Fue una tarde diferente. Muchos juegos, muchas risas y muchas personas alrededor ocupándose de que cada uno de los niños lo pasara bien. En definitiva, una tarde con mucho amor y un buen momento para -nunca mejor dicho- reivindicar sus derechos y anhelos. Es que el sábado pasado, el 19 de noviembre, cuando se hizo el encuentro en el club del Sindicato del Vestido, para un centenar de niños y adolescentes que viven en residencias que dependen del Estado, fue el mejor modo para celebrar un año más de la Declaración de los Derechos del Niño -que luego se reactualizó con la Convención de los Derechos del Niño-, que fueron puestas en vigencia el 20 de noviembre, de 1959 y 1989 respectivamente. Pero además la iniciativa generada entre los distintos credos religiosos que conviven en la provincia y la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia -de la que dependen estas residencias- coincidió con los 75 años del organismo de gobierno. Por eso quisieron festejar dándoles una oportunidad a los niños de jugar libremente, divertirse y expresar lo que sienten.


En San Juan hay aproximadamente 125 niños y adolescentes, desde bebés recién nacidos hasta jóvenes de 18 años, que por diversas razones están alejados de sus padres y entornos primarios, con intervención de la justicia. Viven, cumplen las reglas, tienen compañeros en residencias. Actualmente existen 15 de estas viviendas repartidas en el gran San Juan y que son fundamentales para darles asistencia y contención.


Reunir cariño

Todo empezó cuando a la última reunión de la Mesa de Diálogo Interreligiosa, se acercaron dos funcionarias de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia para hacer parte a los credos religiosos de la celebración de los 75 años de la repartición. La sugerencia de sumarse generó una cataratas de ideas y propuestas alrededor de la iniciativa de hacerles pasar una tarde diferente, con una rica merienda.

Y así se hizo. La tarde en cuestión tuvo de todo: hubo música a cargo por un lado de dos profesores de la Escuela Orquesta que funciona en la Sociedad Israelita (entre ellos el violoncelista Germán Yánez) y de Ezequiel, Samuel, Juan y Diego, todos integrantes de la Iglesia Esmirna -de la Iglesia Evangélica Pentecostal- que llevaron guitarra e hicieron cantar con sus melodiosas voces a los presentes.


Los chicos quedaron maravillados al ver los malabares, los actos de ilusionismo, los pases de clavas por el aire y los trucos de equilibrio que generosamente hicieron Pelusa y Estrellita de Circo Patas junto a Mariano y Florencia del Dúo Circo, además de los bailes a metros y metros de altura de Alcira Núñez, quien fue a la cita vestida preciosamente pero en zancos altísimos.

Otro momento que los dejó boquiabiertos fue la obra de teatro sobre las emociones y valores "El amor verdadero" que hicieron los jóvenes (Analía Caballero, Tomás Crubellier, Lourdes Quinteros, Liliana Rivas, Lulú, Guadalupe Quinteros, Ríos Gómez, Luz Carrizo) de la Fundación Miranos de la Iglesia Evangélica Viña del Señor dirigidos por Ruth Bruna y el pastor Ángel Carrizo. 


Claro que no todo fue mirar quietitos y sentados. Todos tuvieron que poner el cuerpo en movimiento para la clase de zumba propuesta por Paloma Arrieta (que trabaja en el Centro de Desarrollo Infantil y en la villa Don Arturo), Cristina Frías (que es instructora y aparte trabaja en el Centro de Actividades Recreativas Solidarias del Barrio Los Troperos) e Ingrid Cuadros. Pero eso no fue todo, además tuvieron juegos y destrezas en una serie de postas que armaron los chicos del movimiento Schoenstatt, en los que tuvieron que seguir consignas, trabajar en equipo, ayudar a los compañeros para llegar a la meta, transportar bandejas con objetos con agua o embocar pelotas de tenis en distintos recipientes.


Apagar las velitas de dos enormes tortas de cumpleaños, un rezo compartido -que no hizo mención a ninguna iglesia ni intencionalidad religiosa en particular- sino como anhelo en voz alta para "demostrar que la fe es una buena forma de tener esperanza" y para "agradecerle a Dios por todo lo que les da" más la canción "Que canten los niños" sirvió de broche de oro de esta jornada que estuvo cargada de "emotividad, compromiso y amor", tal como definieron Paula Romero y Héctor Allende, de la mesa interreligiosa y dos de los organizadores.


