¿Cuándo definiste que lo tuyo era el Turismo?

Cuando iba al secundario y mis padres me preguntaban qué carrera iba a estudiar, coincidimos que tenía que ser Turismo. Es que viajar es el eje de mi vida. Desde siempre lo he hecho con mis padres por muchos lados. Y ya de grande he dedicado mis recursos a viajar no sólo para conocer lugares, sino para saber sobre otras culturas y cómo vive otra gente. Así es que me fui a Córdoba a estudiar la Tecnicatura en Turismo y después la Licenciatura.

¿Aspirabas a la agencia de viajes?

Sí la tuve, inclusive mientras estudiaba trabajé en American Airlines en las oficinas de tarifas y construcción de rutas, también en Swiss Air. Así conocí desde adentro el sistema de líneas aéreas. American me capacitó en Dallas y Miami. Pero me pasó lo que le pasa a la mayoría. Cuando empecé a estudiar e involucrarme descubrí que Turismo no sólo es la parte empresarial y comercial. Y entonces, me interesé por la planificación de destinos, con una mirada sociológica, quizás antropológica y de desarrollo local. Por eso, cuando me recibí, renuncié y me fui, en el 2002, a hacer una maestría en Planificación de Destinos Turísticos y Desarrollo de Producto en la Universidad Autónoma de Barcelona. Los dos años y medio que duró, me sumé a una propuesta de uno de los profesores que tenía una asociación que se dedicaba a desarrollar proyectos turísticos con impacto en comunidades, financiados con fondos de Cooperación Internacional. Fue lo mejor que me pasó: escribíamos proyectos utilizando el Turismo como una herramienta de acción de microemprendedurismo, asociativismo, vinculación público-privado, desarrollo sustentable. El Turismo era la excusa perfecta para formar tejido social y redes. Lo hicimos en Garb Chrarda en Marruecos y en lo que se llama la ‘Cataluña profunda’ o los municipios rurales. Pero no sólo escribíamos sino que también obteníamos los fondos con garantía solidaria y se aplicaban en terreno. Un día, en una librería especializada en viajes en Barcelona, descubrí un libro del fotógrafo Aldo Sessa sobre los gauchos argentinos. Me atrapó. Y ahí me di cuenta que yo estaba trabajando en el desarrollo de municipios rurales en España, cuando yo venía de un lugar donde estaba todo por hacer…

¿Entonces diste una vuelta de página?

Compré el libro, se lo regalé a mi jefe con la propuesta de hacer un proyecto del mismo tenor pero en San Juan. Empecé a escribir la idea en Barcelona y en el 2004, volví a la provincia, con el título de la maestría y a contactar a la contraparte local que era fundamental para el proyecto. Yo había pensado una y mil veces cómo hacer para entrar al mundo gaucho desde España y por esas cosas de la vida me encontré con Octavio Caballero, hijo de Adolfo (NDR: quien es, además de miembro de la Corte de Justicia de San Juan, presidente desde hace muchos años de la Confederación Gaucha Argentina). Así no sólo logré concretar la misión tomando como prueba piloto a Astica, en Valle Fértil, sino que además formé mi familia porque Octavio es mi marido. Me quedé en San Juan, como directora del proyecto de Desarrollo Local de Astica que por suerte tuvo un apoyo muy grande del gobierno que nos cedió un terreno donde los lugareños tienen un puesto de venta artesanal. Trabajamos con distintos grupos en diferentes líneas productivas: manufactura alimentaria de dulces en base a recetas de las abuelas, ganadería, hilado de lanas, tejido a telar para que la gente vea la técnica de amarrado que es ancestral y se va perdiendo. Era un proyecto prospectivo, una visión de futuro de lo que Astica quería ser. Pese a los problemas, hasta el día de hoy están. Claro que con mucho esfuerzo, pero siguen abriendo el puesto que está frente a la policía, en la ruta. Yo quiero seguir apoyándolos.

Más allá de tu historia personal, ¿Astica fue tu primer logro profesional en San Juan?

Ese fue mi corazón, por decirlo de alguna manera, porque tiene que ver con dejar algo en el otro, trabajar en terreno, conocer a la gente.

¿Y fue la puerta de ingreso al gobierno?

En el 2009 me incorporé como consultora externa de la cadena productiva de Turismo en la Agencia San Juan de Desarrollo de Inversiones. En el 2011, me llamó Dante Elizondo para formar parte de su equipo como Directora de Promoción Turística, en el 2013 pasé a ser secretaria de Turismo y ahora, ministra. Igual sigo estudiando porque me encanta. El año pasado, la Unión Iberoamericana de Municipios me posibilitó hacer una especialización en Gobierno local y gestión pública que terminé en septiembre. Y ahora, estoy haciendo otra maestría en la Universitat Oberta de Catalunya, que es una de las mejores en educación a distancia, sobre Turismo sostenible y tecnologías de la información y la comunicación. Una vez que me reciba voy a poder acceder a un doctorado europeo.

