Una de cada diez personas en la Argentina padece disfluencia (tartamudez), un detalle nada menor para que este tema sea tomado con la seriedad que merece por toda la sociedad. Más aún si se tiene en cuenta los problemas psicológicos que genera en las personas disfluentes que son objeto de burla y discriminación. Así es que este fin de semana pasado fue uno de los trabajos expuestos en XXXIII Congreso Argentino de Otorrinolaringología y Actividades Conexas" que se realizó por primera vez en San Juan" (Ver recuadro).

Carolina Salguero, licenciada en fonoaudiología especializada en disfluencia, tuvo a cargo la disertación en la que se resaltó la necesidad de tratar a los chicos antes de los 6 años, ya que en esta edad pueden superar la dificultad sin mayores problemas y evitar así un duro camino de vida debido a los inconvenientes para comunicarse.

"En primer lugar hay que saber que la base de la disfluencia es neurobiológica, que es una dificultad motora del habla de tratamiento fonoaudiológico que tomado hasta los 6 años se puede revertir por la plasticidad cerebral que tienen los chicos, luego ya no se puede hacer más que mejorar en alguna medida".

La falta de información es uno de los ejes centrales ya que esto lleva a deambular muchas veces por distintos especialistas porque en general se cree que es de origen psicológico. En este sentido la profesional asegura que "los problemas psicológicos surgen por convivir con la disfluencia pero no son la causa. Es importante que los padres con niños con disfluencia modifiquen el estilo de comunicación familiar para favorecerlo. Los docentes deben recibir la información adecuada de como actuar ante un niño con disfluencia y a la sociedad toda nos compete saber esperar ya que la persona adulta con disfluencia tiene mucho valor para hacerlo. Debemos generar el valor de escuchar".

Nada mejor en este caso que conocer por boca de un disfluente las situaciones que vivió y que vive frente a esta dificultad, y sobre todo como vence día a día una verdadera barrera en la comunicación. Se trata de Pablo Aguilar (33), instructor físico, entrenador de rugby y propietario de un gimnasio.

– ¿Cómo sobrellevaste la disfluencia en tu niñez y en tu adolescencia?

Desde chico mi papá me hacía enfrentar situaciones, hice tratamientos, fui a fonoaudiólogas pero nunca sentí que me hiciera bien o mejorara algo. Siempre recuerdo que mi papá me mandaba a comprar cosas aunque fuéramos todos los hermanos juntos me hacía bajar del auto a mi para que yo tratara con la gente. Creo que eso me ayudó mucho.

– ¿Fue la familia la que más ayudó?

Mi papá era médico neurólogo infantil y me hizo todos los estudios necesarios, pero no salía nada, por eso hizo más hincapié en que yo me animara a enfrentar las cosas.

– Si bien no lograron dar con un tratamiento adecuado, hiciste una vida absolutamente normal.

Fue un proceso, desde chico te vas enfrentando a cosas que tenés que superar. Te das cuenta que es lo que hay, a veces vas para adelante, a veces para atrás, tenés que ir en el día a día. Hace ocho o diez años que trabajo con gente en frente y tengo un equipo de rugby a cargo. Claro que hubo cosas que me marcaron, un profesor me dijo que yo no podía estudiar esto porque con este problema no podía estar frente a las personas y eso no me detuvo para nada, al contrario.

– ¿Qué es lo primero que haces frente a tus grupos de trabajo?

Lo primero que hago es contarles cuál es el problema que tengo, y les pido que si me trabo me esperen. Así rompemos el hielo, y si tengo un día malo ellos ya saben que me deben esperar. Hay días que son buenos, otros no tanto, porque esto es así. A esto se suma que soy ansioso y eso a veces me juega en contra y otras a favor porque si me encuentro con paredes me animo a saltarlas.

-¿Qué crees que hizo bien y qué hizo mal tu familia para ayudarte a transitar este camino que no es sencillo para quienes tienen dificultades para hablar?

Mi papá me hacía enfrentar a la gente como ya lo dije, pero mi mamá nunca habló de mi tartamudez. Era como si lo tomara en forma natural, no lo sé. Yo tengo un hermano con el que nos llevamos 11 meses entonces siempre que estabamos juntos el que hablaba era él, pero a mi no me gustaba y le pedía que me dejara hacerlo. Lo primero es aceptar de algún modo que esto va a convivir con uno siempre y de ahí seguir adelante.

– ¿A los maestros y profesores les cuesta tratar con chicos con disfluencia?

Muchos, creo que la mayoría, no saben como actuar frente a un chico tartamudo. En realidad en mi época era poco conocido no como ahora que se sabe un poco más. Yo siempre les decía que tenía problemas para hablar para que lo supieran de entrada.

– Actualmente tenés en el plantel de rugby un chico disfluente, ¿cómo es esa experiencia para ambos?

Ambos nos sentimos muy cómodos. Imaginate que si el profe tiene la misma dificultad, todos ya saben de que se trata.

-¿Qué le dirías a la sociedad en general para que sepa como llevar adelante una buena comunicación con un disfluente?

En primer lugar le diría a las familias que tienen un hijo disfluente que ahora hay tratamientos que hechos a tiempo mejoran la situación, que hay que ayudar a los chicos porque sin carácter, sin actitud, es muy difícil salir adelante y no todos la tienen. A la gente le diría que la clave es sabernos esperar, tenernos un poco de paciencia, darnos el tiempo que necesitamos para hablar.