hay que reconocer que sus propuestas de prendas con un contenido social no es una idea nueva ni tampoco limitada al territorio local. Hay ejemplos en el mundo entero donde entidades y ONG’s de la mano de grandes diseñadores de moda y famosas tiendas del rubro se unen para colaborar en sus proyectos solidarios. Todos apuestan a que ésta iniciativa es un modo interesante para conseguir aportantes que de otro modo quizás nunca llegarían.
No hay excusas: ahora los sanjuaninos tienen en sus manos la posibilidad de ayudar a alguien que lo necesita y de paso, lucir una remera al menos diferente, ya que cada una de estas indumentarias tiene como punto de partida una linda historia por contar.
Diseños por la inclusión
Las remeras del taller Arte Inclusivo resultaron ser mucho más que un mero objeto con el que expresarse artísticamente y buscar una salida laboral para los jóvenes entre 18 y 40 años que son parte del Centro Educativo Nueva Vida, dependiente de la institución Aleluya. Resultaron ser otro modo de mirarse a sí mismos, valorarse y una gran posibilidad para demostrar lo que pueden hacer y cuáles son los derechos de las personas con discapacidades mentales.
Esa fue la intención con la que la profesora Nadia Bula abrió un mundo nuevo a sus alumnos especiales. "Empezamos a trabajar en el taller explorando las posibilidades artísticas pero también buscando sacar provecho de ellas. Claro que la meta no era hacer objetos en serie ya que eso no tiene sentido para quien busca ganarse un lugar en la sociedad”, cuenta Nadia, la artista plàstica que comenzó a trabajar en el taller en el 2007 y que hoy conforma un equipo junto a Natalia Maggio, Atilio Aballay y Maximiliano Amaya.
El primer paso lo pudieron dar gracias a ganar una de las becas que otorga la Fundación del Banco San Juan. Fue en el 2011 y si bien el dinero obtenido en el programa "Volver a los oficios” -10.000 pesos- se agotó con la primer compra de materiales, les permitió seguir con el proyecto hasta el día de hoy. Y no solo eso, también lo ampliaron. Es que luego del "éxito", comercial de las remeras las que tuvieron que volver a producir en el 2012, 2013, 2014 y ya planean un cambio en el diseño para el stock de la temporada 2015- iniciaron un camino enriquecedor con alumnos voluntarios de las carreras de Diseño Gráfico e Industrial de la UNSJ. Entre todos con la ayuda de la profesora Patricia Vega- reinventaron el modo de mostrar su arte. Así lograron este año no solo ofrecer remeras de algodón sino además anotadores, calendarios y lámparas recicladas, de diseño, a base de sus propias obras de arte.
Incluso con las remeras listas los jóvenes involucrados participaron no solo en el diseño artístico de los dibujos del frente y la elección de la frase significativa en el reverso de la camiseta sino además en una primera etapa ellos mismos aprendieron a serigrafiarlas- llegó el momento de mostrarlas, ofrecerlas y venderlas. Hubo que ponerles precio y esta fue una oportunidad para desarrollar el manejo del dinero, la comunicación con otros, entre otros saberes cotidianos para muchos, significativos para ellos. Al principio las compraron familiares y conocidos pero con el tiempo el proyecto fue ganando adeptos, todos desconocidos, en ferias de arte y diseño o eventos relacionados con la Educación Especial.
"No va muy bien con esta iniciativa. Tanto que tuvimos que hacer talles que no habíamos tenido en cuenta como los de niños los XXL y los XS que nos reclamaban los clientes. Ya llevamos 200 remeras y casi todas están vendidas”, agrega Nadia, orgullosa del logro.
En todo este tiempo y gracias a la venta juntaron dinero, el que les permitió tener un primer ingreso para cada uno de los integrantes del taller y a su vez abastecerse de materiales. Este año, en lugar de repartir las ganancias, tuvieron otra idea: con el dinero obtenido por las remeras harán un fiesta el próximo 31 de octubre. Por supuesto, cada uno puede ir vestido, como quiera. Inclusive, con las obras de sus manos.
El "motor” de la carrera
Mabel Ramírez, una mujer llena de energía, sabía que debía hacer algo para conseguir fondos si quería llegar por segunda vez a la mayor competencia de Carrera Aventura del planeta. No solo tenía la experiencia del mundial anterior -al que tanto le costó llegar por falta de fondos- sino que era conciente, una vez más, que con su sueldo de docente de Nivel Inicial de una escuela privada difícilmente le alcanzara para lo mínimo. Esto incluye los 2500 dólares de inscripción en la contienda, la ropa y el calzado deportivo, la bicicleta, el casco, las baterías y linternas que exige la competencia, además de los costos propios de trasladarse hasta Ecuador, la sede 2014 del Aventura Huairasinchi Explorer.
Pero como es inquieta, no se quedó sentada esperando colaboración. Hizo sus propias remeras para poder valerse por sí misma y así buscar apoyos.