Sin lugar a dudas, tuvieron una tarde soñada. Ahora falta que se les cumpla uno de los grandes derechos de los niños, y es que tengan una familia, como cualquier pequeñito merece y necesita.


El dato

La Mesa Interreligiosa Provincial de San Juan está integrada por representantes de al menos diez instituciones religiosas de los distintos cultos registrados en la Dirección de Cultos y ONGs del Ministerio de Gobierno de la provincia o de la Nación. Es un espacio de acciones comunes en pos de la sana convivencia y de poner el acento en la tolerancia, la paz y la hermandad. Ellos llevan mensajes en momento difíciles como así también hacen celebraciones, comparten rezos y momentos espirituales con toda la comunidad.

75 años de cuidados

Con la celebración que tuvo a los pequeños de las residencias como protagonistas, se cerraron los festejos por los 75 años de la Dirección.


Justamente el organismo se creó el 27 de septiembre de 1947, bajo la gobernación de Ruperto Godoy. Claro que en todo este tiempo, el organismo pasó por distintos nombres, formatos y contenido jurídico, siempre velando por el cuidado, contención, protección y generador de herramientas que resguarden los derechos de los niños y adolescentes, especialmente aquellos que han sido separados de sus vínculos más directos.


"Antes la dirección estaba bajo la ley de Patronato y estuvo atravesada por la Declaración Universal de los Derechos del Niño que fue en 1959, pero posteriormente se aprueba la Convención en 1989, que es la más universal de todos los tratados internacionales y la más ratificada por los países del mundo, estableciendo una serie de derechos para niños y niñas, incluyendo el derecho a la vida, a la salud, a la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la discriminación y sobre todo porque es muy importante, a ser escuchados y a opinar. Esa convención es ratificada por la Argentina en 1990, y posteriormente se incorpora como parte de la constitución o mejor dicho con rango constitucional en 1994, con la reforma de la Constitución, en el artículo 75 inciso 22. Luego surge la ley 26.061 en el año 2005 que es lo que cambia la mirada de la niñez y se empieza a tener en cuenta al niño ya con una necesidad de protección sino como sujeto de derecho con sus facultades para opinar y para ser escuchado en primer lugar", explica brevemente Sebastián Sepúlveda, la evolución histórica de la cartera que tiene a su cargo.


Así como fue evolucionando el marco legal, también los modos de trabajo y por supuesto contención. Según detalla el director del organismo, "el sistema del Patronato dejó de tener vigencia, ya no es más así. Entonces de los institutos u hogares divididos estrictamente en varones y mujeres, como el Paula, para dar un ejemplo, ahora hay pequeñas residencias, más parecidas a un hogar o casa familiar que pueden ser mixtas o de un solo sexo. Allí se trata de generar una vida similar a la de una vida en familia, van a la escuela de la zona, tratan de generar lazos con los vecinos, hacen actividades comunales como escuela de fútbol, danzas, entre otras. Se tiende a proponer una rutina normal de algo similar a una familia, entendiendo que este vínculo es el más importante y a eso se apunta. La idea es que las residencias sólo sean lugares de tránsito y no que sea su lugar hasta que cumplan la mayoría de edad, aunque no se puede cumplir siempre con este anhelo. Mientras tanto se intenta dar un espacio cómodo y de cariño".


Las residencias no están constituidas por una familia. Sino que tienen una encargada o encargado -que es quien tiene la mayor responsabilidad del lugar- y un grupo de cuidadores, que van rotando en guardias. Nadie vive permanentemente allí. Cada residencia tiene un acompañante terapéutico, un psicólogo y trabajador social.


Hay 15 residencias en la provincia, aunque existe la posibilidad de ir abriendo casas a medida que surgen necesidades. Allí permanecen los niños hasta que aparece la posibilidad de egresar -ya sea porque se pudo revincular con su familia de origen o ampliada otros familiares cercanos- o porque quienes tienen un criterio de adoptabilidad, consiguieron una familia adoptante. También quedan fuera cuando se cumple 18 años. A esta edad se sigue con el acompañamiento de un programa nacional que hace un aporte económico más la contención, el seguimiento y la ayuda del equipo técnico a fin de que la persona pueda ejercer su total autonomía.


El programa de residencia no es el único de la DINAF sino que hay un abanico de acciones como la línea telefónica anónima, confidencial y gratuita 102 (que si bien usan muchos adultos está pensada para que los adolescentes hagan denuncias de sus riesgos durante los 365 días del año, las 24 horas) también los programas de fortalecimiento familiar, servicios locales, centros de desarrollo infantil, el programa de infractores a la ley penal, entre otros.