Su vida es una sucesión de casualidades que podrían llegar a convertirlo en el exportador de productos especiales: Crisoles y copelas refractarias para la minería. Así es el presente de Ricardo Ruiz, el alfarero jachallero que se animó a probar su talento en la sustitución de importaciones y quien hoy fabrica 5 mil crisoles por día.

 

Días atrás circuló entre los medios su historia, por ser el alfarero que elaboró crisoles de terracota para el laboratorio de análisis químico de Mina Veladero y que hace poco vio partir desde su taller la primer partida de 500 crisoles hacia la mina.

 

Dos años antes especialistas del área de sustituciones de Barrick fueron a visitarlo con la propuesta concreta de producir crisoles para laboratorio, un insumo utilizado en los análisis del proceso de purificación del mineral. “Hice las primeras pruebas de materiales con mi máquina de hacer vajillas y el resultado fue más que alentador, no sólo funcionaba, sino que me alentó a que fabricara la máquina”, recordó Ricardo Ruiz.  

 

Y aquí llega la primera casualidad. Ricardo recordaba una vieja máquina de hacer macetas que había visto en Tucumán, de la época en la que fue director de programación del Canal 10 de esa provincia. “Era una máquina hidráulica antigua, de unos cuarenta años, pero cuyo modelo se adaptaba a mi necesidad y lo que tenía en mi cabeza. Con Carlitos Durán, de Bella Vista y a quien había conocido en Feria del Libro en Rawson, nos pusimos a armar bosquejos y a realizar adaptaciones. La ayuda de Carlitos y su inventiva fue invaluable, con él diseñamos la máquina que ahora utilizamos y “El Negro” trabaja conmigo también”, contó Ricardo.

 

La otra casualidad llega por el lado de las materias primas. Veinte años atrás en una feria artesanal en La Rioja, Ricardo conoce a “Don López”, un viejito que se acercó a su stand y le preguntó por sus productos. “Tengo una mina de arcilla blanca, me dijo, le dejo unas muestras para que pruebe con lo que Ud. hace; esa muestra estuvo deambulando como veinte años en mi taller, cuando surgió lo de la sustitución me acordé, probamos y resultó que el material era genial. La mina de López es la que hoy me provee de materia prima, hoy trato con sus hijos”, contó. La arcilla riojana es refractaria, una arcilla negra que cuando se quema vira a blanco por su alto porcentaje de óxido de aluminio.

 

La máquina produce diez crisoles por minuto, 500 por hora y 5 mil por día. Tal nivel de producción lo llevó a iniciar conversaciones con mineras del sur del país y de La Rioja e incluso algunos contactos en Chile con la intención de exportar, aunque claro está, su prioridad hoy es Veladero. De hecho la mina le aportó las herramientas y los insumos precisos, como un horno eléctrico trifásico, recibir una matriz que le da la forma al crisol, también las estructuras para construir secaderos y tierra diatomea, la materia prima indispensable para obtener los productos finales.

 

Ricardo recibió, además, por parte del Gobierno de la provincia un aporte no reembolsable

de 400 mil pesos para hacer un tinglado en el taller y renovar sus herramientas. El artesano

hoy emplea a siete personas y estima necesitar a tres más en un futuro cercano ya que prevé

comprar un segundo horno.

 

Así, entre la máquina de macetas de Tucumán y la arcilla de Don López, Ricardo Ruiz dio forma a un sueño inesperado que no tiene techo y que amplía sus posibilidades como artesano.  Hoy sus anhelos se centran en remodelar el galpón en el que funcionará el taller de modo definitivo y que otrora era el lugar en donde su papá acopiaba fardos de pasto. “Mi idea es que tenga una zona vidriada en la que se muestre tanto la producción de crisoles como los productos de cerámica que ya forman parte de mí. Mi hermano Roberto (el reconocido fotógrafo jachallero) ya hace un registro fotográfico de ese galpón que forma parte de nuestra historia y que quiero quede como huella en el nuevo edificio”, cerró un emocionado Ricardo.

 

A fuego: Cuando los crisoles son cocinados en el horno a altas temperaturas, la arcillar refractaria que es negra en su aspecto, se vuelve blanca.
La dupla: De derecha a izquierda Ricardo Ruiz y el “Negro” Durán junto a la máquina de crisoles. Ricardo no quiso dejar de destacar su ayuda y hoy gran colaborador en el desafío.

 

Resiste más de 1.000 grados

 

El crisol es una especie de vaso de trago largo que, llegando a su parte superior, va

expandiéndose en diámetro. La clave para la resistencia de esta pieza a temperaturas que

superan los 1.000 grados está en el mineral refractario de alta alúmina que contiene la arcilla

de la que está hecho. Los especialistas del laboratorio de Veladero colocan en su interior la

roca molida, le adicionan una mezcla fundente de elementos químicos y se lo introduce en el

horno durante una hora. Al sacarlo, esa mezcla se vuelca en lingoteras y los expertos analizan

la concentración del oro en el mineral.