Ella es la única mujer sanjuanina (hay, algunos pocos varones que participan de la actividad), había empezado en el mundo deportivo de grande (con 40 años), utilizándolo como alternativa a un probable cuadro de depresión en el que cualquier mortal hubiese caído luego de una gran desilusión. Pero sola y con tres hijos por quienes salir adelante, la caminata, el trote, la escalada, los patines y la bicicleta fueron la mejor oportunidad para intentar seguir. Su desempeño en tres carreras fueron suficientes para que le pidieran que acompañara a un grupo de deportistas de diferentes provincias. Así llegó al primer mundial en el 2013, en Costa Rica con mucho sacrificio y el apoyo económico de familiares y amigos que compraron sus pinturas -además de docente también es artista plástica- y becas del gobierno (de la Secretaría de Deportes y Desarrollo Humano).
Vale aclarar que las carreras de aventuras no son para cualquiera. "Uno recibe, como si fuera un Dakar, una hoja de ruta, un mapa, una brújula, lleva su mochila con el equipamiento, el agua y la comida. Y solo tiene al equipo como contención y a su cuerpito que debe estar fuerte, física y mentalmente, para hacerle los cientos de kilómetros de recorrido a la deriva, pasando por postas, haciendo trekking, ciclismo, jayak, cuerdas, rafting, natación, entre otras disciplinas, según lo requiera el terreno”, dice Mabel que ya sabe que en la próxima carrera que empieza el 5 de noviembre próximo la esperan 710 kilómetros, alturas de más de 4.000 metros sobre el nivel del mar y 55 equipos de 30 países.
Pero así como no la asustó jamás el desafío de la carrera, tampoco se amilanó ante la ocasión de salir buscar ayuda para financiarse. Consiguió 32 auspiciantes -desde su odontólogo, su kinesiólogo, el negocio que vende la comida para su perra, los compañeros del secundario y del profesorado, los directivos del colegio donde trabaja y las "suricatas” tal como se llama la sala del jardín, el local donde arregla la bici, entre muchos más colaboradores- para poder empezar a hacer las remeras y ya lleva 50 camisetas vendidas. Le resta la mitad y muy poco tiempo, apenas una semana, para cumplir con su "record".
"Creo que la fuerza se consigue entre todos. Por eso pido ayuda. Soy una convencida que intentando, uno llega. Por suerte la ayuda se multiplica. Espero devolverles a todos, el orgullo de llegar bien a la meta”, dice esta mujer a la que le sobra, por lo visto, garra. Salvo cuando vio en la calle a un ciclista -desconocido para ella- con su remera. Eso, la emocionó.
Remeras del sueño
Sin lugar a dudas, Showmach ha resultado una verdadera vidriera para Casa Sahni. Es que en ese escenario mediático no sólo Eleonora Cassano y su bailarín tienen grandes posibilidades de llegar a la final y con esto cumplirles el sueño. Sino que además les ha servido como plataforma para hacerse conocer en todo el país. A tal punto que por medio de este programa les llegó la propuesta de las remeras solidarias creadas por la marca "Energía y Fuerza".
Fue nada más ni nada menos que Patricia Amín, la persona que facilitó un auto antiguo color crema para que Eleonora Cassano y Nicolás Scillama emularan a una Liza Minelli con dos clásicos de Broadway como "Money money” y "New York, New York”; quien hizo la oferta. Este año la empresaria vinculada al alquiler automotor se animó a darse el gusto de diseñar y comercializar prendas de vestir luego de superar una enfermedad. Fue una de las metas que se puso a modo de "agradecimiento a la vida”. Por eso, cada una de sus remeras no solo tienen impresos diferentes mandalas sino además frases de buena onda que contagian esperanza y ganas de seguir adelante. Justamente esas son las remeras que puso a disposición de la Sociedad Amigos del Hospital de Niños. Porque el verdadero anhelo de esta porteña no sólo era vender su propia marca de ropa sino ayudar a una entidad solidaria. De ahí que las llama "las remeras del sueño”.
"Patricia se involucró con Casa Sahni a partir del sueño en Showmach. Fue a llevar el auto al programa y se enteró nuestra labor de darle alojamiento a los niños de zonas alejadas pero que deben llevar adelante un tratamiento médico ambulatorio. Eso la enterneció y al próximo fin de semana se vino desde Buenos Aires a San Juan en auto para conocer la casa y ofrecernos sus remeras”, resumen Liliana López de Palluchini y Débora Gallerano -ambas de Sahni- esta historia gestada en la pantalla de televisión y a miles de kilómetros de distancia.
De inmediato, le dieron el sí a estas remeras de algodón tramado, con diferentes figuras, diseños, colores y detalles (algunas tienen toques de brillos, otras no) que son exclusivamente para mujeres y vienen desde talle S a XL.
La idea es que con la venta de las remeras se pueda hacer el mantenimiento de la casa ubicada en calle Avellaneda (frente a la terminal de Omnibus y a metros del Hospital de Niños), una tarea que no es menor si se tiene en cuenta que de mayo a la fecha han habido 80 ingresos de pacientitos con sus mamás. Son niños o adolescentes que vienen de Sarmiento, Pocito, Iglesia, Jáchal, Calingasta, Valle Fértil y San Martín y que de otro modo, no podrían seguir con la atención hospitalaria porque no tendrían donde quedarse.
Por eso, las 134 remeras vendidas hasta el momento al igual que otras estrategias para juntar fondos como el redondeo del vuelto en el Híper Libertad, la adhesión a la entidad por medio de tarjetas de crédito, el padrinazgo y la donación de tapitas de gaseosas que son vendidas son tan valiosas.