-¿Qué le aporta a tu gestión semejante caudal de conocimiento?

En este sentido soy determinante: creo que la política es lo que hace posible las cosas. Estoy en un cargo y me manejo con un pensamiento político porque estoy convencida que todo el conocimiento técnico solo por sí, es muy bueno, pero nada más si queda en los libros. Yo quiero llevarlo a la práctica, bajarlo a la realidad. Creo que la política hace real los contenidos técnicos en favor de la gente.

-En ese marco, ¿cuales son las expectativas y proyectos?

El concepto que yo tengo del Turismo es que es una herramienta de desarrollo local en beneficio de las comunidades y los territorios, con un impacto social, cultural, ambiental y económico. Para eso hace falta planificación para por un lado poder dedicarse a la administración y a la generación de estructura turística. Tenemos que tener grandes atractivos que son los ‘ganchos” (como los grandes museos, Ischigualasto, el turismo de eventos deportivos) pero por otro, trabajar también la relación dinámica y no con palabras sino con hechos, entre gobierno, sector privado, universidad y fundamentalmente las instituciones y asociaciones que representan a la comunidad. Este vínculo de cuatro protagonistas es lo que nos permite tener un desarrollo turístico real. Porque puedo tener el atractivo mas bello, pero si no tengo la comunidad y las prestaciones de servicios disponibles no funciona, no es un producto turístico. Mi gestión en lo turístico-cultural tiene dos apuestas: un 50% por ciento, quizás un poco menos, en los grandes atractivos y grandes eventos y un 60%, en el trabajo micro con los municipios y el tejido social.

Ese es un panorama repetido. ¿Qué se está haciendo concretamente?

Lo primero que lanzamos fueron propuestas de inversión para aquellos que no pueden pedir créditos. Son subsidios de hasta 100.000 pesos por parte de los municipios, el ministerio y por ende el gobierno de San Juan, para equipamiento de todo tipo: desde monturas, hasta turismo aventura, pasando por rampas o baños nuevos en las bodegas. Solo deben ser monotributistas y tener un emprendimiento turístico funcionando o al menos tenerlo en los próximos seis meses.

En enero, presentamos a los artistas la posibilidad para grabar su CD, sin costo alguno y teniendo como marco el Auditorio. Con la universidad, tenemos firmadas pasantías con una cantidad importante de estudiantes para trabajar en distintos ámbitos y espacios (Auditorio, informes, museos), también el proyecto ‘Puentes” para intervenir espacios públicos con docentes y alumnos universitarios, además hay una propuesta de posgrado en Turismo Científico para la capacitación de egresados para que armen su producto turístico vinculados a la astronomía, paleontología, biología, historia, entre otros.

Y apostamos a seguir invirtiendo en infraestructura porque afecta positivamente al Turismo. Es necesario para fortalecer desde Ischigualasto, hasta el turismo astronómico, la fiesta de la Tradición de Jáchal, también la Fiesta Nacional del Sol, los pequeños lugares como Astica, los temas deportivos y no solo el del alto rendimiento, sino también el kayak, el trekking, el termalismo, las bodegas o la olivicultura. Hay mucho por hacer.

¿La Fiesta del Sol es un evento más en el ministerio?

Ocupa un lugar importantísimo porque es identidad, trabajo, arte, es mostrar nuestra cultura. Pero no es lo único.

¿Genera turistas?

Genera. Todavía no es significativo pero va a generar mas porque estamos previendo la compra a distancia de entradas por Internet. Estamos trabajando con la Cámara de Turismo e invitando operadores turísticos para que una vez más, vengan y disfruten de esta fiesta que es una vidriera de San Juan. Si ellos la conocen, la van a poder incorporar en sus ofertas turísticas.

¿Qué aspectos tiene que cambiar la fiesta?

Hay cambios que van a ser progresivos. Yo a esta fiesta la tomo en diciembre con un equipo y una idea que viene trabajando profesionalmente desde marzo. Queremos reforzar que la FNS no es solo el espectáculo final, es la feria, el carrusel y la elección de la reina. Justamente ese tema es uno de los que va a cambiar. Como mujer quiero que dejemos de considerarlo un concurso de belleza, quiero que dejemos de perseguir un estereotipo basado en una fisionomía europea. Sino que nuestra reina represente a la mujer sanjuanina, con una estética, con una forma de hablar, con una forma de vestirse y una experiencia de vida sanjuanina. Quiero destacar que las chicas que se presentan son verdaderas revolucionarias de sus departamentos porque ellas salen de sus casas a mostrarse ante su comunidad, ante su provincia, se exponen, se muestran. Son valientes porque se paran frente a un público que las está examinando. Representan su pueblo y no es algo menor. Yo las valoro y quiero poner en valor su lugar por eso este año la Noche Soberana será el primer día y se van a mostrar de otro modo. Porque en ellas, en los rastros de sus caras, sus pieles y sus fisonomías está nuestra historia. Y quienes somos.