Supongamos que una persona que escala una montaña ya ha ascendido 1.500 metros y restan solamente 100 metros para llegar a la cima. Estas serían sus tres posibles reacciones:

a. Poner el foco en lo que le falta, lo cual es una actitud perfeccionista.


b. Estar satisfecho con lo logrado, lo cual es una actitud conformista.


c. Tener en cuenta tanto lo que logró como lo que aún le falta lograr.


Todos nosotros también necesitamos fijar nuestra mirada hacia atrás para automotivarnos y, a la vez, desafiarnos a seguir adelante y avanzar. Esta es la clave para evitar volvernos perfeccionistas. Es posible transformar nuestros puntos débiles en fuertes. ¿Cómo? Reconociéndolos y aceptándolos.


Por otro lado, es importante soltar los mitos, o ideas erróneas, sobre el tema. Uno de ellos es que, cuando ignoramos algo, no podemos disfrutar de nuestros logros. Cualquiera puede subirse a un vehículo y manejar (si aprendió a hacerlo), aunque no tenga idea de cómo funciona el motor. El perfeccionista cree que, solo si conoce cada detalle, llegará a la meta.


Tenemos que amigarnos con nuestras debilidades porque, cuando admitimos que somos débiles, somos fuertes. Nuestra fortaleza radica en reconocer todo lo que no sabemos, todo lo que no nos sale bien (y nos da miedo), todo lo que nos conduce a sentirnos vulnerables. Decidir dejar todo eso atrás nos permite avanzar y disfrutar tanto el viaje como el destino alcanzado.


Hay gente que se va a los extremos y dice cosas como "a mí todo me sale mal'', "a mí nadie me comprende de verdad'', o "yo nunca hago nada bien''. Sin darse cuenta, ellos pasan del 0 al 1000 de pronto y todo en la vida es blanco o negro. No conocen los grises, los matices, que encontramos en todas las áreas. ¿El resultado? Insatisfacción y sensación de estar muy lejos de la perfección.


¿Por qué alguien puede convertirse en perfeccionista? Casi siempre, porque creció con adultos extremadamente exigentes para quienes nada de lo que hacía estaba bien. Por ejemplo, si se sacaba un 9 en la escuela, comentaban: "Muy bien, ¡pero podrías haberte sacado un 10!''. Otra razón del perfeccionismo es la presión social de la gente cercana, el tener que hacerlo perfecto para otros.


¿Cuáles son los rasgos del perfeccionista? Veamos:


-Vive con miedo de equivocarse
Es por ello que equivocarse es lo mismo que el fin del mundo. Se enoja consigo mismo y expresa: "No sirvo para nada, soy un desastre''. En el fondo, solo quiere que los demás lo acepten y se somete a sus opiniones.


-Persigue objetivos ilógicos

Se fija objetivos que son muy difíciles de lograr, como rendir muchas más materias de su carrera de las que puede dedicarse a estudiar. Entonces, cuando es consciente de que eso que pretende no es posible, se "bajonea''.


-No sabe ni puede relajarse
Jamás logra relajarse porque mide todo en términos de logros o resultados.


Quien se acepta a sí mismo tal como es, se ama y se respeta, se aleja de la trampa del perfeccionismo que tanto daño nos puede llegar a causar.

  • El autor 

Bernardo Stamateas es psicólogo argentino, recibido en la Universidad Kennedy y cursando la especialidad de Sexología Clínica. Stamateas siempre ha manifestado un profundo sentimiento religioso que le llevó a convertirse en pastor de la Iglesia Bautista Ministerio de Dios en el barrio de Caballito.


Este profesional tan locuaz como experto en comunicación, ha publicado numerosos libros de autoayuda, superación y espiritualidad con títulos como Gente Tóxica, Calma emocional, Tu fuerza interior, Nudos mentales, Fracasos exitosos, Puedo superarme, Quiero un cambio, entre otros.


Se lo puede seguir en Instagram (@berstamateas) y facebook.com/bernardostamateas. Además hace un Live a las 21hs, todos los miércoles.